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Andrés lAgo louro, Juez decano de Santiago

"Compostela tendrá por fin antes del verano un nuevo Juzgado de lo Social"

{ Louro, 1973 } Desde que tomó posesión de su cargo tiene dos obsesiones: dotar a la ciudad de más salas y que haya una específica de violencia de género. Sencillo y trabajador, está en primera línea como instructor del caso Alvia. La tardanza en la resolución no es algo que le preocupe, pese a haber finalizado la instrucción, sino que no vuelva a ocurrir un accidente tan terrible. Sabe que la Justicia no reparará el daño a las familias de las víctimas.

Cuando tomó posesión de su cargo, el 28 de septiembre pasado, se comprometió a impulsar el rostro más humano de la Justicia. ¿Cree que la sociedad ve esa cara?

Creo que la Justicia es una gran incomprendida porque la mayoría de la gente que se acerca lo hace con temor. No se dan cuenta de que no es un fin, sino un medio para alcanzarlo. En lograr una sociedad avanzada, democrática, correcta, donde sobre todo se respeten los derechos fundamentales de las personas. Es un error que se vea como algo represor, que está para castigar, y no es así. Está para aplicar las leyes, para interpretarlas y ajustarlas precisamente al sentir de las necesidades de la sociedad en cada momento. Esa es su función esencial. Por eso digo que la gente debe acercarse buscando que resuelvan y amparen sus derechos. Estoy en un juzgado de trato diario, y en temas peliagudos en temas como la violencia de género, debes ser capaz de entrar en esa dinámica con capacidad de afrontarla con comprensión, delicadeza y serenidad, entonces no vas a conseguir Justicia, vas a aplicar la ley seguramente y de forma muy correcta pero no vas a solucionar el problema de esa persona, que a veces se sentirá incomprendida.

Pero hay sentencias que dejan al ciudadano descolocado. Se puede pensar que estamos en manos de un determinado juez o de su valoración...

La Justicia, como toda actividad humana, no es robótica, y nosotros no somos autómatas, cometemos fallos... Pero hay que tener en cuenta que lo que tiene que hacer un magistrado es interpretar la ley, lo que es susceptible de imperfecciones, pero para eso la propia administración de justicia establece mecanismos de depuración de posibles fallos, y en eso es en lo que hay que confiar. Lo que no podemos hacer es que porque no estemos de acuerdo con ella, automáticamente se menosprecie o denoste como si hubiera intención de causar un daño. El que dicta la sentencia, aunque esté equivocado, lo hace porque considera que es la interpretación correcta de la ley. Pero para eso están los recursos.

Hablaba de violencia de género y hace tiempo que se pide una sala específica para Santiago.

Una de las labores que yo como decano me propongo realizar en este mandato es conseguir que la capital gallega esté dotada de un juzgado exclusivo sobre esta problemática. Es decir, lo que no es admisible en la sociedad actual es que un juzgado de instrucción, como es el mío, tenga que atender toda la mañana declaraciones de hurtos, de estafas, de peleas, de tráfico de drogas, y al mismo tiempo atender una o dos víctimas de violencia de género. Eso es inconcebible, no se puede tolerar. Y es que tiene una particularidad, porque a nivel de tratamiento judicial no es complicado, no es una causa de un delito de corrupcion societaria, por ejemplo. No es compleja, pero en ella interactúan muchos factores, por lo que hay que aplicar un enfoque multidisciplinar. Muchas veces el tema que subyace, aparte de ser de orden jurídico, es que se trata de un problema humano. La gente que viene aquí, no viene por una resolución judicial que acuerde una separación, un divorcio, una medida de alejamiento, una orden de protección, un régimen de visitas... Sino que también tenga un amparo judicial, un tratamiento psicológico, y atención por parte de un equipo forense altamente especializado, además de un juez que esté lo suficientemente formado en este tipo de actuaciones para que pueda dar una respuesta correcta a esa situación. Y para que pueda actuar así debe dedicarse únicamente a este tema y no a otros procedimientos. Debe hacerlo en exclusiva.

Pero, ¿hay un plazo previsto?

Hay una proposición que ya se hizo en alguna junta general de jueces. Por mi parte, mi propuesta fue elevada a la Sala del Gobierno y de allí se traslada al Ministerio. Pero estamos en una situación de interinidad por las elecciones, en la que este órgano no está para resolver nada. Así que no creo que sea posible este año. Lo que sí pretendo es que se incluya a Ribeira y Padrón.

¿Y la demanda de la creación de más salas de lo Social? Hay esperas de más de tres años...

Es un tema muy avanzado. El año pasado casi se había logrado, y yo creo que en este, incluso antes del verano, se va a conseguir un cuarto Juzgado.

Además de estas reivindicaciones, se ha denunciado que corren peligro pruebas judiciales depositadas en Fontiñas. Critican el estado de las dependencias y que no están bien custodiadas...

Aquí tuvimos un problema que me tocó a mí como juez. De hecho, creo que fue de las primeras causas que instruí, en 2014, por la sustracción de algunos expedientes. Eso se produjo porque las medidas de aquel entonces no eran las adecuadas, la custodia no era la más correcta. Ahora hay un mayor control. Es verdad que hay mucho papel, porque se escanea muy poco. Siempre que se maneja semejante volumen de documentos es normal que haya cierto desorden pero nada que pueda generar una alarma o que vaya a malograr una causa judicial.

Casos como el Alvia, del que es instructor, o el de Asunta están en el foco no solo de la sociedad, sino también de los medios. ¿Influye esta presión?

A nadie le gusta llevar casos de esta índole y tampoco es adecuado que la Justicia esté en el ojo del huracán permanente de los medios de comunicación. Pero un juez, cuando llega a una ciudad, a un partido judicial con cierta importancia, tiene que tener acreditada cierta experiencia para abstraerse de esa situación. No es fácil, porque somos personas, tenemos familia... Pero hay que separar el aspecto personal del profesional.

Con respecto al accidente de Angrois, ¿en qué punto está la instrucción?

Desde mi punto de vista está finalizada. Se ha dictado un auto de procedimiento abreviado y estamos pendientes de resolver una serie de recursos. Una vez pase esta fase, ya estaremos en condiciones de decidir si se avanza con vistas a la apertura del juicio oral o si por el contrario hay que practicar alguna diligencia más. Eso ya no depende de mí, sino de la Audiencia Provincial.

¿No cree que estos procesos, al dilatarse en el tiempo, también generan entre los ciudadanos la desconfianza de la que hablamos al principio?

Eso de que la Justicia es lenta es un mito. La lentitud no es buena, pero la precipitación tampoco. Estamos ante un caso muy complejo, de mucho calibre, con muertos y heridos, informes periciales... Si se cierra la causa en cinco o seis años no lo vería descabellado. Pero lo importante es que la respuesta jurídica sea la correcta, que esté fundamentada, y mejorar cosas para que sucesos como éste no vuelvan a personas que han perdido a hijos, a familia directa. Eso no lo va a reparar nadie, ni la Justicia, ni siquiera el paso del tiempo.

20 feb 2019 / 23:23
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