Ozone, un gimnasio familiar y de barrio

Con el objetivo de convertirse en un gimnasio familiar y de barrio, Carlos Ferreirós acaba de abrir Ozone Gym. Situado en la Avenida Barcelona, número 25, ha arrancado un proyecto que está muy centrado en la salud de las personas y con el que pretende que se cree un sentido de comunidad y de pertenencia.

“Queremos un gimnasio ecléctico, que tenga un poco de todo para que la gente pueda trabajar las diferentes partes del cuerpo y también adaptado a todos los grupos de edades. Nuestro objetivo es que sientan que vienen, que aprenden y que logran sus objetivos”, explica Carlos. Esa personalización, en el trato y en el cuidado, la consideran fundamental a la hora de trabajar. “Pretendemos que cada día sientan que estamos ahí para corregirles y ayudarles en lo que necesiten”, añade.

En un local diáfano, de tres alturas, alberga una zona de máquinas, una sala de actividades, un box funcional y, como novedad, una zona chill out, “un lugar muy de moda en los gimnasios boutique que está destinado a que la gente se siente a socializar y a crear familia”, explica el administrador.

Por lo tanto, al gimnasio de mantenimiento se le suman otras clases específicas como yoga, que imparte Silvia; pilates, que será realizada por Iago Neira, “un fenómeno en lo suyo, pese a su juventud”; zumba o cycling indoor. Asimismo, han creado una sección llamada Ozone Full Body en la que concentran los ejercicios de hit, gap o core, para ir trabajando los diferentes grupos musculares cada semana, en las que contarán con la presencia de Nico Sánchez.

Por otra parte, en el box emplazado en la planta superior de las instalaciones, realizan los entrenamientos personales y ofrecen el Fit Club, un concepto novedoso para que “el interesado tenga la opción de venir con un amigo o dos, con rebaja en el precio para ambos, y así afronten la clase individual con mayor confianza”. Este espacio, además, se habilita también para el resto del gimnasio cuando este se encuentra libre.

Con esta amplia variedad de posibilidades, adaptada a las circunstancias de cada uno, cuentan con unas tarifas que varían en función de los usos y los entrenamientos. De este modo, los precios van desde los 35 euros mensuales, para tener acceso libre al recinto, hasta los 130 de los entrenamientos personales (dos horas a la semana). Entre medias, el coste cambia según el número de clases y el tipo. Estas actividades se llevan a cabo desde la primera hora del lunes hasta las 18.00 horas del viernes, dejando libre la matinal del sábado. Con todo, el horario podrá sufrir variaciones para acomodarse a las necesidades de cada persona.

Con estas ofertas y alternativas, el objetivo de Carlos es el de llegar, principalmente, a los vecinos de la Avenida Barcelona y alrededores, una zona que conocen muy bien, que está en crecimiento y que “presenta grandes oportunidades de negocio”. A mayores, por proximidad, quieren alcanzar también a los trabajadores del Hospital Clínico o del Cimus. Por ello, acogen un espectro de edades que va desde los más jóvenes, incluso universitarios (dada la cercanía del Campus Sur), hasta adultos, quienes cuentan con las máquinas y aparatos de mantenimiento.

Tras arrancar oficialmente el pasado lunes 11 de agosto, Carlos se encuentra ahora en un momento de captación de clientes, un proceso en el que están apostando por las redes sociales para llegar a su público. “Como está siendo un verano atípico, este mes nos está ayudando a fidelizar clientes, a coger un rodaje importante para la época fuerte, que llegará en septiembre y octubre”, señala.

Buscando esa comodidad para todos, a través de un gimnasio familiar y de barrio, Carlos Ferreirós abre sus puertas a todos aquellos que quieran conocerlos, con el objetivo de comenzar a trabajar su salud en Ozone Gym.