Cierra otro negocio emblemático: adiós a la Tintorería Moderna
Las llamadas de aviso a sus clientes para que vayan cuanto antes a recoger las prendas que habían dejado a lavar en la tintorería confirmaban ayer el cierre de un histórico del comercio compostelano. La Tintorería Moderna, situada en la rúa Neira de Mosquera y que durante años tuvo un despacho en Fonte de Santo Antonio, se despedirá en mayo tras más de 60 años. Tal y como confirmó la propietaria, Carmen Vilas, “tenemos que cerrar con todo el dolor de nuestro corazón por motivos de salud, lo sentimos mucho por toda nuestra historia y por nuestros clientes”. Actualmente, el local estaba gestionado por su hijo, Pablo Otero.
La historia de este local se remonta en realidad a 1949, cuando comenzó la actividad de un negocio dedicado a la limpieza de ropa en la zona trasera del Hórreo. Fue ocho años después cuando ese establecimiento, nave incluida, se convirtió en Tintorería Moderna y comenzó a lucir el ya icónico logo azul y rojo que muchos vecinos identifican ahora rápidamente. Tal y como se puede leer en la página web del local, “llevamos desde 1957 ofreciendo nuestros servicios de tintorería y lavandería en Santiago de Compostela, siendo especialistas en limpiezas en seco. Nuestros años de experiencia son nuestra mejor carta de presentación, y la satisfacción total de cada uno de nuestros clientes es nuestro mayor objetivo”. Algunos clientes, todavía fieles, reconocían ayer la pena que les provoca tener que recoger sus prendas a sabiendas de que no podrán volver al lugar.
La historia de la tintorería no solo refleja un sustento familiar, sino que guarda en su interior parte de las costumbres de la población compostelana. Como se puede leer en un texto firmado por Lope de Bonaval publicado en 2010 en estas páginas, el autor recordaba cómo en la posguerra “los niños compostelanos pobres (que eran la mayoría) de los años de la posguerra teníamos dos trajes (más bien vestidos, blusa y pantalón corto), el de los domingos y el de diario. En algunas ocasiones, sobre todo en caso de un fallecimiento de un familiar cercano se llevaba ambos trajes, el de los domingos y el de diario a la Tintorería (España, Piadosa o Moderna) para teñirlos de negro para guardar el preceptivo luto riguroso”. Una de las tintorerías citadas, España, ocupaba un imperioso edificio de la actual Xeneral Pardiñas, presidido por un enorme logo en su fachada principal y con el texto Gran Tintorería España Talleres escrito en su pared lateral. Su presencia forma parte de la historia de Compostela, de la misma forma que lo hace Carmen –Carmela– Vilas tras el mostrador de Moderna. En 2016 el local obtuvo el reconocimiento como comercio emblemático de Compostela, algo que su propietaria agradecía en declaraciones a este periódico. En ese momento, recordaba los años de esfuerzo que llevaba a sus espaldas.
Casi en la década de los 60, cuando comenzó la actividad del local que ahora dice adiós, todo lo que rodeaba sus paredes era campo. Había cuatro casas y un par de edificios, y la ropa se tintaba en la calle anexa a Neira de Mosquera. De aquella época, la propietaria recordaba cuando le entregaron el premio del comercio local cómo se trabajaba “mucho más el color. Ya no se tinta como antes. De hecho sólo trabajamos el negro y el azul. Antes tintábamos sobre una carta de colores”, afirmaba. Algo que se achaca a los cambios en los tejidos, dejando olvidados los naturales, algo que también trajo ciertos beneficios como el hecho de que la ropa no encoja tanto.
La marca Tintorería Moderna tiene su origen más allá del 57, ya que está ligada al clan familiar del marido de Carmen. El abuelo paterno estaba ya ligado a este sector, con una lavandería en Cuba. Y durante todos esos años la familia abrió negocios en ciudades gallegas como Vigo, y también fuera, en Oviedo. Incluso el logo rojo de la tienda está vinculado al parentesco, ya que fue dibujado por el cuñado de Carmen.
Cuando cierre sus puertas el próximo mes de mayo, se sumará a la lista de negocios históricos de Compostela que han ido bajando la persiana por diversos motivos. Uno de los últimos fue el establecimiento hostelero Derby, cuya dueña aprovechó la crisis derivada de la pandemia para jubilarse. Otros, como la centenaria librería Toural, o el ultramarinos Villaverde ya se habían despedido del empedrado compostelano.