Margarita Robles destaca el papel de las religiones y deplora el populismo político

El III Encontro Interrelixioso, celebrado en Compostela con motivo del Año Santo Compostelano y el Xacobeo 21-22, llegó ayer a su fin tras dos días en los que representantes de diversas religiones intercambiasen opiniones ante un centenar de personas reunidas en el Auditorio Abanca, concluyendo con la reiteración de la palabra “diálogo”, la necesidad de “estar con las víctimas y los vulnerables”, y manifestando la esperanza en la fuerza de las Iglesias por los “valores universales” que albergan, no sin expresar reflexiones críticas sobre la desafección social y su “irrelevancia” actual.

Una conferencia sobre fraternidad y convivencia entre religiones, a cargo de Andrea Riccardi, prestigioso historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio-Roma, una asociación laica que promueve el diálogo y el ecumenismo, fue el punto de partida de la jornada, que incluyó una mesa sobre sociedad, política y religión en la que participaron la magistrada y ministra de Defensa del Gobierno de España, Margarita Robles; el cardenal emérito de Sevilla, Carlos Amigo, y el politólogo de la USC Xosé Luis Barreiro.

Durante la misma, Robles criticó el clima de confrontación entre gobierno y oposición durante la pandemia, afirmando que “la covid-19 se ha utilizado como instrumento y como arma política arrojadiza en los distintos países”.

Durante su intervención, Robles se ha referido a distintos aspectos relacionados con la política, los populismos, los medios de comunicación y la pandemia del covid, que a su juicio “sacó lo mejor de nosotros mismos” desde el punto de vista de la solidaridad y la generosidad, pero también “lo malo”, ya que se usó como arma política arrojadiza”, e hizo hincapié en la “importancia” de la ética en la política, los medios de comunicación y las redes sociales.

Robles advirtió de que los políticos “debían estar siempre” con las personas más vulnerables, y mostró su preocupación por los colectivos “antivacunas”, que según ha dicho, “están haciendo una política clarísima, que tiene como finalizar desestabilizar” los distintos gobiernos, sabiendo que generan un riesgo para el resto de ciudadanos.

“Esto entronca con un populismo al que se refiere en su encíclica el papa Francisco. Yo soy muy crítica contra esos populismos”, ha señalado Robles, insistiendo en que “los políticos tienen que tener una voluntad de servicio, una voluntad de compromiso. Tienen que estar siempre con los más vulnerables y aquellos que más lo necesitan”, recordando que en el mundo hay 25 guerras abiertas, 71 millónes de refugiados y que, en África, mujeres y niñas siguen siendo un arma de guerra.

“No tengamos miedo a transformar el mundo”, dijo Robles, que reconoció creer en “la fuerza de las Iglesias, por los valores universales que albergan, cuya potencialidad es esencial”.

Por su parte, el cardenal Amigo empezó saludando en el idioma de los credos monoteístas para afirmar que comparten el mismo lenguaje.

A partir de su experiencia pasada en Tánger, una pequeña pero significativa comunidad cristiana rodeada de musulmanes y otras religiones, insistió “en el diálogo de la vida misma, porque ese diálogo es el que trae la convivencia”.

“El mayor obstáculo del diálogo es el desconocimiento recíproco, algo que lleva a la desconfianza. Y por otra parte el diálogo es escuchar para servir, porque en caso contrario el diálogo no vale para nada”, según indicó.

También advirtió que la multiculturalidad no puede ser un pretexto para perder la identidad propia que “enriquece al otro. La integración es participación en el bien común. Y yo quiero compartir contigo lo que tengo. Fratelli tutti, somos hermanos, ese es el secreto”, concluyó.

PÉRDIDA DE IDENTIDAD. Finalmente, el profesor Barreiro quiso ahondar en la desafección de los creyentes y la irrelevancia de las Iglesias. “Las religiones no se han enterado de lo que pasa, la gente se está marchando, porque la gente piensa que la Iglesia es prescindible. Y diría que todas las Iglesias han perdido identidad, practicantes y la auctoritas. Todas caminamos hacia la irrelevancia”.

Barreiro, que dijo ser “cristiano, hombre de fe, pero que también creía en la historia”, advirtió que el diálogo interreligioso, “aunque avanzó bastante”, también se ha quedado atrás. “Los católicos, pero vale para todos, no hemos incorporado la democracia ni el discurso democrático a nuestros valores, que ya es un principio fundamental en todo el mundo. Los laicos y sus movimientos son el mejor ejemplo de por dónde debemos encauzar el futuro”, advirtió el profesor.