“El personal de A Barcia ya es mi segunda familia”

Por el cierre de fronteras de Italia, Giorgio Crosara (Chioggia, 1947) se vio obligado a quedarse confinado en Santiago, los primeros días del estado de alarma en una pensión de la zona vieja y hasta ahora en la residencia de estudiantes de A Barcia, acogido por la Xunta de Galicia. Para el peregrino veneciano el Camino no tiene nacionalidad.

¿Cómo se sintió y cómo lo trataron?

Aquí me sentí segurísimo y muy bien tratado por todo el personal. Incluso pasé unos momentos tristes por el fallecimiento natural de un familiar cercano y aquí me consolaron, ayudándome a pasar el luto en la distancia.

¿Por aquí dicen que usted ya es uno más del equipo?

Después de tres meses conviviendo con ellos, ya son mi segunda familia.

¿Y qué hizo durante este tiempo?

Pues ando unos 20 kilómetros diarios. Al principio me pararon, así que andaba por estas magníficas instalaciones con tanto verde. Y también leí y escribí mucho.

¿Qué escribe?

Escribo un diario personal siempre que hago el Camino de Santiago. Esta vez, al caminar solo, reflejé más mis emociones, mis recuerdos de infancia, las decisiones que tomé en la vida...

¿El Camino siempre emociona?

Caminando, esta vez, lloraba mucho por los sentimientos, a pesar de ser un hombre contenido. En la ruta coincidí con una brasileña y un portugués, que ahora son novios. Ellos sí pudieron regresar a sus países.

¿Y usted cuándo regresa?

Por fin me voy el día 24. Vuelos de Santiago-Madrid-Roma-Venecia. Además de mi esposa, me esperan mis hijos y mis nietos. Aunque hablaba con casa varias veces al día.

¿Qué les dirá de los gallegos?

Que es un pueblo hospitalario y generoso. Un guardia de seguridad me llevó un día en su coche a pasar toda la jornada por la Costa da Morte. Y todos los de A Barcia, claro. No tengo palabras de agradecimiento.

¿Qué Camino estaba haciendo?

Es mi quinto Camino, que normalmente hago con mi mujer –Graziella–, pero esta vez no pudo acompañarme. Empecé el Inglés en Ferrol y llegué hasta Ordes, donde ya estaba todo cerrado. Sellé por última vez en una farmacia de Betanzos. Y es la pimera vez que no puedo ver el Botafumeiro.