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Ictus: estimulación cerebral para recuperación del habla

En pacientes con COVID la mortalidad es tres veces mayor

El desarrollo de nuevas herramientas basadas en el uso de la nanotecnología ha supuesto en la última década un significativo avance en ictus cerebral. En este campo, el grupo del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) ha sido capaz de desarrollar, desde el 2013, nanosistemas para aumentar la eficacia de un fármaco encapsulado y otros importantes hitos relacionados, según se expuso en el IV congreso de la Red de Investigación Cooperativa de Enfermedades Vasculares Cerebrales (Invictus), que dirige el profesor José Castillo, y que se celebró ayer de forma telemática.

En la sesión de ayer, la doctora Clara Correa Paz, del IDIS, explicó que “actualmente nuestras líneas de trabajo se dirigen a conseguir sistemas de liberación controlada capaces de aumentar la eficacia del tratamiento trombolítico con el propósito de reducir el riesgo de transformación hemorrágica que facilita este fármaco”.

El equipo compostelano invitó a otros grupos básicos a participar en modelos in vitro e in vivo con los que validar estas terapias avanzadas.

Otra de las exposiciones de ayer fue la del doctor Jesús Agulla, del hospital Clínico Universitario de Valladolid, que habló del ensayo clínico para comprobar la seguridad de un nuevo tratamiento de neurorrehabilitación para pacientes que han sufrido un ictus, concretamente personas que presentan alteraciones del lenguaje –afasia–, consistente en aplicar corriente continua de baja intensidad sobre el cuero cabelludo mediante un casco.

Esta técnica prepararía al cerebro para tener una mejor respuesta a las terapias de rehabilitación convencionales. La principal novedad del diseño del estudio es que la estimulación se empieza a realizar durante los primeros diez días desde el inicio del ictus. Se ha demostrado la buena tolerancia y su total seguridad con recuperación de la afasia casi por completo.

Por su parte, el objetivo del estudio presentado por Julia Faura, del Instituto de Investigación Vall d’Hebron, es “evaluar el daño pulmonar que se da después del ictus y estudiar los procesos moleculares que llevan a él”. El descubrimiento de vías y moléculas implicadas en el citado daño “podrían servir como dianas terapéuticas para el desarrollo de posibles tratamientos preventivos para la neumonía asociada al ictus, una de las complicaciones más comunes y que comporta un incremento del riesgo de mortalidad”, según la experta.

Entre las distintas aportaciones al congreso está la del Estudio Covictus, desde el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en el que evaluaron si el resultado funcional y la mortalidad de pacientes con ictus son diferentes con o sin afección por coronavirus.

La conclusión, expuesta por el doctor Pol Camps, refiere que los pacientes con ictus isquémico e infección por COVID tienen mayor mortalidad que los enfermos sin este virus. Sin embargo, el resultado funcional es comparable en ambos grupos.

Según explicó, “muchos factores de riesgo asociados a casos severos provocados por este coronavirus son compartidos con las enfermedades vasculares como el ictus”. En este estudio, indica Camps, “nos planteamos si los pacientes con ictus atendidos en la primera ola de la pandemia y que fueron positivos tuvieron peor pronóstico y mortalidad que los negativos”, y los resultados fueron concluyentes: “Los pacientes con ictus positivos en COVID presentaron cuadros más graves e ingresaron en la uci más frecuentemente y la probabilidad de muerte fue tres veces superior que los negativos”.

29 ene 2021 / 00:00
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