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ESTRENO. La premiada compañía Matarile presenta mañana en el Principal una obra dirigida por un Baltasar Patiño más libre que nunca, él y su protagonista, Andrea Dunia, explican los detalles // Irá a Vigo en febrero. TEXTO Xabier Sanmartín C.

‘Pussy Cake’: una hora con una mujer empoderada

Baltasar Patiño siempre viste de negro. De las luces se fía lo justo pero se fía, como corresponde a un iluminador y escenógrafo que suma premios (varios María Casares) y prestigio dentro y fuera de Galicia. Si las calles de Santiago hablaran, a Baltasar le darían las gracias. Fundó la compañía Matarile Teatro en 1986 junto a Ana Vallés, y desde entonces al teatro compostelano le crecieron las alas. Mañana estrena en el Principal Pussy cake, a las 20.30 h. (el viernes, misma hora), cita con un montaje “estimulante”, con Andrea Dunia como protagonista.

A Baltasar ya le llamaban moderno en los años 80 y 90 pero no busca esa calle, tan solo expone “trabajo, ilusión e intensidad”, recalca. “Ser moderno es agotador y yo lo que intento es ser moderno de forma natural, que es el piropo más bonito que me han echado en mi etapa profesional”, dice “Balta”, como le llama Dunia.

Juntos reciben a EL CORREO en el camerino del teatro compostelano, ese de la porticada Rúa Nova, en cuyo escenario él ajusta los espejos de un escenario donde las bailarinas Raquel Esteller y Alejandra Balboa, ponen “el músculo”, cuenta Dunia.

Sin ser biográfica, Pussy cake usa “toques documentales” sobre la fotógrafa estadounidense Francesca Woodman (1958-1981).

“El proyecto de trabajar con el bicho, que es así como yo llamo a lo de Francesca, viene desde hace diez o doce años pero se quedó ahí anclado hasta que he ido sumando a ese ancla elementos nuevos. Así, en este montaje está ella, que no es el núcleo aunque lo pueda parecer pero también aparecen otros elementos nuevos como el porno y las redes sociales pero... Pussy cake no va ni de porno, ni de redes, ni de Francesca. Ella es un mero leitmotiv”.

En medio del montaje emerge Andrea Dunia, actriz de Silleda que ha pasado mil fines de semana en Compostela en días de activismo sociopolítico y noches sin reloj.

“Me conozco todos los garitos de Santiago”, suelta resulta quien confiesa que, a veces, para pensar se pone a caminar. Su rol en Pussy cake es muy de performance, terreno donde subraya “lo mucho” que aprendió “con Abel Azcona”.

“El tratamiento del cuerpo de Dunia en la obra es muy explícito en algunos episodios pero no supone que sea un espectáculo porno... Hay además dos bailarinas magníficas que forman la parte más fuerte a nivel físico”, apunta Baltasar al tiempo que pide que no hagamos spoiler de un llamativo momento del dúo que acompaña a Dunia, quien en esta obra dice sentirse “empoderada”.

Las tres protagonistas conviven con una pantalla de vídeo, “de un tamaño que no se ha montado nunca en el Principal , de doce metros”.

Es la primera vez que trabajo tanto con el vídeo”, subraya Baltasar. Y Dunia explica que no emplean cualquier clip: “Los vídeos usados en la obra son firmables pero ese trabajo no compite con quienes estamos en escena es una retroalimentación”.

En el paisaje de Pussy cake laten “verdes y violetas”, en una historia “bastante violenta a veces por el sonido y otras por la luz, los vídeos o la imagen real que hay sobre el escenario”, aclara Balta mientras fuera atrona la música del ensayo.

Espectáculo “sin más de 400 palabras” (con textos del polaco Tadeusz Kantor y de Dunia, entre frases como “Fuck you, fuck me”), el 16 y 17 de febrero viajará a la sala Artika (Vigo), el local donde se gestó la escenografía de esta apuesta de teatro “estimulante”, coinciden en decir Dunia (vestida de colores) y Baltasar (de negro), pilares de este latido de una intensa hora con Pussy cake.

tapones para los oídos
“No pretendo crear polémica porque eso es fácil” (patiño)

··· Los espectadores de ‘Pussy cake’ este jueves y viernes en el Teatro Principal tendrán a mano unos tapones higiénicos individuales,en caso de necesidad ante una montaje donde el sonido es mucho más que malabares de siete notas. “En la obra hay una potencia sonora bastante apabullante, una presión sonora, un volumen alto para entendernos... En la obra jugamos con el ímpetu sonoro. Es un sonido muy sobreproducido porque el sonido cuenta una historia también pero nada que no ocurra en un concierto. Usamos también música hiphop, industrial y de vanguardia”, detalla Baltasar.

··· Y añade: “Ahora que estoy liberado de toda la trayectoria anterior y puedo manifestarme de forma independiente dentro de la compañía pretendo hacer otro tipo de cosas, dar rienda suelta a una propuesta que... ¿Puede ser extrema en algún momento? Si pero no porque lo sea. No pretendo crear polémica porque eso es fácil” .

25 ene 2023 / 06:00
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