La noche compostelana se despide del mítico pub Retablo

“Nós pechamos, está por ver se nun futuro alguén colle o local”. Las palabras las pronunciaba ayer Rafael Areoso, el propietario del pub Retablo desde que, en 1995, se reconvirtió de restaurante a local de ocio nocturno. Por él han pasado la mayor parte de picheleiros algún que otro sábado, muchos estudiantes en las citas de los jueves y algunos peregrinos atraídos por la promoción realizada por Rafa a lo largo de las diferentes rutas del Camino de Santiago. Sea como sea, pocos habrán quedado sin pasar al lado de su gran ángel -en los últimos tiempos hasta la figura lucía la mascarilla puesta-. Cuando el ocio nocturno recupere su razón de ser, el Retablo no será una de las paradas, al menos hasta que alguien se anime a coger el testigo.

Las consecuencias de esta pandemia para la hostelería están siendo nefastas para una ciudad que vive básicamente de la Universidad y del turismo, dos ámbitos que han dejado de dar vida a las rúas compostelanas. En la Casa da Troia han pasado de recibir a los visitantes que querían descubrir la historia compostelana a los picheleiros interesados por saber algo más sobre su ciudad. El restaurante El Bierzo Enxebre, al que los propietarios le habían cambiado recientemente el nombre por Mesón da Troia -situado en la rúa del mismo nombre y solo a unos metros de la Casa-, es otro de los que se despide de Compostela. Tal y como reconocían ayer fuentes de la asociación Hostelería Compostela, la situación es muy delicada.

El restaurante A Tulla, en Entrerrúas, también ha colgado el cartel de cerrado permanentemente. Y, cerca, en el Franco, el restaurante italiano Il Pellegrino tampoco planea recuperar su actividad hostelera. A estos cierres más recientes hay que sumar los del mítico Gambrinus, en la zona nueva, cerrado desde hace meses debido a los problemas de la inquilina para hacer frente a los pagos del alquiler. Y, sin duda, el que más sorprendió por su historia en la ciudad fue el cierre de La Bodeguilla de San Roque. “Son crisis distintas porque en un batacazo económico puedes hacer algunos reajustes pero ahora no hay forma humana. Está todo el mundo afectado”, explicaba su propietario, Francisco Javier Míguez.

Los locales de hostelería no son los únicos. Hace unos días conocíamos el adiós de la pastelería-confitería Ébano, en Romero Donallo, que abrió por última vez al público el pasado 28 de enero. El propietario del establecimiento, Rafael Fernández, justificó la decisión en que con “la crisis actual tardaríamos dos o tres años en recuperar, y no compensa”. La situación del comercio está muy lastrada por los elevados alquileres del casco histórico. Según el presidente de Compostela Monumental y de la Confederación Española de Cascos Históricos, José Manuel Bello, los precios en Santiago están por encima de la media de otras zonas históricas.