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En busca de un trabajo digno para las personas ‘invisibles’

Hoy se celebra un encuentro de empresas que ofrecen empleo a víctimas de la exclusión social // Perfiles: exreclusos o mujeres que han sufrido malos tratos

Salir de prisión, haber superado la adicción al alcohol o a las drogas, intentar recuperar una vida digna fuera de los soportales y los sacos de dormir, mujeres en situación de maltrato, víctimas de la prostitución... Son muchas las situaciones de exclusión social que viven a diario numerosas personas de Compostela, incrementadas por la pandemia sanitaria, tal y como han contado en numerosas ocasiones Cáritas o la Cocina Económica, entre otros. Para recuperar una vida lo más parecida posible a la normalidad existe un paso fundamental que es el de la inserción laboral. Si encontrar trabajo es ya tarea difícil para la mayor parte de personas, la situación es peor para quien está relegado socialmente.

Así, en 2007 nació Aeiga, la Asociación de Empresas de Inserción de Galicia, con el objetivo de defender y promover la actividad de las empresas de inserción gallegas y de promocionar el empleo desde su sede del Gaiás. Trabajan con todas las situaciones que refleja la ley de incursión y, en general, con cualquier circunstancia que dificulte el acceso al mercado laboral ordinario, como puede ser la inmigración. Hoy celebran un encuentro en colaboración con la Asociación de Empresarios del Polígono do Tambre, y con la Fundación José Otero-Carmela Martínez, de divulgación sobre economía social y sobre la inserción. En formato online, se pretende que cada vez más tejido empresarial participe en programas de inserción.

La presidente de Aeiga, Isabel Fraga, explica que las entidades sin ánimo de lucro son las que pueden convertirse en empresas de inserción, como Cáritas Santiago. Si bien, la empresa privada también puede dedicarse a la inserción. “Hay ayudas por contratar a personas en riesgo de exclusión. Y, una vez finalizada la inserción, se ofrece una bolsa de candidatos profesionales”, explica Isabel, que anima a que las organizaciones se interesen por convertirse en empresas de inserción y, a su vez, propone a la empresa privada contratar este perfil de trabajadores. Esa es precisamente la gran tarea pendiente, especialmente en medio de una pandemia sanitaria que ha destruido muchos puestos de trabajo.

“La premisa es que una persona solo es libre si tiene un empleo que le ayude a desarrollarse, a sostenerse económicamente. De poco sirve, por ejemplo, que alguien haya superado dificultades en un centro penitenciario si después carece de recursos”, concreta Isabel, encargada además de las dos empresas de inserción de Cáritas en Santiago: Arroupa y AHortas. Igual que Cáritas, todas las entidades sin ánimo de lucro pueden dar el salto de la asistencia a la apuesta por la creación de empleo.

En este sentido, la situación económica actual es crítica para el sector. Desde Aeiga inciden en que los nuevos perfiles de exclusión social corresponden a personas que, antes de la pandemia, tenían una vida relativamente normalizada, ahora sin recursos. Muchas incluso viven en la calle. El dato va en consonancia con los nuevos perfiles comentados hace unas semanas en este periódico por la directora de la Cocina Económica y por Cáritas Santiago: personas que nunca habían imaginado verse en esta situación, y cada vez más jóvenes.

Experiencias de éxito: de Proyecto Hombre a un puesto estable
Gracias a las bolsas de empleo, se ha dado una segunda ‘vida’ a quien más lo necesitaba

Santiago. Si uno se pone en la piel de una persona que lleva varios años intentando superar una adicción en Proyecto Hombre, probablemente con problemas económicos y con muchas disputas familiares detrás, es fácil comprender el desamparo que llega al pasar el bache y volver a la vida común. Retomar la actividad laboral y tener un sustento económico se puede convertir en una barrera insalvable, sin embargo, con ayuda se puede superar. Es el caso de varias personas que trabajaron en las empresas de inserción de Cáritas en Santiago con una bolsa de empleo, y que hoy en día están rehabilitadas en el mercado ordinario. “En las empresas de inserción siempre hay personal técnico de estructura, ya que no solo damos un trabajo remunerado sino formación y acompañamiento durante todo el periodo en la empresa. La finalidad es que pasados tres años, plazo máximo en la empresa de inserción, pasen al mercado laboral”, detalla Isabel Fraga. “No nos vamos a engañar ya que hay muchos fracasos, abandonos, o personas que prefieren no buscar un empleo finalizada la inserción, pero también hay muchísimos éxitos”, añade.

Una de las empresas de inserción de Cáritas en Santiago es Arroupa, conocida por muchos porque es la que se encarga de la recogida de ropa destinada a las personas con menos recursos. Los empleados que entran a trabajar en ella con un programa de inserción, según su perfil, pueden trabajar en áreas muy variadas: desde conductor, hasta dependiente en la tienda de Casas Reais, clasificador de la ropa o con alguna otra tarea en la nave. La otra pata de la inserción en Cáritas de la capital gallega es AHortas, dedicada a la agricultura ecológica. Han puesto en marcha unas fincas en Ordes de tres hectáreas para cultivar bajo el modelo de producción de agricultura ecológica. Todo para formar a personas en riesgo de exclusión –el 80 % de sus trabajadores– en un ámbito laboral estratégico como es la agricultura en Galicia. Además de eso, buscan promover un consumo justo y responsable, apostando por canales cortos de comercialización y partiendo de los principios de economía social.

20 abr 2021 / 01:00
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