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Es cuestión de vida o muerte

    NO CREEMOS que haya sustantivos más importantes, en orden a la existencia del ser humano como son estos dos que dan título a mi artículo de hoy: vida y muerte. Esta es la cuestión y no hay escapatoria. Se contraponen y se complementan, a la vez, y son inseparables. Existen mentalidades suficientemente frívolas para lanzar expresiones tales, como que cada una es dueño de su vida. No es fácil entender cómo puede sostenerse tal afirmación. Vamos a ver. El hombre no es capaz de darse la vida a si mismo. Luego, si la tiene, es porque la ha recibido de otro, al que se la debe y que, además, le ha puesto condiciones paras disfrutarla, entre ellas, la temporalidad cerrada en su finitud, con desconocida fecha de caducidad y la obligación de cuidarla y defenderla. Nadie es dueño de lo que no puede alcanzar por su sola voluntad y, solamente puede y debe conservar por imperativo de un Ser Superior que es quien determina el principio y fin en este asunto. La muerte es la solución de la vida, como el agua del río que tributa al mar. Debe acontecer como un hecho natural y nunca por imposición. El hombre no está autorizado a meter su mano en la vida y muerte de otro hombre. Por eso, todos estamos conformes en que no se puede ahorcar, fusilar, envenenar o quitar la vida a otro, del modo que sea. Pero hete aquí que entra en escena el hombre político y, convencido de que sus atributos son, poco menos, que los de un dios, se atreve a planificar y determinar cuándo y cómo un ser humano debe morir. Se le llama eutanasia, cuando se trata de morir mayor o aborto, cuando ocurre al principiar la vida. De cualquier modo, se les enreda la muerte en las neuronas y legislan sobre la misma, sin reparos de conciencia, porque ésta no figura entre los cánones del engolado gobernante de hoy en día. Viven, a gusto, en las cercanías de la muerte, en vez de sentirse urgidos por las necesidades de la economía que da comida al pueblo. Y así están haciendo historia, a cuenta de dictadores muertos y sus víctimas, dulcificando la faena con la frase de “memoria histórica “, que ya la tenemos los que la hemos vivido y soportado. A la muerte le llaman “buena”, cuando viene de sus manos, hecha ley, con ausencia de consenso. Al aborto le motejan como “una interrupción del embarazo” y así caminan en la frontera de la vida y de la muerte, para intentar calmar conciencias, mientras más las comprometen. Y, a la par, estamos sufriendo un calamitoso estado de pandemia, donde ha quedado demostrado su falta de finura y sentido de gobierno, con miles de muertos mal contados, sin ayuda de eutanasia. Por favor, dejen la muerte tranquila, que ella sola se las arregla para amargarnos la vida

    28 dic 2020 / 00:00
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