El banco ‘secreto’ de la Alameda
La Alameda de Santiago es uno de los jardines más especiales de Compostela y esconde múltiples secretos en sus paseos. Uno de los más curiosos se encuentra en la falda de la carballeira de Santa Susana y es un banco con unas propiedades muy especiales. Se conoce como el banco acústico y fue construido en 1916 por Mariano Fernández Ragel para permitir que los enamoradas se pudiesen comunicar aunque estuviesen sentados cada uno en un extremo distinto del asiento semicircular. Así, su interior transmite el sonido de lado a lado, por lo que todos los que están sentados en él pueden conocer las conversaciones de los que se sientan allí a hablar y descubrir sus secretos.
En el caso de los enamorados, podían contarse confidencias a pesar de colocarse a varios metros de distancia, guardando así las apariencias y burlando a las carabinas, que les acompañaban a todas partes.
Para la construcción de este singular elemento de la Alameda se utilizaron los conocimientos de la física del sonido, estudiados ya desde la antigua Grecia y practicados en obras tan famosas como el teatro de Epidauro, construido por Policleto en el siglo IV la. C.
Se trata de una exedra de 14 metros de diámetro por cinco de fondo construida en piedra de granito. Está situado inmediatamente detrás del Quiosco de la Música, en la zona elevada de la Alameda conocida como el Paseo de las Viudas, que conecta la Puerta de los Leones y el Campo de la Estrella con el Paseo de la Herradura.
Gracias a su diseño y posición en una pequeña pendiente, amplifica la audición de la música interpretada en el Quiosco de la Música, pudiendo de este modo disfrutar de las actuaciones de la banda municipal con mayor comodidad y sin interrumpir el tránsito.
Fue en el año 1914, con el Ayuntamiento centrado en la mejora de la Alameda, cuando el arquitecto municipal Mariano Fernández Rangel, propuso su construcción. Dos años y 900 pesetas después, la estructura estaba lista, adornada en su parte central con el escudo de la ciudad, que aún se conserva.
Además de su función como complemento del Quiosco de la Música, al sentarse en el banco los compostelanos pueden descubrir que, al hablar, el respaldo crea un efecto de eco que permite que se nos escuche perfectamente desde cualquiera puesto del banco.
El secreto está en la acústica que genera este banco de piedra de 14 metros de diámetro. Su forma cóncava y su material de construcción duro, generan un efecto conocido como de galería de murmullos. El sonido emitido cerca de su superficie va rebotando a lo largo de esta y llega con toda claridad la cualquier punto de la misma.
Sin embargo, casi no puede escucharse si las personas se alejan unos metros del banco. De ahí surgió la creencia popular que atribuye a este asiento compostelano haber sido escenario de romances prohibidos, vigilados por carabinas que no permitían acercarse a las parejas de novios que recurrían a la singular acústica del banco para hacerse confesiones a metros de distancia sin levantar la mínima sospecha.
En una época en la que ya no suele haber este tipo de problemas amorosos, el famoso banco recobra ahora su utilidad, puesto que permite mantener conversaciones manteniendo la distancia de seguridad, tan necesaria en estos tiempos de COVID.
Esta joya que esconde la Alameda convive junto a otros pequeños tesoros del jardín compostelano, como los bancos con respaldo de forja realizados por Sargadelos, y estatuas como las de las Dos Marías, Valle-Inclán o el monumento a la Leiteira; o árboles destacados como los dos eucaliptos gigantes traídos desde Nueva Zelanda, La Perona o un tilo plateado.
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