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El fruto de la palabra

    EN LA HISTORIA reciente ha cobrado mucho peso la escritura; pero en los siglos anteriores, cuando el escribir era cosa de privilegiados, toda la importancia la tenía la palabra. Así, lo que íbamos aprendiendo lo llegábamos a conocer por transmisión oral; y lo que queríamos establecer entre dos partes, lo acordábamos mediante la palabra. La fidelidad a la palabra dada era el orgullo de las personas de bien.

    La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana, tomada del libro de Isaías, recoge el mensaje del Señor, basándose en analogías de la vida ordinaria: Del mismo modo como la lluvia y la nieve bajan de lo alto y no vuelven allá vacías, sino después de empapar la tierra y fecundarla, hasta hacerla germinar, así acontecerá con la palabra de Dios: no volverá a Él vacía, sino que llevará a cabo el encargo que Dios le hará.

    El Evangelio según San Mateo muestra la parábola del sembrador. Este sale a sembrar a voleo, de suerte que una parte de la semilla cae al borde del camino; otra parte cae en terreno pedregoso; algunas semillas caen entre zarzas, y otra cae en tierra buena. La que cae en el camino no tiene futuro más que para alimento de las aves; la que cae en terreno pedregoso, sin fondo, tampoco alcanza gran consistencia; la que cae entre zarzas, sufre la agresión de estas, que ahogan el fruto. En cambio, la que cae en tierra buena da fruto, sea al 30, al sesenta o al ciento por uno. El Señor nos dice que, quien tenga oídos para oír, que escuche. La semilla es la palabra de Dios; y nosotros podemos ser terreno de un tipo o de otro, según demos más o menos fruto. En los que no escuchan, el Señor ve que se cumple en ellos lo que decía Isaías: tengo que hablarles en parábolas, porque, aunque miren y oigan, no ven ni entienden.

    San Pablo les dice a los Romanos que los trabajos por los que hoy pasamos no son nada en comparación con la gloria que nos espera, en la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Entonces todo lo creado, libre de la corrupción, entrará en la libertad gloriosa de los hijos de Dios... Ahora gemimos, pero después llegará la redención de nuestro cuerpo.

    10 jul 2020 / 22:21
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