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Las mujeres en el Camino de Santiago: evocación del pasado, mirada al presente y ambiciones de futuro

Sin duda, el reconocimiento de las mujeres como sujetos históricos del Camino de Santiago y el desarrollo de las mujeres como sujetos historiográficos de los “estudios jacobeos” han avanzado significativamente en las últimas tres décadas. Desde la aparición iniciática de Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago [Marta González Vázquez, 1989] hasta la reciente arribada de Women and Pilgrimage [E. Moore Quinn y Alison T. Smith, eds., 2022] o Cultura escrita, mujeres y peregrinación en la Europa medieval [Esther Corral Díaz, ed., 2022], han ido surgiendo interesantes iniciativas ~como Femmes et Pèlegrinages = Women and Pilgrimages [Juliette Dor y Marie-Élisabeth Henneau, eds., 2007], Mujeres y peregrinación en la Galicia medieval [Carlos Andrés González Paz, ed., 2010], Women and Pilgrimage in Medieval Galicia [Carlos Andrés González Paz, ed., 2015], Mulleres na Ruta Xacobea [Editorial Compostela, ed., 2020] o La peregrinación de la nobleza en la Edad Media [Carlos Andrés González Paz, Marta González Vázquez, Helena Guzik, 2021]~, que han aportado y siguen aportando visibilidad a las mujeres y sus roles plurales en las vías santiaguistas.

En efecto, de manera secular, las mujeres [de heterogéneo origen geográfico, estrato social y condición económica] han sido peregrinas al santuario del apóstol Santiago de Zebedeo en Compostela. Sin embargo, sería una visión reduccionista, ya que las mujeres han ejercido activamente la hospitalidad caminera, desde la fundación de centros asistenciales -como en los casos cuatrocentistas del hospital de Santa María, asociado a Elvira González, o del hospital de la Piedad, vinculado a Teresa Pérez Fiota, ambas representantes del patriciado urbano de Burgos y Pontevedra, respectivamente- hasta la atención hospitalaria -de Dominga de Garralda y María de San Miguel en el hospital de Roncesvalles en el siglo dieciséis a Marina de Iraurgui en el hospital de los Santos Juanes de Bilbao en el siglo diecisiete, o de Isabel Fernández en el hospital de Montouto de A Fonsagrada en el siglo dieciocho a Celestina Pérez en el hospital de Bermeo en el siglo diecinueve- o el ofrecimiento de hospedaje benéfico -como la anciana de O Cebreiro que acogió a Nicola Albani en su “viaggio da Napoli a San Giacomo di Galizia” en el siglo XVIII- u oneroso -como la posadera flamenca que alojó a Jean de Zillebeke en Santiago de Compostela en el siglo XVI-.

En el reverso de la moneda jacobea, como contraposición a las virtudes de las “hijas de Ave”, se encontraban las maldades de las “hijas de Eva”, mujeres como Catherine de Firbes -acusada del ejercicio ilícito de la medicina en el tramo aragonés del Camino de Santiago-, como las mesoneras y taberneras -caracterizadas como codiciosas, embaucadoras y ladronas, maestras en el engaño de los peregrinos~ o como las prostitutas que, en las áreas montuosas de la comarca lucense de A Ulloa, salían al encuentro de los romeros, a quienes seducían con su dominio de las malas artes. Según consta en el Códice Calixtino (siglo XII), “no sólo deben ser excomulgadas, sino que además deben ser despojadas, presas y avergonzadas, cortándoles las narices, exponiéndolas a la vergüenza pública”.

Ahora abandonamos el discurso del pasado y damos el salto al relato de la actualidad de las mujeres en el Camino de Santiago, cuyo análisis sigue siendo una asignatura pendiente de la “historia social”, que aparentemente ha claudicado ante otras materias y metodologías humanísticas integradas en los “Women’fs Studies”, como la antropología, la geografía humana o la sociología.

No obstante, el éxito en su conocimiento no vendrá de la creación de cotos y el mantenimiento de vedas, sino de la colaboración interdisciplinaria. En esta ocasión, con motivo de esta reflexión sumaria, nuestro modesto objetivo se centra en el acercamiento a las estadísticas de la Oficina del Peregrino de Santiago de Compostela, accesibles a través de su página web [https://oficinadelperegrino.com/], que abarcan una serie cronológica comprendida entre el Año Santo 2004 y el Año Santo 2021.

Del examen de los datos oficiales de la Iglesia de Santiago de Compostela, al menos se colegirían estas tres observaciones primarias. Por una parte, la naturaleza facticia de la cifra correspondiente al Año Santo 2004, en la cual resulta sumamente difícil discernir el peso específico inercial de la promoción turística jacobea, iniciada con motivo del Año Santo 1993 [en cierto sentido, a rebufo del éxito internacional de la conjunción de la Exposición Universal de Sevilla y de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992] y continuada en el “gmilenarismo” del Año Santo 1999.

Por otra parte, el cambio de tendencia experimentado con ocasión de los fastos dedicados a la conmemoración del «VIII Centenario de la Peregrinación de San Francisco de Asís a Santiago de Compostela», constatándose un crecimiento cuantitativo sostenido entre los años 2013 y 2019, cuando la cantidad de peregrinas acreditadas superó al número de peregrinos acreditados.

Finalmente, esta orientación ascendiente quebró abruptamente en el año 2020 debido al impacto global del coronavirus SARS-CoV-2 y a un efecto colateral relacionado con la doble feminización de la asistencia profesional socio-sanitaria -según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2021 el número de colegiados en España se situaba en 923.207 (289.266 hombres y 633.941 mujeres)- y del cuidado informal de los sujetos dependientes en el ámbito doméstico -si en el año 2008 se contabilizaban 1.326.270 cuidadores informales, la cuantía alcanzaba los 6.086.020 cuidadores informales en el año 2016-. Con todo, afortunadamente, su efecto adverso resultó coyuntural, recuperándose una línea creciente en el año 2021 que, en apariencia, se estaría confirmando en la actualidad, cuando a la altura del 31 de julio de 2022, en la Oficina del Peregrino de Santiago de Compostela, se habían acreditado 79.000 peregrinas [52,12%] y 72.590 peregrinos [47,88%].

En definitiva, en esta reflexión hemos hilvanado, a veces con puntada larga, a veces con puntada menuda, las múltiples temáticas susceptibles de surgir de la combinación de la “historia social de las mujeres” y los “estudios jacobeos”, dos áreas y metodologías de conocimiento cuya sinergia, como la “poesía-herramienta” del famoso cántico de Gabriel Celaya, es un arma cargada de futuro expansivo, que apunta directamente a la “gauctoritas”h de la academia -nombradamente del Sistema Universitario de Galicia, en donde acaso debería abrirse el debate acerca de su oficialización en los planes de estudios-, al “altruismo” del tejido empresarial -con la implementación de un sistema de mecenazgo de las ciencias humanas, siempre dolientes y adolecientes de la falta de financiación privada- y a la “potestas” de los poderes públicos -de manera especial, a los responsables de las áreas de igualdad, educación, cultura e investigación- del finibusterre ibérico. ¡Ultreia et Suseia!

04 sep 2022 / 01:00
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