Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

El sueño de Carlomagno

Después de la conmemoración de la festividad de la Traslación del apóstol Santiago de Zedebeo y del solemne cierre de la Puerta Santa de la Catedral de Compostela, se bajaba el telón a dos años de jubileo santiaguista y se iniciaba la cuenta atrás del Año Santo romano de 2025 -cuyo lema será “peregrinos de la esperanza”- y del Año Santo jacobeo de 2027. Será entonces cuando miles de hombres y mujeres volverán a abandonar sus hogares y, desde “logares de luenga e de estraña tierra”, recorrerán la Vía Francígena y el Camino de Santiago a la búsqueda de la gracia de la “gran perdonança”.

Si centramos nuestra visión en las cifras oficiales del bienio santo compostelano, las cantidades resultan abrumadoras, con 178.912 individuos certificados en el año 2021 y 438.323 individuos certificados en el año 2022, es decir, 617.235 individuos recogieron la “Compostela” en la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago de Compostela. Con todo, si a reglón seguido retiramos el foco de los oropeles numerarios, surge una cuestión significativa. ¿Cuántas acreditaciones fueron antecedidas o sucedidas del cumplimiento de los ritos asociados a la obtención del jubileo en la basílica santiaguista y cuántas acreditaciones se transformaron en un “souvenir” “gourmet” de alto “standing”?

Ironías aparte, acudimos y acomodamos un fragmento de la letra de una famosa canción del grupo “Presuntos Implicados” y exclamamos cómo hemos cambiado y qué lejos ha quedado la definición alfonsina, cuando el peregrino era el “ome estraño, que va a visitar el Sepulcro Santo de Hierusalem, e los otros Santos Logares en que nuestro Señor Jesu Christo nascio, bivio e tomo muerte e passion por los pecadores; o que andan en pelegrinaje a Santiago o a Sant Salvador de Oviedo o a otros logares de luenga e de estraña tierra”, cuando los peregrinos eran los “omes que fazen sus romerias e pelegrinajes por servir a Dios e honrar los Santos; e por sabor de fazer esto, estrañanse de sus logares, e de sus mugeres, e de sus casas, e de todo lo que han, e van por tierras ajenas, lazerando los cuerpos, o despendiendo los averes, buscando los Santos”.

Aunque suene a una evocación de medievalista saudosista, simplemente se trata de la constatación de la existen cia de una dinámica centenaria de “darwinismo social”, en la cual la evolución se ha traducido en la adaptación del fenómeno de la peregrinación y, más concretamente, en el caso jacobeo, ha implicado la progresiva identificación entre el medio -o sea, el Camino de Santiago- y la meta -es decir, el santuario del apóstol Santiago de Zebedeo en Compostela-.

Asimismo, no es un ejercicio de ética normativa, que implique la aplicación de consideraciones subjetivas [relacionadas con conceptos como acertado/erróneo o correcto/incorrecto] al resultante evidenciado en este preciso momento del hecho santiaguista, consecuencia de la combinación de acontecimientos históricos -como el “descubrimiento” y la “atribución” de las reliquias en la novena centuria, el “surgimiento” del año santo en los siglos bajomedievales, la ocultación de las reliquias en la decimosexta centuria, el “redescubrimiento” y la “reatribución” de las reliquias en la decimonovena centuria o la “asociación” del elemento jacobeo en la vigésima centuria- y sus correspondientes relatos, más o menos ajustados o alejados del discurso canónico.

Abandonando la digresión [mitad explicativa, mitad justificativa], regresamos a la senda original del “sueño de Carlomagno”, conocida ilustración incluida en la sección cuarta del «Liber Sancti Iacobi», en la cual se representa la aparición onírica de Santiago de Zebedeo a Carlomagno. En síntesis, el apóstol compostelano señala un camino de estrellas que llevaría al rey de los francos hasta el finibusterre hispano, en donde hallaría el sepulcro jacobeo, que su ejército liberaría de la amenaza sarracena.

Si bien la lectura literal de la escena resultaría anacrónica en el siglo noveno -ya que la muerte de Carlomagno acaece en el año 814, una década antes [más o menos] de la “inventio” santiaguista-, su interpretación en el contexto histórico de la redacción del «Codex Calixtinus» -es decir, de mediados del siglo XII- dotaría a la imagen de su significado.

Desde la segundad mitad de la undécima centuria, los reinos cristianos de la Península Ibérica se encuentran en una fase de ofensiva contra al-Ándalus, en una coyuntura dotada de elementos [como la aquiescencia pontificia, la concesión de indulgencias y la participación de tropas foráneas] que, aún en estado imperfecto, anunciaban la proclamación de la primera cruzada en el Concilio de Clermont del año 1095. En este sentido, esta iluminación sería una instantánea, cuyos protagonistas son Santiago de Zebedeo, apóstol de Jesucristo, y Carlomagno, rey de los francos, a quien, el 25 de diciembre del 800, el papa León III coronaba emperador en la basílica de San Pedro en Roma, convirtiéndose en el paladín y árbitro de la “Christianitas Occidentalis”. En este sentido, en otra representación iconográfica, concretamente en un mosaico del antiguo triclinio de la basílica de San Juan de Letrán, se contempla al apóstol San Pedro entregando la estola pontificia a León III y el estandarte imperial a Carlomagno.

Asimismo, este trasfondo historiográfico se observaría en una epístola [con sospechas diplomáticas] que en el año 906 el rey Alfonso III de Asturias habría enviado al clero y pueblo de Tours, en respuesta a una misiva que habrían entregado “ad egregium pontificem apostolicae Jacobi sedis archiepiscopum Sisinandum”. En sus líneas, se comunicaba que “Iacobi apostoli Zebedei Boanergis, qui ab Herode decolatus est, sepulchrum habemus in Archis marmoricis provincia Galaeciae” y se incentivaba su visita, incluyéndose las indicaciones de una ruta marítima, que arribaría entre “duos fluvios, quos antiqua vetustas nominavit Voliam et Sarem, in locum que dicitur Bisria”, distante doce millas del «Locus Sancti Iacobi». El destinatario de esta carta no resultaba aleatorio, en absoluto, ya que Tours era un centro religioso y un santuario de peregrinación de referencia de los francos merovingios y carolingios.

En síntesis, en el discurso condensado en esta aparentemente sencilla iluminación del «Liber Sancti Iacobi. Codex Calixtinus», acaban confluyendo los relatos de los grandes mitos fundacionales de Europa, identificada con la “Christianitas Occidentalis” de Aquisgrán, Roma y Santiago de Compostela. ¡Ultreia et Suseia!

18 ene 2023 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.