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Lecturas intemporales

Parece que últimamente la crítica literaria se ha convertido en un reducto de eruditos ajenos al común de los lectores y recluidos en universidades o publicaciones minoritarias. En cualquier caso los lectores solemos contar con los suplementos literarios de los periódicos, que mal que bien nos van informando de las novedades, aunque a veces ya no sabemos si asistimos a una promoción editorial o a un genuino acto crítico. Es por todo ello que al encontrarme con un apasionante ensayo literario del historiador Isaiah Berlin he quedado deslumbrado y necesitado de reflexionar un poco sobre estos asuntos.

Berlín se dedicaba a la historia de las ideas; la Ilustración y sus enemigos, el romanticismo, el marxismo. Un terreno que dominaba y exponía con brillantez. El trabajo del que hablo es Padres e hijos, centrado en la figura de Iván Turguénev y la novela de mismo título.

Turguénev fue un novelista que vivió casi siempre fuera de Rusia y que era visto por las autoridades zaristas como un liberal peligroso. Él se movía con soltura en los medios literarios europeos y era amigo de los principales escritores franceses del momento. En aquellas luchas enconadas entre eslavófilos y occidentalistas figuraba de manera natural entre estos últimos.

Siempre ha ocupado un lugar prestigioso en la literatura rusa, aunque quizá algo oscurecido por el brillo propio de Tolstói y Dostoyevski. Lo que hace Berlin es centrar la figura del escritor, con todo lujo de detalles, en el momento preciso en el que escribe la novela y dándonos noticia de la situación política y cultural del país. Autor de una obra ya reconocida, “Memorias de un cazador” jugó un cierto papel en la discusión sobre la emancipación de los siervos que tuvo lugar precisamente en esas fechas, Turguénev se propone en “Padres e hijos” establecer, a través de la literatura, el estado de las cosas en la Rusia de 1860.

Aquí surgen los problemas. Una sociedad como la zarista, que prohibe el debate político en todas sus formas, sea en algún tipo de parlamento más o menos representativo o en la misma prensa, convierte la literatura y las revistas literarias en un verdadero campo de batalla; no había en la Europa del momento una intelectualidad más radicalizada que la rusa. Lo que pasaba en aquellos años en el mundo de la cultura tuvo una gran influencia en la trágica historia de Rusia en el S. XX.

La novela de Turguénev cuenta la eterna lucha entre generaciones. Dos jóvenes universitarios, Arkadi y Bázarov, vuelven a casa y traen con ellos las ideas radicales que proceden de las universidades alemanas, el positivismo científico y la crítica despiadada a la anquilosada sociedad rusa ensimismada en su sueño secular. El choque es inevitable.

Bazárov ha devenido en un personaje mítico: él mismo se define como nihilista, un término que aparece en esta novela por vez primera. Considerado por unos como una anticipación de los bolcheviques, como un terrorista en potencia por otros, el mismo Turguénev, nos dice Berlin, amaba y temía a Bazárov; sin saberlo anticipaba tiempos turbulentos. Su figura provocó debates apasionados a izquierda y derecha y no pocas zozobras al escritor, que se veía en medio de un torbellino que lo sobrepasaba. Al margen quedaban los valores propiamente literarios, las descripciones poéticas, los diálogos sutiles, los delicados matices amorosos. Y el propio autor, un hombre moderado que procuraba ser ecuánime.

Si leemos hoy Padres e hijos y no estuviéramos advertidos de sus entresijos no se nos ocurriría pensar en lo tumultuoso de su recepción. Nos parecería incluso una novela levemente romántica, tocada de una nostalgia otoñal. A la muerte de Turguénev su cuerpo fue trasladado a San Petersburgo. El entierro fue vigilado por la policía y aprovechado por la oposición al régimen para manifestarse. Curiosamente en las ediciones que he consultado no hay mención de este ensayo de Berlin, en lo que parece ser un ejemplo de falta de ambición totalizadora.

La lectura de los clásicos nos permite sumergirnos en otras sociedades, en realidades muy distintas de la nuestra y eso puede tener efectos balsámicos en estos días acelerados y llenos de ruido y agresividad ambiental. Pero no nos confundamos; no, no se trata de una actividad escapista y de abandono de la realidad. Los personajes de Padres e hijos nos interpelan y dicen cosas de nosotros mismos que nos ayudan a comprender el mundo de hoy.

04 may 2022 / 01:00
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