La sabiduría que Dios da

esta tarde no podemos celebrar la Misa de mañana, pues la solemnidad de hoy prevalece sobre ella. Sin embargo, el comentario de hoy, aun agradeciéndole al Hijo de Zebedeo su testimonio de fe y la entrega de su vida por Cristo, versará sobre las lecturas del domingo, condensadas en el título arriba señalado. Hoy es muy común plantear los estudios que se van haciendo en el Instituto y después en la Universidad, mirando a que el estudiante se desenvuelva con soltura en la vida. Se busca el sacar el mayor fruto, más que en la ciencia que se pueda adquirir, en el resultado económico que pueda lograrse. Sin embargo el Señor ansía que busquemos una sabiduría celestial, sublime, no apegada a los bienes materiales, sino que busca analizar bien todo y moverse por la inclinación que Él nos da, lo que suele llamarse “vocación”, de modo que, desde esta, sirvamos a los demás, para gloria de Dios. La 1.ª lectura de la Misa de mañana presenta al Señor ofreciéndole a Salomón lo que este quiera. El rey le pide sabiduría para gobernar a su pueblo, y el Señor le alaba por no haberle pedido larga vida ni riquezas, ni poder sobre sus enemigos: de ahí que le conceda un corazón sabio e inteligente, como el que nadie había llegado a tener. La 2.ª lectura, de la Carta de San Pablo a los Romanos, presenta a Dios tomando la iniciativa, para hacer que, a quienes le aman, todo les sirva para bien. El Señor nos llama, nos acompaña, nos justifica y glorifica. El Evangelio sigue mostrándonos algunas parábolas de Jesús. Acontece con el Reino de los Cielos como con quien encuentra un tesoro escondido en el campo. Dándole importancia a ese tesoro, vende lo que tiene y compra el campo: señal de que le atrae el Reino de Dios. También acontece con el Reino de los Cielos como con un mercader de perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, vende todo y compra esa perla. La perla en cuestión es el Reino de Dios, que mueve al creyente a entregarse a él por encima de todo. También sucede con el Reino de los Cielos como con una red barredera que coge peces de todo tipo, pero solo los válidos se hacen dignos del Reino de Dios.