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Bugallo surfea las postreras olas de una legislatura triste a la espera de las urnas

Agotadas tres cuartas partes de este mandato, el tiempo se ralentiza en Raxoi antes de que un tono más electoral adquiera velocidad de crucero

Queda ya menos de un año para la celebración de las elecciones municipales, diez meses si se descuenta el tiempo político muerto que suponen los meses centrales del verano, y en Raxoi no se respira un aire especial ante la cita. El alcalde, el socialista Sánchez Bugallo, continúa a lo suyo, fiel al pragmatismo que le caracterizó siempre, intentando sacar aquí o allá algún que otro proyecto de relativa importancia para la ciudad con la colaboración de quienes en la legislatura pasada eran considerados los ogros de la corporación, esto es, los concejales de Compostela Aberta. Mientras, los partidos de la oposición juegan también sus bazas, como quien se despereza lentamente para los momentos culminantes de la partida.

La legislatura, después de la etapa volcánica de Martiño en la alcaldía, se mantiene en la misma contradicción original con la que nació: el PSOE, que basó toda su campaña electoral en denunciar la, a su juicio, incapacidad absoluta de CA para gobernar Santiago, se apoya ahora en esta formación municipalista como única tabla de salvación para sacar adelante sus propuestas. Recientemente aún se pudo comprobar esta tesis en la aprobación de los Presupuestos o en la viabilidad del proyecto para el espacio urbano del antiguo colegio Peleteiro.

Al regidor socialista hay que reconocerle una habilidad política extraordinaria para armonizar estas posturas a priori tan irreconciliables, sin que parezca una incoherencia. Él presenta planes que son atractivos para la urbe que gobierna, ideas que le entran por los ojos a los ciudadanos y luego espera a ver quién se atreve a echárselos abajo. El PP puede hacerlo sin mayores problemas con su electorado porque es el partido antagónico del PSOE, del que se espera la oposición más implacable. Pero los otros dos partidos de izquierdas con representación en el ayuntamiento compostelano, CA y BNG, tienen más complicado explicarles a sus votantes por qué el sentido de sus acciones en los plenos coincidirían más con los populares que con el alcalde.

En este contexto político, Bugallo, aunque gobierna en minoría, sólo tiene que realizar una mínima concesión a estos dos grupos, principalmente a CA porque es con quien suma mayoría, para encender la mecha cómplice de quien, en realidad, también necesita respaldarlo para demostrar ante los ciudadanos su utilidad en el consistorio. El Bloque puede desmarcarse más, y de hecho lo hace, porque es una marca consolidada que trasciende la dimensión municipal de Santiago. Pero Compostela Aberta, atrapada en el callejón del rupturismo en retroceso en Galicia, hasta agradece estas oportunidades que le otorga el alcalde para hacerse ver. CA, con Marta Lois ya afianzada en su liderazgo, replica la contradicción primigenia de Bugallo: critica abiertamente su incompetencia, pero luego llega a acuerdos de gran calado con el regidor.

Así es la política y las obligaciones de la aritmética de los escaños, repartidos al criterio del ciudadano. Luego, también está la servidumbre de los partidos, cada uno, salvo CA, con su estrategia autonómica global mediatizando también las conductas a nivel local. En no pocas ocasiones, a propósito de diferentes políticas y proyectos que necesita la ciudad, se aprecia que Bugallo sentiría más afinidad con el PP que con el bloque que a su izquierda componen CA y BNG. Pero tiene dos buenos motivos para no dejarse llevar, por una parte, volaría la táctica de su partido que apuesta por el entendimiento cero con el PP y, por otra, se arriesgaría a quedar ante los votantes progresistas como un pequeño esquirol, una imagen que la parte más radical de la corporación utilizaría como una baza electoral de peso.

Desde la otra pata de esta posible estrategia de gran coalición en el plano local, el PP alega que no ve esfuerzos suficientes en los socialistas para llegar a acuerdos con ellos. Tienen claro cuál fue desde el principio la hoja de ruta de Bugallo y consideran que a estas alturas no la va a variar. En su estimación, piensan que de aquí a la fecha de las elecciones el regidor santiagués tratará de sacar de la chistera algún proyecto de gran envergadura mediática, como la humanización de los espacios urbanos con la contratación del arquitecto británico David Chipperfield. Un dulce caramelo para los vecinos, que CA o quizá todos los grupos se vean obligados a validar.

el futuro en doce meses
dos caminan plácidos, uno esprintará y otro, ni fu ni fa

··· De aquí al paso por las urnas en mayo de 2023, Bugallo se comportará como el boxeador que en los últimos asaltos sabe que tiene la pelea ganada a los puntos. No arriesgará con golpes de efecto tan exagerados que no pueda controlar, por si acaso se le vuelven en contra, y dejará pasar los días como un avión en un plácido aterrizaje. En el PP, en cambio, cada jornada será un mundo, pues tienen líder nuevo (Borja Verea) y tendrán que pasearlo bien durante todo el verano para que lo conozca el vecindario. Y a partir de septiembre, programarán nueve meses de desgaste continuo a un Gobierno que procurará no entrarle al trapo. Compostela Aberta, por su parte, está casi obligada a intensificar cada una de las partes del doble papel que jugó hasta ahora: será más dura con el alcalde, pero le interesa reforzar también su rol institucional para lucirla imprescindibilidad de sus votos. Y el Bloque, la opción con más posibilidades de crecimiento, también se dejará ir un poco al estilo Bugallo, consciente de la buena acogida que su trabajo tuvo ya entre la ciudadanía. Y si, al final, su candidata, Goretti Sanmartín, sorpasa a CA y con ella suma más ediles que el PSOE, hasta podría pedir la alcaldía.

06 jun 2022 / 00:00
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