Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

La última estancia

    En el frontispicio inmaterial de los avatares de la reciente pandemia habría que grabar aquel famosos verso de Bécquer “qué solos se quedan los muertos” . De los fallecidos por el virus, solamente sabemos que una mayoría alta fueron personas de elevada edad. No sabemos exactamente cuántos , porque los muertos suelen contarse mal, y , si son muy mayores, mucho peor. En lo concerniente a este aspecto del tema surgió la controversia , se precipitaron opiniones de todo género y no hay acuerdo porque medió la política y, cuando la política interviene, lo emborrona todo. Lo que sí ocurre es que los muertos nos duelen todos y que, por afinidad coetánea y solidaridad de grupo, los muertos viejos nos duelen más. Tanto es así que retomando el contenido del verso becqueriano , podríamos decir “ qué solos se mueren los viejos “. Cuando entramos en la última estancia de la vida y se atisba el final de nuestros días hay demasiadas horas para pensar en soledad y encender el fuego de la zozobra y de la angustia al ver cómo nos acercamos al último muro en el que se estrellará nuestra existencia, sin tener el calor de mano amiga. Por eso, y ya por tercera vez, recurriremos al ya redicho verso y añadiremos un nuevo matiz a su cadencia. “ Qué solos se quedan los solos y viejos en vida “.

    De hecho la soledad no tiene por qué ser una dolencia. Tenemos la figura del anacoreta y del monje en clausura que así lo avalan. La que duele y atormenta es la soledad no pretendida. Y, aún más, la soledad impuesta por el egoísmo de quienes podían hacer algo para evitarla. Si echamos una rápida mirada al cotarro social de nuestros días, es fácil comprender que nos hallamos ante un presente muy poco favorable a los ancianos, a los que devolvemos mal por bien y sin remordimientos de conciencia. El mal llamado progreso nos ha traído la falta de ética, el egoísmo, la ausencia de escrúpulos y el hedonismo. El mundo actual ha dictado ya sentencia, y por muchas que sea la hipocresía y la frivolidad, debemos decirlo. Los mayores estorban. Estorban a las familias que tienen el deber de cuidarlos y al estado que tiene la obligación de cubrir lo correspondientes gastos sanitarios. Unos y otros desempeñan su papel en el reparto .Pero no hay para todos. En consecuencia, hay que hacer triaje. Los deudos les envían al aparcadero de las residencias y la cosa se queda en el ámbito privado. La administración les atiende como puede y hasta donde puede, que no es mucho, pero ocultando quien sabe qué vergonzosos pensamientos a la hora de establecer urgencias, con ánimo discriminatorio. Antes se decía que pasen los ancianos, las señoras y los niños. Ahora se piensa; que esperen los de la última estancia.

    04 jul 2020 / 00:51
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    TEMAS
    Tema marcado como favorito
    Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.