Conoce el origen del nombre de las calles de Santiago: Praza de Mazarelos
Javier Rosende Novo
Al sur del casco histórico, en un sitio apacible y desahogado, en la que fue durante siglos la parte más llana de la ciudad, se encontraba la Praza de Mazarelos. Después de la del Obradoiro, era la más grande y en ella se hacía mercado todos los jueves, de manera que durante siglos compartió el abasto urbano con la Praza do Campo, actual de Cervantes, de ahí que se la haya conocido como Praza do Mercado Vello.
Hoy esta plaza se continúa en otra más exigua (que ya conocemos), que es la de la Universidade, separadas por ese espolón que dibuja la Iglesia universitaria, que la delimita por el norte, mientras que por el sur lo hace la Porta de Mazarelos, la única que se mantiene en pie y que en la actualidad da nombre a la plaza.
Porta de Mazarelos, la única que se mantiene en pie y que en la actualidad da nombre a la plaza. / Javier Rosende Novo
El sector oriental se acabó ocupando con un gran edificio levantado por el arzobispo José del Yermo y Santibáñez para casa de ejercicios, en el que con el tiempo se instalará, primero, el Instituto Masculino Gelmírez, cuya presencia rebautizó el espacio como Praza do Instituto, y, después, la actual Facultade de Filosofía.
Casa de los Valderrama, en la actualidad sede de la Secretaría Xeral de Emigración. / Javier Rosende Novo
En el contorno de la plaza destaca otro edificio dieciochesco, la Casa de los Valderrama, en la actualidad sede de la Secretaría Xeral de Emigración.
Estatua del político compostelano Montero Ríos en la Praza de Mazarrelos. Detrás, la actual Facultade de Filosofía. / Javier Rosende Novo
El centro de la plaza lo ocupa la estatua del político compostelano Montero Ríos, que reemplaza a la fuente que hoy se encuentra en la Praza de San Roque. En fin, hay que decir que la denominación de Mazarelos, dada a la puerta por el Códice Calixtino, está todavía por aclarar, pues alguno de los más importantes filólogos rechaza que Macerellis derive del arabismo español mazarí (ladrillo), de forma que los macerelli serían los ladrilleros.
Se trata de un buen ejemplo de que los nombres de las calles de una ciudad se vinculan de diversas maneras con su historia.
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