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Recorremos la historia de una mochila que se ha convertido en un símbolo del peregrinaje a Compostela // La exitosa idea nació como un homenaje a las víctimas del covid-19 TEXTO Andrea Oca

Nacida en el confinamiento e hija de todos: la ‘Niña’ de la Ruta Xacobea

Miles de muertos en España por el covid-19, viajes entre provincias prohibidos excepto algunas contadas excepciones, la incertidumbre de qué pasaría en los próximos meses, de cómo evolucionaría la enfermedad... Y, de pronto, fase 1. Paseos por franjas horarias: semilibertad. Jesús Ciordia, igual que el resto, salía en mayo a disfrutar de las primeras caminatas en Pamplona. Él, uno de esos peregrinos que levanta los dedos de ambas manos para contar cuántas veces ha realizado la Ruta, ya soñaba con volver a coger su mochila rumbo a una de las plazas más famosas de la geografía española.

Un poco más lejos de allí, al mismo tiempo, su amiga Mariló López veía por televisión cómo la mayor parte de españoles avanzaban en la desescalada con el acelerador más pisado que su ciudad de residencia, Madrid. Ella, malagueña de nacimiento, tampoco es novata de las rutas jacobeas. Con más soltura y memoria que muchos gallegos, nombra de carrerilla pueblos de la Comunidad: los nombres propios de sus recorridos hacia Santiago.

Volviendo al norte, en La Trinidad de Arre, a unos cinco kilómetros de Pamplona, José Luis Miral ya planeaba cómo transformar su albergue en un hospedaje seguro para los peregrinos ante la pandemia sanitaria. Como es costumbre, sus amigos del pueblo y otros hosteleros se unieron para ayudarle en cuanto se permitieron las reuniones de varias personas. Entre todos, y con una barbacoa de por medio, se juntaron para la puesta a punto. Uno de esos voluntarios era Jesús, nuestro apasionado del Camino.

LA IDEA. “Tengo una tontuna por la cabeza que no sé yo si...”. Esa es la frase con la que nació la Niña. Jesús se la contó a su grupo de amigos en esa comida. Tenía sus dudas de si su idea tenía algún sentido: una mochila que pudiese realizar el Camino de Santiago pasando de mano en mano en honor a las víctimas del coronavirus, y también como una representación de los peregrinos de todas las partes del mundo que este año se han tenido que quedar en sus casas. Además, si la circulación entre provincias seguía complicada, la mochila sí podría pasar de un lado a otro: “No es una persona”, pensó Ciordia. Desde ese día, se convirtió en el padre de la Niña. Y rápidamente buscó compañía para su aventura. La encontró en Madrid, sí, en Mariló, conocida como la madre.

“Él pensó que yo podía darle forma, y me preguntó si creía que sería una buena idea”. Mariló, igual que José Luis, tuvieron muy claro que esa tontuna que rondaba la cabeza de Ciordia sí era una buena idea. Y rápidamente quisieron unirse de algún modo al proyecto. Lo primero fue la organización: comunicar la idea en los grupos de peregrinos de los que forman parte en las redes sociales y ver cómo encajar las etapas de la mochila viajera.

“Coger números de teléfono, preparar las etapas, ver cómo se fijaban los turnos... Al principio incluso estuvimos un tiempo parados, después lo pusimos en redes sociales y ahí ya nos llegó el auténtico bombazo. Luego se fue uniendo mucha gente a lo largo del Camino”, explica Mariló. Pero quedaba algo muy importante: la verdadera protagonista. ¿De dónde sacaban a la Niña?

Susanna Gracia había guardado con cariño en su casa aquella mochila roja que le había regalado su abuela cuando hizo su primer Camino. A simple vista, es igual al resto de equipaciones que llevan sobre sus espaldas los caminantes. Pero ese recuerdo tan especial que tenía Susanna en su cabeza, los vínculos que tenía con la mochila, fueron claves para que Jesús y Mariló desechasen rápidamente su idea inicial de comprar una mochila nueva.

La dueña les prestó su preciado tesoro particular, y a ellos solo les quedó la tarea de personalizarla. “Al principio solo tenía una foto de Bolitx, el autor de El gran caminante, quien murió de ELA en 2012”, explica Mariló. A esa imagen se sumaron la vieira de su amigo Ramón Villanova con un rótula de covid19, in memorial, otra vieira de su compañera Ara, unos chupetes y una representación de la Virgen del Pilar. Por fuera, una luz, que representaba al grupo de Facebook que une a tantos de sus conocidos: La luz del Camino. La Niña estaba lista para emprender el viaje. Primera parada: Roncesvalles.

La aventura comenzó el 19 de junio con una bendición en la basílica de Roncesvalles. Era uno de los tres sitios iniciales en los que la Niña sería bendecida, junto a San Roque, en Melide, y Santa María A Real, en O Cebreiro. Aunque a esa lista se sumaron muchos otros nombres, tanto de iglesias pequeñas, como de lugares emblemáticos como la Catedral de Burgos. Los relevos se realizaban con los cambios de etapa, sin embargo, a medida que se avanzaba por las rutas del Camino Francés, los peregrinos que se hacían eco del proyecto se sumaban de una u otra manera: así, la Niña generó cientos de fotos en redes sociales, comentarios, y hasta crónicas diarias de las etapas. Algunos, como Francisco Valverde, compartían su ubicación haciendo mención a la mochila: “Hoy lunes caminamos virtualmente con la Niña desde Sarria hasta Portomarín”.

Esas crónicas tan detalladas del Camino de la Niña, muestran cómo los peregrinos se fotografiaban con ella cuando la veían, cómo entraba en los diferentes templos o, incluso, cómo descansaba en los albergues. Todo acompañado siempre de un mensaje dedicado a los que han perdido sus vidas estos meses por el coronavirus, y de esa idea de proyecto común de los peregrinos que han seguido su historia desde cualquier parte. Porque, si hay algo que uno aprende en cuanto habla con los amantes de la Ruta, es que van todos a una. Así, en los resúmenes que iban realizando los diferentes porteadores, se podían leer textos cargados de emotividad y anécdotas.

EL DIARIO. Lo mío no es escribir, pero ya que tenemos a la madre de la Niña fuera de cobertura, me toca hacer la crónica de la etapa de hoy a mí. La niña salió de par de mañana del alto de San Roque a manos, de Daniel, Tomás, y mí paisano Endika.La niña iba con ojeras, había dormido poco, porque sus tíos, los anteriores nombrados,se la habían llevado de gaupasa la noche anterior. Después de Hospital de la Condesa llegada al Alto del Pollo... donde nuestros valientes toman un refrigerio. Poco después alcanzan Fonfria, dónde en el Albergue Reboleira, su hospitalera Ángela cojera la mochila portandola un tramo en su camino hasta Triacastela. Desde allí,y pasándolo por Fillobal, llegan a Triacastela.... etapa corta.

Ese día, le tocó a Ciordia el papel de relator porque, como él mismo explica, la madre de la Niña necesitaba un descanso. Pero pronto volvió a coger el timón: Esos primeros kilómetros charlan distendidamente, risas que resuenan aún en un camino poco transitado, alcanzan el kilómetro 100 y allí les espera Carol, acompañada de su hija Mireia de tan solo 9 años. Carol tiene muy cerquita su albergue, Casa do Rego, que éste año no abrirá a causa del covid-19. Con ellas va también su amiga Jennifer.

Los textos que han acompañado a la particular peregrina son, al mismo tiempo, parte de la historia del Camino de Santiago. Este año las cifras de caminantes que llegan a Santiago son mucho más bajas de lo habitual, hay cantidad de albergues cerrados a lo largo de la Ruta, y esos récords de peregrinos de todo el globo que solían cruzar Cervantes no van a protagonizar los titulares. Así, las crónicas que han relatado esta aventura dan buena fe de lo particular de este año 2020. Albergues sin gente, otros con la verja echada, amigos fijos que este verano no se toman unas cañas juntos... La Niña ha caminado por todos ellos.

Poco a poco, y con muchos altos en el recorrido para hacer fotografías, disfrutar de una comida, o descubrir nuevos lugares, la expedición se fue acercando cada vez más a su destino, a Compostela: Y allí, después de unas instantáneas tomadas por las gentes del lugar, Ana se dispone a pasear a nuestra mochila por todo Palas de Rei, para después emprender camino hacia su casa en Casa Domingo donde ésta noche pernoctará para retomar su andadura hasta Melide y más aún Arzúa, pero eso será mañana, que ahora hay que descansar después de una preciosa etapa de nuestros valientes peregrinos.

Fue el día 24 de julio. Los organizadores pensaron que sería la mejor fecha ya que formarían parte de las fiestas del Apóstol y, al mismo tiempo, no tendrían las dificultades para entrar a la Catedral del día 25. Allí, la iniciativa de Mariló y Jesús se unió a una similar que llegaba desde Portugal, con su particular Niña, también en forma de mochila. Uno de los últimos porteadores, ya en Compostela, fue Salvador Plaza. Se emociona cuando se le pregunta cómo vivió ese momento: “Pues mágico, fue muy emocionante llevar a mi Niña en la plaza del Obradoiro. Una experiencia superior”. Salvador había realizado el Camino Portugués desde Oporto, y quedó con los demás en Santiago. La forma en la que habla de la experiencia, con tanto sentimiento y emoción, es similar a la del resto. Si algo destaca en todos ellos, más que los motivos religiosos o personales de cada uno para emprender la Ruta, es la espiritualidad que les une, la sensación de que están vinculados de alguna manera a los caminos de piedra o asfalto que recorren hasta Santiago. Todos comparten, de algún modo, una forma de vida que culmina uno o dos días al año en nuestra ciudad, pero que vive en ellos siempre.

LLEGADA. Así, la ya famosa mochila roja, luz encendida incluida, llegó a la ciudad del Apóstol. La repercusión fue tan grande, y el movimiento en redes tan incesante, que un representante del Cabildo de la Catedral nombró al grupo, que escuchaba atento y orgulloso las referencias desde la primera bancada del santuario compostelano. Y, por supuesto, como todos los peregrinos, la Niña recibió su propia Compostela. El certificado iba, como no podía ser de otra forma, personalizado: dedicado a La luz del Camino, mucho más que un simple grupo de Facebook, y con la dedicatoria en homenaje a las víctimas del covid que daba sentido a todo el esfuerzo.

El verano pasado, solo en julio, llegaron a Compostela más de 45.000 peregrinos de toda Europa, casi 4.000 de América del Norte, 1.400 de América del Sur, 1.500 asiáticos, 560 de Oceanía y más de 270 africanos. Si comparamos estas cifras con las de julio de este año, la cuenta asusta: 9.000 europeos, 66 de América del Norte, 42 asiáticos, 12 africanos y 4 procedentes de Oceanía. Las diferencias son abismales, especialmente en los procedentes de otros continentes.

La pandemia ha complicado las comunicaciones globales, y las cuarentenas impuestas por algunos países hacen que a muchos viajeros les sea inviable desplazarse. Esto se suma al miedo al contagio, a posibles brotes, y al temor a un nuevo confinamiento lejos de casa. Así, al menos, los integrantes de La luz del Camino han podido peregrinar por todos y cada uno de los que han tenido que guardar su mochila.

El camino de la mochila no finalizó en Santiago: primera peregrina de A Orixe

Santiago. Si algo comparten muchos peregrinos que hacen el Camino es la sensación de vacío al terminarlo. De hecho, son muchos los caminantes que continúan su ruta hacia Fisterra. La mochila conocida como la Niña también continuó pasando de mano en mano una vez recibida su Compostela.

Tras el éxito de la iniciativa de La luz del Camino, al número de personas que se unieron al proyecto, hay que sumar las peticiones que les han llegado desde diferentes puntos. Una de ellas fue la de realizar un tramo más del Camino, en concreto, un tramo nuevo que tenía que haberse inaugurado en marzo.

Es el camino A Orixe, la ruta del Barbanza. “Fuimos los primeros peregrinos que pisaban este nuevo Camino. Realmente, el recorrido parte desde Corrubedo, pero nosotros ya estábamos en Santiago, así que lo hicimos al revés”, cuenta Mariló López. Salieron el día 26 y realizaron las diferentes etapas en cinco días. La brevedad de esta ruta es, para López, un punto fuerte. Eso sí, piensa que es necesario dotarla de una mejor infraestructura: “Tiene mucho potencial, sobre todo porque es cortita, pero le faltan algunos aspectos, como mejor señalización”. Las etapas, a la inversa, que realizaron por el camino A Orixe, para muchos el itinerario original realizado por el Apóstol, fueron Santiago-Padrón. Al día siguiente, caminaron entre Padrón e Isorna, en Rianxo; y el tercer día llegaron a Cespón, en Boiro. El miércoles 29 la ruta afrontó su cuarta etapa, entre las iglesias de San Vicenzo de Cespón (Boiro) y Santa María do Xobre (A Pobra do Caramiñal). Y llegaron al último punto señalado en el mapa: Corrubedo.

16 ago 2020 / 01:00
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