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Monseñor José Diéguez no pudo evitar que se le entrecortara la voz cuando recordó a sus condiscípulos fallecidos // Animó a los presentes a continuar “unidos en Cristo” TEXTO Arturo Reboyras

Emocionante homenaje a la mayor ‘hornada’ de curas 60 años después

La emoción consiguió ayer entrecortar la voz a monseñor José Diéguez Reboredo cuando en medio de la plegaria eucarística recordó a todos sus condiscípulos fallecidos. El obispo emérito de Tui-Vigo presidió la celebración de las bodas de diamante de la promoción sacerdotal de 1961 del Seminario Mayor de Santiago, de la que forma parte.

Una remesa de presbíteros que ahora rondan los 85 años y que recibieron el sacramento del orden el mismo día que se empezó a construir el Muro de Berlín, un 13 de agosto, en el contexto de una Guerra Fría que incluso hizo manifestarse al papa san Juan XXIII, con un recordado discurso radiofónico en el que hacía un llamamiento a la paz y que pondría fin a la histórica crisis de los misiles cubanos.

La de 1961 fue además, como avanzó ayer EL CORREO, la promoción sacerdotal más numerosa que salió de San Martín Pinario en el siglo XX. Aquel día, monseñor Miguel Novoa Fuente, obispo auxiliar de Santiago (el cardenal Quiroga Palacios estaba convaleciente de una operación en el sanatorio de La Esperanza) impuso las manos a un total de 64 diáconos diocesanos —de los que hoy viven diecinueve— a los que se sumaron otros religiosos franciscanos y mercedarios.

Al comienzo del acto de ayer, que tuvo lugar en la misma iglesia donde fueron consagrados, José Santiago Pérez, compañero encargado de organizar la jornada, realizó un breve discurso en el que recordó viejos tiempos en el Seminario y también se refirió a varios compañeros que por motivos de salud o de otra índole no pudieron asistir a la efeméride. Ya en su homilía, monseñor Diéguez Reboredo quiso manifestar su “alegría incontenible e inmensa gratitud” por el don de la vocación sacerdotal y por su largo ministerio.

También recordó sus últimos días en el Seminario Mayor, justo antes del gran día de la ordenación. “Nuestra formación aquí llegaba a su fin, una etapa de crecimiento físico, intelectual y espiritual”, señaló, al tiempo que rememoró cómo era la vida entonces entre los sagrados muros de San Martín Pinario, tiempos a los que se refirió con nostalgia y desgranando los momentos de estudio, deporte y oración.

Por otro lado, se refirió al lema de la promoción: Congregavit nos in unum Christi Amor (El amor nos unió en Cristo) y agradeció el empeño de los compañeros que se esforzaron para reunir a la promoción sesenta años después. “Gracias al entusiasmo de un grupo seguimos viviendo en este lema”, señaló el prelado, antes de destacar a los “amigos que no han reparado en sacrificios para mantener el espíritu del lema”.

Monseñor Diéguez también comentó que “volviendo la mirada podemos recordar muchos acontecimientos que en estos sesenta años tuvieron lugar en nuestro mundo y nuestra Iglesia. Todas estas realidades hacen brotar los propósitos que San Francisco de Asís ya planteaba en sus versos”. Con esto, animó a sus condiscípulos a “seguir caminando hacia el encuentro con el Señor”.

De solemnizar la eucaristía con el canto se encargó otro compañero del curso, Benito Paz Trelles, secularizado al igual que José Santiago. Paz quiso recordar al finalizar la ceremonia que la de 1961 “foi a promoción do século XX”. “A Muralla de Berlín botárona abaixo, pero nós seguimos aquí”, ironizó, al tiempo que quiso agradecer la presencia de familiares y amigos tanto de los homenajeados participantes en la celebración, como los que no pudieron asistir o los que ya fallecieron. La jornada concluyó con un animado almuerzo de confraternidad en la Hospedería de San Martín Pinario en la que los protagonistas pudieron recordar viejas batallitas.

14 ago 2021 / 01:00
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