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Regentado por Carlos y Mercedes, O Establo, en Villestro, cumple ya su cuarto aniversario // Ofrecen un menú a la parrilla en el que también destacan los postres TEXTO Brais Fdez.

Latido argentino en el corazón de Galicia

En un punto de equilibrio total con el cosmos, así define Carlos Batovaz, gerente de la Parrilla O Establo, su situación personal y laboral actual. Después de unos comienzos siempre duros, en los que tuvieron que adaptarse desde cero, celebran ya su cuarto aniversario en su establecimiento situado en Lamas de Laraño, Villestro.

A pesar de la inactividad provocada por la pandemia mundial del coronavirus, gracias a su estilo muy familiar, en el que combinan un producto de primera calidad con la maestría de Carlos a la parrilla y la de Mercedes como repostera, este matrimonio de bonaerense y gallega siguen conquistado el paladar de los santiagueses con un menú a la parrilla galaico-argentino, todo ello sumado a una casa rústica, con más de cien años, con capacidad para cincuenta y seis comensales, aunque en la actualidad el aforo se ha reducido para mantener la distancia de seguridad entre mesas. A esa medida también se han incorporado otras como el uso obligatorio de mascarillas o la colocación de geles hidroalcohólicos. “Ante la necesidad de la gente, ofrecemos también una respuesta”, indica.

Fruto del boca a boca, sus asados, en los que se busca que además de una comida sea también un punto de reunión, al más puro estilo argentino, se mezclan las materias primas locales de primera calidad con el estilo de Argentina. “Algo muy típico de allá, y que hemos incorporado, son la empanadilla, una porción de mollejas de ternera y la provoleta (queso de origen italiano) como entrante, antes de entrar con la carne. La base es servir de a poco para que puedas ir charlando con quien estás y no tener apuro. Seguimos el ritmo que marca la gente y cuando quieren repetir, repiten”, explica el parrillero.

Por ello, su menú, que comienza con esos entremeses, los cuales ofrecen a la par que una ración de calamares, pulpo o langostinos, al gusto del cliente, le sigue el plato principal. “Es un completo en el que se incluyen todas las posibilidades de tomar churrasco de cerdo, ternera, secreto o incluso la variedad de solo ternera. Todo ello servido de a poco y repitiendo las veces que uno quiera, rematando la degustación con postre o café”, detalla.

Precisamente, es en esa parte dulce en la que aparece la mano de “Merce”, con una amplia variedad de postres, todos ellos caseros, entre los que se encuentran la tarta de queso, tiramisú, natillas, tarta de la abuela, mus de limón o una mus de crema de orujo con dulce de leche. “Una broma que tenemos con los clientes es que aquí se viene a comer carne, pero en vez de repetir, muchos dejan un hueco para el postre”, asegura sonriente el propietario.

Con todo, para aquellas personas a las que no les gusta la carne, cuentan con dos alternativas. Por un lado, un pescado, que puede ser merluza o calamar; y por el otro, una pasta, cuyas variedades son los ravioli de espinacas, los ñoquis y los espaguetis. En ambas variedades, disponen de un entrante, que pueden ser croquetas o ensalada, según cada uno.

De esta forma, y merced a una cercanía que les permite conocer las preferencias personales de los clientes habituales, suman al banquete una confianza extra, en la que se busca la calidez de los comensales, aportando un valor añadido al gran producto final.

La combinación de todos estos factores ha provocado que su éxito vaya en aumento, por lo que los fines de semana la gran mayoría de los clientes llegan mediante reserva previa. Ese éxito en el trabajo, unido a la paz y tranquilidad que le brinda Galicia, hace que Carlos y Merce sean unos enamorados de nuestra tierra.

Esa simbiosis entre la vida social y laboral provoca que sólo tengan palabras de agradecimiento hacia los gallegos y gallegas que tan bien los han acogido. Por este motivo, y al igual que en Argentina se incorporaron costumbres de nuestra comunidad, ellos intentan aportar su granito de arena a la consecución de un producto nativo gallego, con unas carnes cuya calidad “ha aumentado de manera exponencial” y unos vinos “buenísimos también”.

Por este motivo, “lo único argentino quizás soy yo”, dice Carlos. De ahí que se definan como un latido argentino, en el corazón de Galicia.

01 ago 2020 / 00:38
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