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Estatua del General Quiroga en la Fuente del Toral

la referida fuente ocupa la zona central de esa plaza, donde confluyen cuatro importantes calles de la ciudad histórica-monumental: rúas Nueva y de Huérfanas por su zona Noreste; rúas del Villar y de Bautizados en el sur. Todo ese conjunto ocupa el extremo Meridional del espacio amurallado de la urbe, con acceso por las puertas Fajera y de la Mamoa. La plaza tiene, en su lado oriental, formado por diez casas, siete de ellas asoportaladas, cuyo conjunto se llama Cantón del Toral mientras que los otros tres lados, que constituyen la plaza propiamente dicha destaca el lado Occidental que integra un único y hermoso edificio: el Palacio de los Marqueses de Bendaña de estilo barroco (siglo XVIII) en cuya fachada, además del escudo heráldico de aquel título luce, en su parte alta, una estatua del gigante Atlas quien lleva el Universo sobre su cuello.

Fuente. Se construyó el año 1820 por acuerdo del ayuntamiento liberal entonces presidido por el alcalde García Barros bajo el diseño y dirección de obra del arquitecto municipal Agustín Trasmonte. Mucho antes, en 1584, 1757 y 1786 hubo otros tantos intentos de hacer lo propio, tanto por la necesidad del servicio de agua que precisaban los vecinos como por embellecer el lugar. Entonces no fue posible por la falta del líquido elemento que no pudo captarse y canalizarse hasta 1820 en que se hizo uso del agua que proveía el Palacio de la Inquisición, ubicado a más-menos medio kilómetro de distancia y entonces en desuso para el fin que le daba nombre. Sobre su solar se construyó muchos años después el Hotel Compostela. Dicho flujo de agua llegaba desde la Fuente Sequelo, en la calle homónima, donde sigue manando con la recomendación actual de “agua no potable”. Este mismo cauce hídrico se utilizó parcialmente por el ayuntamiento de Santiago para construir, en 1840, otra fuente, que se conserva, en la cercana calle de San Antonio.

Morfometría de la fuente. Los planos elaborados por el señor Trasmonte incluían un pilón cuadrado de más-menos 3,40 metros de lado y 0,85 m de alto, en cuyo centro se disponía una pilastra prismático-cuadrangular de 2,55 m de altura, rematada en un capitel de orden dórico y cuyo fuste diferenciaba, mediante una moldura, la parte sumergida en el agua del pilón de la parte aérea sobre cuyas cuatro caras y a la misma altura de 1,10 metros situó otros tantos caños por los que fluían los chorros de agua para quienes los procuraban, generalmente utilizando como recipientes las famosas sellas.

Sobre la pilastra y con una peana propia se alzaba la estatua de un guerrero vestido a la romana, con casco de hermosa cimera, coraza, lanza de punta romboidal y escudo ovalado que sujetaba con la mano derecha aplicado a la pierna de ese lado. Una túnica y un amplio manto completaban este conjunto, cuya altura, de 2,55 m le daba a la fuente una altura total de más-menos 5,10 metros. Ignoramos el nombre del artista que esculpió la referida estatua.

¿Quién era el General Palacios? Nada menos que don Antonio Palacios Hermida perteneciente a la estirpe de don Diego de Quiroga y Raimundez, terrateniente en la localidad de San Tirso de Mabegondo (Betanzos) y caballero de la Orden Militar de Santiago. Antonio nació el 20 de abril de 1784 y habiendo ingresado como guardia marina en la Armada el año 1804, se mantuvo en ella hasta 1808 incorporándose luego al Ejército de Tierra, donde militó hasta 1838. Durante esos treinta años tomó parte en muchos de los percances bélicos que jalonaron la política española de la época: Guerra de la Independencia; reinado francés de José I; agitado retorno de Fernando VII, en el que el propio Palacios, entonces coronel, protagonizó con el teniente coronel Riego el alzamiento de Cabezas de San Juan (Sevilla), acaecido el 1 de enero de 1820 y que obligó al rey Fernando a jurar y acatar la Constitución de Cádiz, promulgada en 1812. Como líder del bando liberal, Antonio Palacios fue nombrado sucesivamente, entre otras cosas, General-Jefe del Ejército, Mariscal de Campo, Vicepresidente de las Cortes y Capitán General de Galicia. En 1823, por circunstancias adversas, hubo de exiliarse a Inglaterra donde permaneció hasta 1826, en que le se le permitió regresar a España amnistiado de una condena a muerte. Luego, en 1835, desempeñó todavía los cargos de Capitán General de Galicia, de Aragón y de Castilla la Nueva, dimitiendo en 1838 por orden de Isabel II y pasando al olvido. Importa recordar que el año 1821 había sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden Militar de San Fernando, la más alta distinción española en su género y pensionada con 80.000 reales al año.

El 26 de marzo de 1841 nuestro personaje falleció en la ciudad de Santiago de Compostela, donde estaba domiciliado en la calle Preguntorio número 11 y al día siguiente fue enterrado en el cementerio de la Cofradía del Rosario, anexo a la iglesia de Santo Domingo. No hemos podido localizar el lugar de su sepultura.

Agravios a la estatua. En el devenir de su memoria histórica la estatua erigida en honor del General Quiroga recibió una serie de ultrajes y reparaciones fruto de la alternancia, en el gobierno municipal, de liberales y de absolutistas. Fueron:

1822. Los liberales hicieron pintar en una de las caras de la pilastra que sostiene la estatua una inscripción en letras doradas que decía: “El pueblo compostelano al restaurador de la Constitución política de 1820”.

1823. Los absolutistas hacen borrar la inscripción y decapitan la estatua, cuya cabeza desaparece.

1834. El gobierno liberal manda hacer una cabeza nueva en yeso revestida por una capa de cemento y pintada de blanco, imitando mármol y la reponen en el lugar que le correspondía. Don Jesús Carro, distinguido historiador gallego, contaba que a principios de la década de 1940 y con motivo de una reparación pudo ver como obreros del municipio se pasaron tres días rascando dicha cabeza y poniendo al descubierto su núcleo de yeso que al ser lavado chorreaba agua blanca motivo por el cual se supo que era de yeso.

1948. El ayuntamiento franquista, entonces presidido por el alcalde Sarmiento Garra, dispuso que se suprimiera la estatua, bajada de su pedestal por un grupo de empleados municipales el día 10 de noviembre, quienes la llevaron, en una carretilla a un caseto sito en el campo de San Clemente o lugar de Esterqueiras, actual plaza de Rodrigo de Padrón, donde quedó guardada y de la que no volvió a tenerse noticias. Algunos años después, en 1953-54, trató de localizarla el arquitecto Vaquero Palacios, quien entonces dirigía la obra del mercado municipal de Santiago el cual, sabedor de su existencia pensó rescatarla para ponerla en algún lugar digno del referido mercado. Imposible encontrarla ya que alguien, no sabemos quien ni cuando fue el responsable de que la deshicieran a martillazos.

Sustituyendo a la estatua en su lugar de la fuente se colocó dicho año 1948 un jarrón artístico, esculpido en piedra, y decorado en su panza con conchas de viera el cual mide 0,85 m de altura (foto 3). Oí decir, sin poder confirmarlo, que dicho jarrón procedía de una ofrenda devocional hecha al Santo Apóstol.

28 jun 2020 / 00:00
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