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Investigadores de la USC revelan el lado oscuro de los pingüinos: contaminan la Antártida

Las colonias de estas aves acumulan metales tóxicos y compuestos químicos en los suelos de las Islas Shetland del Sur, según una investigación internacional liderada por el catedrático de la Universidade de Santiago X. L. Otero

Pingüinos Papua en la Isla Rey Jorge, la mayor de las Islas Shetland del Sur, y punto de entrada hacia la Antártida

Pingüinos Papua en la Isla Rey Jorge, la mayor de las Islas Shetland del Sur, y punto de entrada hacia la Antártida / Alberto Valdés (EFE)

Valeria Pereiras

Valeria Pereiras

Santiago

El que parecía uno de los ecosistemas más puros del planeta esconde una paradoja sorprendente: los pingüinos, símbolo de la vida salvaje de la Antártida, también pueden ser agentes de contaminación. Así lo concluye un estudio en el que participa la Universidade de Santiago de Compostela (USC), junto con el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) y las universidades de Barcelona y Oviedo, publicado en la revista científica Geoderma.

El equipo investigador documentó que las colonias de pingüinos de las islas Livingston y Decepción, en el archipiélago de las Shetland del Sur, presentan suelos enriquecidos con metales como el cobre y el zinc y con compuestos orgánicos contaminantes, entre ellos los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs). Estos hallazgos revelan que las aves marinas actúan como vectores biológicos, transfiriendo contaminantes del mar a los ecosistemas terrestres antárticos.

El estudio participado por la USC revela que las aves marinas actúan como vectores biológicos, transfiriendo contaminantes del mar a los ecosistemas terrestres antárticos

El estudio participado por la USC revela que las aves marinas actúan como vectores biológicos, transfiriendo contaminantes del mar a los ecosistemas terrestres antárticos / FELIPE TRUEBA

“Los pingüinos son esenciales para el equilibrio de la vida en la Antártida, pero también pueden convertirse en una fuente natural de contaminación en un ambiente extremadamente frágil”, señala X.L. Otero, catedrático de la USC e investigador del Centro de Investigación Interdisciplinar en Tecnologías Ambientales (CRETUS), que coordinó el trabajo.

Metales en el plancton

Según explica Begoña Pérez, investigadora del Centro Oceanográfico de Vigo (IEO-CSIC) y primera autora del artículo, en algunos puntos los niveles de metales superan los valores de referencia internacionales. “Aunque los suelos parecen soportarlos sin efectos inmediatos, si estos metales llegan a las aguas costeras podrían afectar organismos acuáticos muy sensibles, como el plancton, base de la cadena alimentaria marina”, advierte.

Los investigadores detectaron también PAHs de diferentes orígenes: en la Isla Decepción, proceden en gran medida de la actividad volcánica inscrita en los últimos siglos, mientras que en Livingston están más vinculados al guano de las aves. Aun así, las concentraciones observadas son entre 50 y 1000 veces inferiores a las que generan efectos tóxicos en otros ecosistemas.

La presión humana en la Antártida

“El estudio rompe con la idea de que la Antártida es un entorno inalterado”, añade Pérez, subrayando que la combinación entre contaminación natural y presión humana (bases científicas y turismo) está modificando lentamente el equilibrio de este territorio extremo.

Turistas fotografiando pingüinos en la Antártida

Turistas fotografiando pingüinos en la Antártida / Agencias

Otro factor de preocupación es el deshielo del permafrost y el aumento de las precipitaciones derivados del cambio climático, que podrían movilizar los contaminantes acumulados en los suelos y en el guano hacia lagos y zonas costeras, afectando especies sensibles y alterando las cadenas tróficas polares.

La fragilidad ante el cambio climático

Los profesores Cristina García-Hernández y Jesús Ruiz Fernández, de la Universidad de Oviedo, que realizaron el trabajo de campo en febrero y marzo de 2018 dentro del proyecto CRONOANTAR, destacan “la extrema fragilidad de los ecosistemas antárticos ante el cambio climático global”.

Vista general de la Bahía Fildes, en la Isla del Rey Jorge, de las Islas Shetland del Sur, en la Antártida

Vista general de la Bahía Fildes, en la Isla del Rey Jorge, de las Islas Shetland del Sur, en la Antártida / FELIPE TRUEBA

El estudio contó con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, a través del Programa de Investigación Polar, así como de la Xunta de Galicia (Ayudas a la consolidación y estructuración de unidades de investigación competitivas del SUG) y de la Generalitat de Cataluña.

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