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Aplazaron su boda un año por la pandemia, y decidieron andar hacia Compostela como viaje porque querían ayudar a la economía local // Como anécdota, cuentan que fueron en dirección contraria hasta que la Policía los recondujo TEXTO Manolo Fraga

Luna de miel en el Camino “por conciencia social y fe”

El Camino es un pozo sin fondo de historias. La más reciente la de los recién casados Mónica Romero y Francisco Ojeda, una pareja que contrajo matrimonio el 12 de junio en Altea (Alicante), donde viven. Y por distintas razones, entre ellas la fe católica, optaron por la Ruta Jacobea para hacer su viaje de novios: “El Camino nos llamó a nosotros, somos creyentes”. Llegaron a Santiago el día 22 tras cinco etapas a pie desde Monforte de Lemos, en plena ruta de Invierno, una experiencia que vivían por primera vez. Al igual que le ocurrió a tantas otras parejas, tenían previsto contraer matrimonio hace un año, pero la pandemia sanitaria imposibilitó la celebración. El COVID y sus consecuencias fueron determinantes para que escogiesen caminar a Compostela como viaje de novios, con el afán de ayudar. “Somos gente arriesgada, sencilla y humilde, así que pensamos en compartir el Camino. Por conciencia social también queríamos gastar en nuestro propio país, donde el sector de la hostelería ha sufrido tanto”, según declaran los recién casados.

Pese a que la experiencia ha sido muy satisfactoria para ambos, no todo les salió según lo planeado. Un ejemplo es el Camino en dirección contraria que emprendieron por despiste. Fue al salir de Silleda donde se desorientaron a pesar de las explicaciones recibidas. “Acabábamos de comer, llovía mucho y nos despistamos. Lo bueno fue que nos pasó una patrulla de la policía local y se percató de que íbamos perdidos, en dirección contraria unos cinco km. Así que, amablemente, nos devolvió al pueblo”, indican los peregrinos entre risas y agradecimiento, tras contar una anécdota que les ha valido para extraer una moraleja. “El Camino es como la vida, difícil, emocionante. Si reímos, reímos juntos; y si lloramos, también. Además, encaja con nuestros valores de las cosas sencillas. Como decimos en el sur, a veces necesitas recibir una guantá sin manos para darte cuenta de que el ser humano es muy limitado. Pero la vulnerabilidad nos hace mejores personas”, subrayan.

Tras superar las dificultades que entraña la Ruta, llegó al fin la ansiada jornada de la última etapa. Se levantaron a las cinco y media con el objetivo de llegar a Compostela a tiempo y cumplir con la tradición de asistir a una misa dedicada a los caminantes. Finalmente, no pudieron asistir a la Misa del Peregrino debido a las restricciones de aforo. “La entrada en el Obradoiro es grandiosa. Sentimos pena porque se acabase y, al mismo tiempo, alegría por llegar”, narran sobre el final de su viaje. Tras llegar a la capital gallega y hacer las fotografías de rigor, esperaron media hora en la cola para recoger su Compostela, comieron empanada, caldo y tarta de Santiago en el Entre-Rúas, el restaurante situado en el callejón del mismo nombre. Antes de dejar la ciudad del Apóstol, visitaron en el Casino la exposición fotográfica del Camino de Invierno, impulsada por Alumni USC, la asociación de antiguos alumnos y amigos de la Universidad de Santiago.

“Estoy muy contenta por haberlo hecho, y no lo cambiaría a pesar de que me duele la rodilla un montón y él está lleno de ampollas. Es muy emocionante y creemos que todo el mundo debería hacerlo”, según advierte ella. De hecho, la pareja ya está pensando en repetir con amigos. Solo se encontraron con una peregrina, Ana, de San Sebastián, con la que caminaron y algún día comieron juntos. La pareja, que dice estar “encantada” con la vivencia, valora de este trazado alternativo al Francés que es cien por cien gallego y muy rural. “Nos han gustado mucho los paisajes y la ganadería, nosotros que venimos de tierra de sol y playa. Un día me quedé alucinado mirando cómo ordeñaban una vaquita. La señora de la explotación nos invitó a pasar, nos contó su día a día y nos enseñó un ternerito recién nacido. Nos sorprendió tanta hospitalidad y amabilidad. La gente de aquí nos parece un ejemplo”, tal como sostiene él. Y seguro que repetirán.

Veinte años fiel a la Ruta: “Te das cuenta de lo poco que se necesita para ser feliz”

Santiago. Junio está siendo el mes de la recuperación para un Camino que ya supera las 700 llegadas diarias de media en los últimos días. Una de esas caminantes del mes de la recuperación es Ana, que compartió parte de la Ruta con los recién casados. Ana salió de Ponferrada y dejó el Camino en Lalín el 20 de junio. Ana vive en San Sebastián y reserva todos los años unos diez días para hacer las rutas jacobeas. “Hago el Camino sola, por estar conmigo misma y porque, sola, estás más abierta a comunicarte con los demás, te abres más a la gente. Nunca he tenido miedo”. Su primera vez fue hace veinte años de Astorga a Santiago con amigos. Dice estar “enganchada”, ante todo, por la gente: “Es muy enriquecedor. Además, el Camino te hace vivir el presente. Solo te ocupas de andar, comer y dormir, lo básico; algo que en el día a día es difícil... Y te das cuenta de lo poco que se necesita para ser feliz”. El año que viene volverá a la Ruta en Zamora o, quizá, en Oviedo. ¡Buen Camino!

29 jun 2021 / 01:00
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