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ENTREVISTA

“Debemos lograr que Santiago se reconozca como Cambridge y Oxford por su investigación”

“Es absolutamente fundamental tener un pacto de estado para la ciencia, una hoja de ruta clara y estable que proteja la ciencia

Doctor en Biología por la USC, realizó estancias en centros de Alemania, Suiza y EEUU y en el año 2009 regresó a Santiago, donde obtuvo la plaza de profesor titular. Desde comienzos de 2020 es investigador contratado por el Programa Oportunius de la Xunta. Trabaja sobre los mecanismos implicados en el desarrollo de la obesidad, desvelando cómo la interacción entre el cerebro y el resto de órganos regula las calorías que ingerimos y gastamos. Además, últimamente también se centra en la enfermedad del hígado graso, muy asociada a la obesidad.

Es usted uno de los investigadores que desarrollan en Santiago un proyecto del Consejo Europeo de Investigación, ¿en qué consiste?

El proyecto que estamos llevando a cabo ha sido financiado por la convocatoria ERC Synergy Grant 2018. Se trata de proyectos realizados por entre 2 y 4 laboratorios. El título es WATCH (del inglés: well aging and tanycytic control of health), que se traduce en envejecimiento saludable y el control de la salud por los tanicitos. Estos son unas células localizadas en nuestro cerebro que no son neuronas, y que ocupan una posición anatómica privilegiada porque están en la zona inferior más externa del cerebro, lo que hace que actúen como compuertas de entrada y salida de las moléculas circulantes y el cerebro. Esto es importante porque para que nuestro organismo funcione correctamente, los órganos periféricos (hígado, páncreas, intestino, grasa, etc) envían información al cerebro, éste analiza la información y enviará las órdenes pertinentes.

¿Y qué pasa si la comunicación falla?

Se pueden producir algunas enfermedades, entre ellas la obesidad y todas sus enfermedades asociadas como la diabetes tipo 2, Alzhéimer, fallos cardiovasculares, hígado graso, etc.

¿Qué busca su proyecto?

Pretende descifrar si todos los tanicitos tienen las mismas funciones y los mecanismos implicados en esa función de transporte de sustancias. Es un proyecto que está alineado con los intereses de nuestro grupo y surgió hablando con nuestros colegas de Francia y Alemania, que son expertos mundiales en estas células. Creíamos que sus conocimientos de neurología, anatomía y biología celular y nuestra experiencia en fisiología y endocrinología podían ser adecuados para entender como estas células podían tener efectos globales.

Para esto se necesita mucho dinero, me imagino...

Tenemos una financiación de casi 10 millones de euros durante 6 años. La distribución se hace durante la solicitud de la propuesta, haciendo una estimación de la carga de trabajo que cada grupo va a realizar para ejecutar el proyecto. Hay aspectos que son tremendamente caros, como es en nuestro caso seleccionar una determinada cohorte de pacientes y realizar resonancias para ver su estado cerebral. En esta distribución también afectan temas como los salarios, que son muy desiguales entre diferentes países europeos.

¿Cuánto empleo ha generado en Santiago?

El proyecto lleva vigente desde abril de 2019, y en los primeros 18 meses, hemos contratado 3 investigadores postdoctorales y un investigador predoctoral. Es decir, 4 personas contratadas directamente a cargo del proyecto. Pero a esto hay que añadir los contratos y becas obtenidos indirectamente. Esto sucede porque la obtención de un proyecto ERC pone al grupo de investigación en una posición de privilegio y es un factor muy relevante para conseguir becas y contratos de organismos públicos y privados. Desde el comienzo del proyecto, en nuestro caso hemos conseguido 2 becas predoctorales y 1 contrato postdoctoral del Ministerio de Ciencia. En resumen, en sólo 18 meses estamos hablando de 7 personas contratadas. Creo que las cifras reflejan perfectamente el enorme retorno que una institución como la USC y una ciudad como Santiago obtienen de proyectos de esta envergadura.

Háblenos de la calidad del empleo que generan las ‘grant’ ERC y de su equipo.

Generan un empleo de mucha calidad, se trata de personal altamente cualificado (investigadores postdoctorales) y personal más joven que acaba de realizar el máster y quiere comenzar su carrera profesional en el mundo de la investigación. Se trata de personas muy preparadas, muchas de ellas gallegas, a las que se le ofrece una oportunidad de empleo de calidad en nuestra tierra.

¿Qué beneficios tienen en cuanto a la formación de los participantes?

Creo que los investigadores dentro de un proyecto ERC tienen una oportunidad única de interactuar fácilmente con grupos de prestigio internacional. En concreto, con el ERC Synergy donde estamos 3 grupos europeos implicados, no se trata solo de tener reuniones conjuntas, sino también realizar estancias cortas en laboratorios de Francia y Alemania para completar la formación científica y tener currículums más competitivos.

¿Y en términos industriales?

Depende lógicamente de cada proyecto. En el nuestro, relacionado con el ámbito de la biomedicina, el reto es encontrar una molécula que pueda actuar como diana farmacológica, es decir, que activándola o inhibiéndola en los tanicitos, podamos tener un efecto beneficioso. De ese modo, podría darse el comienzo de una solicitud de patente.

¿Tiene un impacto económico inmediato o a largo plazo?

Los proyectos del ERC pertenecen a los llamados proyectos IDEAS de la Unión Europea. Esto significa que son proyectos muy innovadores, como hemos mencionado antes, de alto riesgo/alto beneficio, por lo que su impacto económico en lo relacionado a propiedad intelectual y términos industriales, tendría lugar a largo plazo. Es importante concienciar de que, a veces, hay grandes descubrimientos que en el momento en que ocurren no se tenía claro su impacto económico, pero en el futuro han resultado ser hitos que cambiaron el mundo.

¿Cuál es el impacto social de un proyecto de este tipo? ¿Qué reporta a una ciudad como Santiago?

Es un sello de calidad. Actualmente, en todos los países europeos, uno de los principales puntos en las evaluaciones de los institutos de investigación y universidades son los proyectos ERC conseguidos. Desde luego no es el único, pero es un símbolo de calidad, en este caso para la USC y por extensión a toda la ciudad. Los proyectos ERC son un faro que las instituciones y Santiago en general deben aprovechar para atraer a otros investigadores. Al igual que ocurre en un equipo deportivo o en una empresa, los mejores quieren estar rodeados de los mejores. Ese efecto llamada que se está ya produciendo en Santiago, donde han comenzando a llegar investigadores ERC extranjeros, aumentarán el prestigio de nuestra ciudad.

Entiendo que no debemos conformarnos con lo que tenemos...

La historia de la USC y de Santiago son imponentes, pero no debemos conformarnos con nuestra historia y tenemos que ser ambiciosos de cara al futuro inmediato. Debemos, entre todos, ser capaces de que Santiago sea reconocido como uno de los lugares de referencia en investigación. Algo similar a lo que han conseguido ciudades pequeñas como Oxford y Cambridge.

¿Cree que la sociedad es consciente del importantísimo trabajo que realizan los investigadores?

Creo que la catástrofe ocurrida este año con la covid-19 ha sido una especie de puñetazo en la cara de gran parte de la sociedad. Hemos cambiado la forma de ver las cosas porque el mundo ha cambiado. Temas a los que antes no prestábamos mucha atención como la ciencia, ahora están en boca de todos. Palabras como PCR, anticuerpos, antígenos, etc. forman ya parte del lenguaje coloquial, algo impensable hasta hace pocos meses. Creo que mucha gente se ha dado por fin cuenta de lo que puede aportar la ciencia: soluciones a problemas esenciales. Los investigadores tenemos parte de la culpa de esa falta de conciencia por no haber sabido comunicar como debíamos. Es algo que se está cambiando porque cada vez hay más programas de divulgación.

¿Qué más se precisa?

Obviamente, un compromiso serio por parte de los políticos. Es absolutamente fundamental tener un pacto de estado para la ciencia, una hoja de ruta clara y estable que proteja la ciencia de calidad. Por supuesto, siempre sometida a evaluaciones exigentes. Llevamos ya muchos años con cambios de decisión meramente políticos, un porcentaje de PIB dedicado a investigación muy inferior al resto de Europa y muchas promesas que no acaban de cumplirse. La ciencia no es de izquierdas ni de derechas, es de avances, y avanzar debe ser una prioridad para todo gobernante independientemente de las ideas que defienda.

¿Qué le preocupa más ahora?

Creo que al igual que a muchos colegas, la falta de estabilidad en la toma de decisiones en relación a la ciencia en nuestro país es un tema que nos preocupa. A todos nos gustaría ver que se materializase un gran pacto por la ciencia. España -y Galicia- tiene unos investigadores fantásticos. Si tienen los mismos recursos que en otros países, estoy convencido de que nos pondríamos a su altura.

26 dic 2020 / 00:00
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