“El centro debe esforzase para que no decaiga la motivación”
Retomando el tema de la asistencia a clase en la USC, en esta ocasión se pronuncia el decano de la Facultad de Filosofía, Marcelino Agís Villaverde, sobre la situación en su centro. Recordemos que varias organizaciones estudiantiles del Claustro Universitario han manifestado que en muchas materias y grados apenas se acude a las aulas, mientras la Universidad asegura que nada le indica estos hechos e incluso que percibe cierto refuerzo desde que se implantaron las nuevas herramientas online por la pandemia.
Marcelino Agís Villaverde califica como “una fortuna” poder trabajar en un centro que “no está masificado. Eso permite una mejor gestión con grupos reducidos”. Considera, por lo tanto, que la asistencia que se percibe en Filosofía es alta, y entre los principales motivos señala: “La mayoría de las clases son prácticas, o las hacemos bastante interactivas. Además del aliciente que supone, en muchas asignaturas, que cuenten para nota la asistencia y la participación”. Por otro lado, y más allá de las actuaciones específicas de la facultad, cree que el proceso de adaptación a la evaluación continua que están viviendo las universidades “promueve notablemente las interacciones en las aulas”.
Respecto a los motivos que señalan los representantes del estudiantado, como la falta de dinamismo y aprovechamiento de las clases, el decano de Filosofía estima que “puede ser un problema en algún caso, pero no creo que sea el principal y desde luego aquí no lo es. Esos modelos tradicionales, de clases magistrales, hace mucho que se han diluido”.
presencialidad. Tras dos años en los que la docencia telemática se ha visto impulsada por la pandemia, Marcelino Agís Villaverde destaca la importancia de las clases presenciales: “Son mucho mejores para todos, favorecen considerablemente la interacción de los alumnos. La cercanía y el contacto son grandes herramientas para mejorar la educación, y se aprecia en las buenas relaciones que nos encontramos aquí entre profesorado y estudiantes”.
Pese al aumento generalizado de clases telemáticas, incluso tras reducirse las restricciones, asegura que “ni profesores ni Universidad renunciaremos nunca a las clases presenciales”, y espera que las online solo copen toda la docencia “en situaciones excepcionales, como fue la cuarentena”. Sobre ese período, añade que las clases telemáticas supusieron “un mal menor”, y aunque en ocasiones “parecía que los alumnos se conectaban y luego dejaban de atender”, considera inoportuno generalizar, teniendo en cuenta que “en muchos casos se producían problemas de conexión, fallos en los micrófonos y cámaras, descoordinación entre clases, etc”; y era difícil saber qué sucedía en cada caso.
perseverancia. Algunos decanos, profesores y alumnos han señalado en varias ocasiones que una de las causas que influyen en la asistencia es la “desmotivación” o “apatía” que parece afectar a muchos estudiantes.
Por su parte, Marcelino señala que “cuando uno falta a clase, suele ser porque está desmotivado, pero no creo que sea un hecho generalizado, aunque pueda ocurrir unas pocas veces”. Destaca, desde el punto de vista de su centro, que “cuando alguien elige matricularse en un grado, lo hace por interés o vocación. Es evidente que empiezan motivados”. Subraya, además, que en Filosofía “llegan a solicitar la matrícula para primero unas 300 personas por año, y acceden unas 65 o 70 con grandes expedientes y muchas ganas. Aquí, entrar ya es una motivación añadida”.
Por último, afirma que en Filosofía “percibimos que esa motivación se conserva hasta los últimos cursos”, y asegura a la par que “se debe al esfuerzo del centro por mantener a nuestros universitarios motivados. Si la facultad se implica, no es normal que desaparezcan las ganas y se instale la apatía en los jóvenes”.