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La obligación de comprar buses ‘verdes’ demora la renovación de la obsoleta flota

El incremento de costes, pues los vehículos eléctricos rondan el medio millón de euros, obliga a Raxoi a reencajar esta gran inversión // Con todo, confía en sacarlo a licitación próximamente

Uno de los graves problemas que afecta a Santiago es la ausencia de un servicio de transporte público de calidad, cuya eficacia lleva años en entredicho debido a una flota obsoleta y a unos sistema de información que hacen aguas por infinidad de vías. Mientras tanto, la pregunta clave que se hacen muchos ciudadanos es: ¿habrá financiación suficiente para el nuevo contrato de autobuses urbanos?

Esta licitación, enquistada desde hace años, supondrá, sin duda, una enorme carga económica para el Gobierno local, todo ello a raíz del retraso en la adjudicación. Ahora, atendiendo a las premisas europeas, se produce un encarecimiento muy elevado para sacarlo adelante, por lo que ya existen ciertas dudas en el seno municipal sobre cuándo será posible.

En este sentido, cabe recordar que el servicio se mantiene prorrogado desde la legislatura pasada, cuando caducó el concurso, convirtiéndose así en un lastre para Raxoi que todavía perdura. Esta demora en los plazos derivó en una problemática mayor, puesto que se multiplicaron por muchos enteros las exigencias en materia medioambiental.

En esta línea, de un contrato mixto, con autocares convencionales y otros de bajas o cero emisiones, se pasó a uno en el que todos deben ser “vehículos verdes”. Es decir, no contaminantes. Cumpliendo con este mandato de la Unión Europea, tal y como apuntó el alcalde, Xosé A. Sánchez Bugallo, cada unidad multiplicará su coste por dos (un modelo tradicional tiene un coste de 280.000 euros, un híbrido de 330.000 y un eléctrico de más de 500.000 euros), de ahí que se esté tardando tanto en que vea la luz. Además, la flota se aumentará en doce buses más, con el consiguiente incremento del valor económico también en los pliegos.

Todo ello ha derivado en un asunto de calado que preocupa a todas las partes, puesto que no será sencillo encajar su financiación dentro de las cargas de la capital gallega.

Mientras tanto, cada semana se siguen averiando los viejos y desgastados autocares urbanos, lo que deriva en una urgencia mayor para que lleguen los nuevos. Asimismo, su puesta en marcha tendría que estar lista para 2030, según las últimas estimaciones citadas por el regidor compostelano.

optimismo relativo. A la vez que preocupa la posibilidad de sacar adelante este proyecto obligatorio, puesto que no hay posibilidad de que no sean todos los vehículos con energías limpias, los problemas se multiplican al atender al pago de facturas por parte del municipio.

En todo caso, en sus últimas declaraciones, el concejal de Movilidad, Gonzalo Muíños, apuntó a este periódico que en esta semana se enviarían los pliegos a la Agencia Nacional de Valoración, para luego someterlos a fiscalización y proceder ya a la licitación del contrato. Veremos si esta es la definitiva, puesto que la adjudicación final llevará su tiempo y dependerá de las ofertas presentadas. Llegan, por lo tanto, semanas cruciales para este servicio prioritario de la capital gallega.

Otra de las cuestiones que habrá que abordar cuando los nuevos autobuses sean, más pronto o más tarde, una realidad es si las tarifas, que llevan congeladas desde hace varios años, habrá que subirlas con el objetivo de hacer frente a una inversión que superará los veinte millones de euros. En la actualidad, el billete ordinario de autobús cuesta un euro.

Además de tener que renovar por completo la obsoleta flota actual, que está movida íntegramente por combustibles fósiles, la capital gallega tendrá que acometer muy pronto cambios en el tráfico para adecuarse a las nuevas políticas verdes que exige la Unión Europea.

La medida que más afectará a los ciudadanos será la prohibición de circular por ciertas zonas de los vehículos que, por antigüedad o por el tipo de combustible que utilizan (el gasoleo es el más demonizado), se consideran muy contaminantes.

Esa área de bajas emisiones, la ya conocida como Santiago Central, todavía está en fase de delimitación por parte del Ayuntamiento, pero afectará de una forma especial al casco histórico y al entorno más próximo a la Plaza de Galicia.

desde 2017
numerosos fallos mecánicos

··· El estado de los autobuses urbanos de la capital gallega viene arrastrándose desde 2017. Los fallos mecánicos, derivados del paso del tiempo, cada vez son más notables, de ahí la necesidad de que el nuevo contrato llegue lo antes posible. Además, dentro de las premisas de conseguir un corazón de Santiago más amable y limpio, no tendrían cabida las ‘carracas’ que realizan ciertas rutas de la ciudad. Si todo va según lo previsto, su servicio debería terminarse en los próximos ocho años.

25 oct 2022 / 01:00
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