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La Pilarica: en la Catedral, sí... y en la Alameda, también

La Virgen del Pilar es -o ha sido- valedora de tantas causas que huelga abundar en ellas. Para quienes llevamos este nombre, a mucha honra, es casi como nuestra exclusiva patrona.

Tradición e historia desde los albores del cristianismo han unido a Zaragoza y a Compostela. Dos mil años después se mantiene el culto a una mujer que reconfortó al desalentado apóstol Santiago, cuando vio cómo sus ardientes deseos de predicar la buena nueva, superaban sus fuerzas.

Por intereses de unos y otros, en ámbitos civiles y religiosos, se fue configurando una entretela de episodios narrados o contados, e incluso musicados, que no han hecho más que enmarañar aquella escena, la única en la que la aparecida -no caída del cielo, sino trasladada desde Jerusalén- vino en carne mortal a alentar a Santiago.

¿Cómo pudo ser? Cuando los milagros entran en lógica humana, dejan de serlo. Pasan a ser otra cosa.

Lo cierto es que en España hay dos focos religiosos nacidos bajo el mismo sello: la Basílica de Nuestra Señora del Pilar y la Santa Apostólica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Compostela.

El santuario zaragozano se levantó para dar cumplimiento de tan gran valedora, alrededor de la Santa Columna. El templo compostelano para acoger la cripta de Iacobus, en el bosque Libredón. Ambos lugares son centros de peregrinación para muchedumbre de gentes y fuente de inspiración para muchas otras.

Hay similitudes entre el templo aragonés y el gallego, incluso en su memoria menos grata. Santa María la Mayor y del Pilar rivalizó por su preeminencia frente a la Seo de Zaragoza. La Catedral de Santiago de Compostela hizo acopio de favores reales para posicionarse como sede del Patrón de Galicia y de España.

A día de hoy Compostela cuenta con dos capillas -en ciudad no tan grande- que llevan la titularidad de la Virgen del Pilar y se levantaron casi a la par: una en la propia catedral y otra en el paseo de la Alameda. Ambas alentadas por el arzobispo Monroy (1634-1715) y el promotor del culto a la Virgen del Pilar, J. Sánchez de Vaamonde, canónigo del templo apostólico y gran amigo de los PP. Mercedarios de Conxo.

Los avatares de esta última capilla, sus vínculos con los mercedarios, su inserción en la antigua parroquia de Sta. Susana (en tiempos, copatrona de la ciudad) son suficiente acicate para adentrarse en su historia, arte y devoción.

El hecho reciente de haber sido testigos de cómo el retablo de su nave central se erigiese de modo inusual, a retazos, despiertan aún más una sana curiosidad, tan humana como trascendental.

Esta historia la guarda en su memoria D. Antonio Vicente Ferreirós (Oeste-Catoira, 1938), párroco de Santa Susana y de la Iglesia del Pilar. Su afán por ver alzado el antiguo retablo presidido por la hornacina con la imagen original de la Virgen del Pilar (anteriormente, en la iglesia de Sta. Susana), es un logro conseguido con tiempo y paciencia. En ese puzle no todo casa: faltan piezas, visibles en fotos y mapas próximos, como los acabados de las columnas dieciochescas. Y sobran -es un decir- otras como la talla de S. Antonio o la lámpara central que resta visibilidad a ese retablo.

Aun así, toda ella tiene valor. Es testigo de cómo por Porta Faxeira llegan peregrinos. Es espectadora del recreo de santiagueses que, desde hace más de siglo y medio, salen a pasear -ahora hacen footing- por la Alameda. Ahí queda el Pabellón de la Exposición de 1909. Y sigue siendo punto neurálgico de fiestas, ferias y otros eventos entorno a la robleda de Sta. Susana, heredad también de Sánchez de Vaamonde.

Si los padroneses tienen motivos suficientes para relanzar una villa con un pasado de tal relieve (Iria-Flavia, además de sede episcopal era puerto de entrada en esta tierra), no menos obligación tenemos los compostelanos hacia su Pilarica del Paseo de la Estrella.

Irse a Groenlandia, a Thailandia o Zotalandia es opción respetable. Acercarse a Zaragoza o a Compostela, también lo es. Más cuando se fomenta lo que ahora va unido en un mismo pack: el viaje y la sostenibilidad.

¿Promovemos un bono turístico, o de patrimonio histórico-espiritual, con estas miras? La catedral y sus caminos se venden solos. Los lugares vinculados a la Iglesia del Pilar y su entorno, un poco menos.

Observar Sta. Susana y el Pilar, ir a Santa María de Conxo (con su pequeña plaza del Obradoiro), conocer S. Domingos de Bonaval (renovado, cuyo interés allí descubrirán) y acabar al pie de la catedral, es un tour cabal.

La melodía viene dada. Antes la ponían los músicos de la catedral y la banda municipal. Ahora está en el murmullo y el silencio de cada rincón. O en la voz que arropa letras foráneas como las del Himno de las peregrinaciones (texto de Florencio Jardiel, música de J. Bautista Lambert. 1908).

12 oct 2021 / 01:00
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