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El ‘buenazo’ de Manuel asesina a puñaladas al fantasma de la tía abuela

José Manuel, un hombre descrito por sus amigos y conocidos como un “buenazo” pero también reservado y callado, llegó a cometer un macabro suceso que ocurrió en junio de 2008. El joven, sin muchos amigos pero muy educado, asesinó a su tía-abuela, de lo cual, se declaró culpable al día siguiente de acabar con la vida de la anciana de 83 años. Las amistades de José Manuel Garabal no entendían que hubiese hecho algo tan horrible. “Bebía mucho” pero nada más, dijeron en julio 2008 cuando el joven ingresó en prisión como sospechoso de un crimen cometido en el domicilio de un familiar.

“Me gustan los gatos” declaró José Manuel en el juzgado en Santiago. Y es que a pesar de los rumores sobre el caso, el móvil del crimen no fue el robo, ni los problemas con el alcohol o las drogas que parecían acompañar al joven asesino durante varios años. En un principio, y según declaraciones del propio autor, el móvil del crimen fue el amor que este sentía por los animales.

Según explicó el joven, Manuela Barreiro era la hermana de su abuela, quien le cuidó mientras era un niño hasta los 10 años. Fue así como el 29 de junio decidió acercarse hasta la casa de ella para hacerle una visita, lo que aparentemente solía hacer de vez en cuando “para ver como se encontraba”, ya que Manuela era una mujer mayor de 83 años.

Alrededor de la una de la tarde sonó el timbre de la casa de la familiar, Manuela Barreiro, fue quien le abrió y le ofreció un mosto y algo de comer, rechanzando Garabal la oferta.

El joven estuvo allí un rato. Visitó la huerta que tenía la anciana, y también subió a la terraza del inmueble. En ese momento, descubrió que la gata de su tía-abuela estaba rodeada de cachorros que acababa de tener, ya que aún tenían los ojos cerrados, según relató el condenado.

José Manuel le comentó la noticia a su tía-abuela Manuela, la cual se mostró sorprendida. Ante esto la mujer decidió coger un palo, mientras afirmaba no querer más animales en casa. Fue en ese momento cuando “empezó a golpearlos” afirmó José Manuel, el asesino confeso.

Aquí fue donde comenzó el inicio de un fatal desenlace. Ante la agresividad de la anciana con los gatos recién nacidos y su madre, José Manuel intentó evitar que continuase, así que salió hacia un cajón de lacocina y cogió un cuchillo de trinchar carne de mango marrón. Volvió a la terraza y le gritó a su tía abuela que parara. Acto seguido, cogió a la mujer de 83 años y le rebanó el cuello con esta misma arma.

Sin embargo, el ataque no mató a la mujer, a la que se le hizo un simple corte en el cuello. Así que, según el testimonio de José Manuel, al ver que la mujer seguía golpeando a los animales, el agresor le realizó un segundo corte en la misma zona. A raíz de esta segunda agresión, la mujer comenzó a sangrar abundantemente por el cuello.

Así, esta vez y dada la cantidad de sangre que brotaba del cuello de la anciana, José Manuel se acercó hasta la cocina para lavarse las manos y el cuchillo en el fregadero. Garabal, explicó en el juicio oral que se celebró con un jurado popular, que tras este segundo corte, y debiendo ver que la anciana se encontraba muerta en un principio o a punto de morir a causa de los cortes, se desplazó hasta el salón para pensar sobre lo que había hecho. Según su testimonio, en la sala de estar se dijo a sí mismo que lo que acababa de vivir fue sólo un momento de ira. En el ambiente, tras este horrible suceso, se escuchaban y veían las imágenes de una televisión todavía encendida ante lo que José Manuel, y cerca de una escena llena de sangre, decidió agarrar una botella de coñac que había justo debajo de donde el se encontraba sentado. A lo que, según sus palabras, bebió un buen trago a morro.

La víctima tardó en morir. Tras un período de tiempo no especificado, incluso en la sentencia condenatoria, se escuchó un ruido desde la zona donde se encontraba el cuerpo, aparentemente fallecido, de su tía abuela. Pero para su sorpresa, y según relató el condenado, la mujer se acercaba por el pasillo de la casa portando un palo bastante gordo. En comentarios del asesino, según recoge la sentencia , su tía abuela le habría amenazado con un “Xosé mátote” lo que le causó un miedo bastante importante, detonando un segundo ataque que acabaría con un asesinato bastante largo en relación a todos los intentos que se realizaron.

Manuela Barreiro, que se encotnraba ya gravemente herida, hizo un amago de acercarse hasta el teléfono, junto a la puerta principal, pero su sobrino-nieto declaró que no sabía si esta quería salir o pedir ayuda. Fue en ese momento cuando la agarró y la tiró al suelo, volviendo a por el cuchillo que había dejado en el vertedero de la casa. Fue justo aquí cuando procedió a clavárselo por última vez “justo en el cuello”. Ella, según relataba, movía las piernas, y el suelo se encharcó en más sangre.

Mostrando mucha frialdad, el asesino se lavó y dejó el cuchillo en el lavadero, metido en el agua. Tras asearse y limpiarse, intentó arrastrar el cadáver para meterlo en un congelador, sin embargo tras avanzar tres metros decidió que no valía la pena y lo dejó en ese mismo lugar. Este asesinato había sido el primero que se registraba en Santiago desde agosto de 2002.

Serían algunas personas las que testificarían en el caso al verlo horas después celebrabando mientras veía un partido de fútbol en un bar. Al día siguente Garabal acudió a la comisaría para confesar el asesinato de Manuela Barreiro, su tía-abuela.

El hallazgo. El cuerpo de la víctima fue hallado alrededor de las 9:02 del lunes siguiente al asesinato. La profesional dela limpieza del inmueble en el que vivía Manuela Barreiro, alertó a la policía al ver, a lo largo de las escaleras del edificio, marcas de pisadas llenas de sangre que procedían de la puerta de la víctima.

Por otro lado, en relación a los hechos que se produjeron en el inmueble ese pasado domingo, los investigadores encontraron en la casa del detenido la ropa que este usó para asesinar a la anciana, ropa que estaba ensangrentada.

La sentencia. Ante semejante crimen, la sentencia le condenó a 17 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía. Fue así como el jurado dictó que José Manuel era el autor criminal del asesinato de su tía abuela, quien además, no pudo defenderse.

Teniendo en cuenta las circunstancias del asesinato, la indefensión de la víctima, así como el desequilibrio en capacidad física y de fuerza, se determinó que el asesinato fue realizado con alevosía, descartando así una posible condena por homicidio que estaba siendo solicitada por la defensa. El propio José Manuel reconoció sus problemas con la bebida y añadió que también consumía cocaína, aunque aseguró que llevaba un mes sin tomar estas substancias cuando se perpetró el crimen.

La mañana del suceso José Manuel discutió con su padre. Éste le decía que tenía que solucionar su problema, pero el acusado no le hizo caso. Se marchó y después de pasar por un bar, fue a casa de su tía.

El fiscal, Jorge Fernández De Aránguiz, reclamó, sin embargo, que se le culpe de asesinato, que cumpla 17 años de prisión y que pague una indemnización de 26.200 euros a los familiares de la víctima. Argumentó además que hubo alevosía y que su víctima no pudo defenderse. Con todo, se descartaron los detonantes iniciales al no encontrar hechos probados y materiales de la justificación del crimen tras la testificación del asesino. La policía científica no encontró estas pruebas.

Relación familiar
Adoración por el asesino

··· Manuela Barreiro Veiras, falleció en manos del que podría considerar como su hijo, ya que esta mujer de 83 años crió a la madre de José Manuel G.P., su sobrina, y la ayudó también a cuidar a José Manuel Un familiar de la fallecida aseguró al CORREO GALLEGO durante el proceso abierto que “la pobre de Manuela, como no tenía hijos propios, crió prácticamente a la madre de este sobrino nieto, a quien cuidó desde que nació”. Por este motivo, la familia no entiende “qué fue lo que llevó a José Manuel a matar a quien tanto le quería... Estamos destrozados, y sus padres totalmente consternados”. Para dar fe de la unión que existía entre Manuela y José Manuel, éste actuó como padrino en las bodas de oro de la mujer y su ya fallecido marido, Jesús Paderne.

Sin pruebas de la existencia del detonante del asesinato: no había señales de ningún gato
El jurado vio que no hubo motivo probado para la agresión que acabó con la anciana

Al término del juicio oral, el jurado popular declaró no probado que la anciana hubiese agredido con un palo a unas crías de gato. Conclusión a la que llegó por “la inexistencia de pruebas o indicios en el registro ocular de la policía científica en las dos ocasiones en que se personaron en la vivienda, siendo objeto de la segunda la búsqueda exclusiva de restos de estos animales en el lugar de los hechos”. Ante la ausencia de pruebas objetivas el Jurado, al declarar no probado el hecho, niega crédito a las manifestaciones del acusado sobre éste punto. El Jurado declaró probado que el acusado padece un trastorno esquizoide de la personalidad, cuyos rasgos característicos son la naturaleza reservada, introvertida y tendente al aislamiento social. Se basó en los informes del psiquiatra del Centro Penitenciario y de la médico forense Dª. Esperanza, que los expusieron en el acto del juicio.

Además, también se declaró probado que el acusado consumía habitualmente mucho alcohol, con base en los mismo informes además de las declaraciones del propio acusado en aquel momento y de la madre de este.

A pesar de esto, el jurado estableció e que no existían pruebas del argumento del delito, no se encontraron los animales que en un principio, fueron usados como un detonante de la agresión. Por otra parte, teniendo en cuenta las pruebas materiales y testificales, tampoco existen informes médicos ni periciales que acrediten una adicción al alcohol, sino un consumo abusivo de este, por lo que, además tampoco se prueba que se hayan visto disminuidas sus capacidades intelectuales o volitivas.

Se presentaron una serie de atenuantes en las que se encontraba el miedo insuperable. Según declaró el procesado, la anciana de 83 años apareció en el pasillo con un palo gritando “Xosé mátote”, lo que produjo al acusado un temor muy grave. El jurado declaró, de nuevo que no existía ningún hecho probado al no existir tampoco ningún informe técnico o pericial que indique que la víctima usase ese palo a modo de arma.

Además, en este sentido la policía científica atribuyó el uso del palo como punto de apoyo para poder desplazarse por el pasillo” según indicaban las manchas de sangre en las paredes y en uno de los extremos del palo.

Según indican las declaraciones del José Manuel, su tía abuela se acercó por el corredor de la casa propiedad de la anciana donde residía. Fue ahí cuando, al verla aparecer tras las primeras agresiones donde ya contaba que hubiese fallecido, el condenado sintió un profundo miedo al ver que se trataba de un “fantasma”, según explicó.

A grandes rasgos, en la sentencia y las informaciones a las que se pudo acceder en su momento, no se describe la resolución del móvil final del crimen, pues se demostró que no hay hechos probados sobre la existencia de la justificación inicial, esto es, la existencia de gatos en el inmueble que pudieran detonar el asesinato, ni tampoco alucinaciones visuales.

Fue admitido el atenuante por el TSXG dado su trastorno mental
El abogado defensor trató de conseguir una condena por homicidio por su estado psicológico

El trastorno esquizoide de la personalidad es una afección poco frecuente en la que las personas evitan las actividades sociales y continuamente evitan las interacciones con terceros. También tienen un rango de expresión emocional limitado.

Este fue el trastorno diagnosticado por el psiquiatra del Centro Penitenciario, además del equipo de Medicina legal de Galicia, que colaboraron con los informes periciales durante el juicio.

Se estableció que, y a pesar de lo que solicitaba la defensa como atenuante. El jurado determina que el joven que mató a su tía abuela en su casa en Santiago en 2008 es culpable de asesinato.

Este trastorno esquizoide tampoco, según relataron, podía haber constituido motivo para ver a unos gatos que no existían, o que por lo menos no fueron encontrados por la policía científica durante las dos inspecciones oculares. Este tipo de trastorno no presenta delirios, alucinaciones, o cualquier deformación de la realidad. Además, tampoco, el acusado, y ahora condenado, debido al trastorno y el consumo de alcohol, hubiera perdido “de forma brusca y total su capacidad de saber lo que estaba haciendo o de controlar sus impulsos”; así como que hubiera bebido antes de cometer el delito y que eso le produjera que su capacidad se viera limitada.

El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia estimó parcialmente el recurso de apelación presentado por la defensa de José Manuel Garabal Paderne, consiguiendo la reducción de dos años de condena. La sentencia emitida por de la sala de lo Civil y Penal del TSXG tuvo en cuenta finalmente las atenuantes de confesión y alteración mental, aunque mantiene la consideración de asesinato para el delito y rechaza que se tratará de un homicidio.

25 oct 2021 / 01:00
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