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Algunos elementos significativos, como la gran lámpara alemana de cristal, han sido retirados o cambiados de sitio; y otros se están restaurando TEXTO Arturo Reboyras

¿Qué se echa en falta en la seo?

Quienes conocen bien la Catedral de Santiago habrán echado en falta algunos elementos significativos y percibido el cambio de ubicación de otros tras su reapertura, después de las obras de restauración del interior. Una de las ausencias que más llamaron la atención es la de la imagen de Santiago Matamoros, que ha sido retirada del baldaquino que la custodiaba en la nave lateral de la plaza de la Azabachería. La talla del Zebedeo a lomos de un caballo blanco, empuñando la espada y luchando contra los musulmanes en la Batalla de Clavijo es obra del eminente imaginero José Gambino y data del siglo XVIII. Esta representación del amigo del Señor generó polémica en más de una ocasión e incluso algún exdeán de la Catedral pidió en varias ocasiones su retirada de este lugar privilegiado dentro del transepto norte de la basílica, puesto que consideraba que podía herir la sensibilidad de los fieles del Islam; lo que a su vez podría acarrear serias consecuencias para el santuario.

No obstante, fuentes oficiales de la basílica señalan a este periódico que su retirada de su ubicación no se debe a estos motivos, sino que responde a una decisión técnica “contemplada en el plan director de la Catedral”. Así, la imagen fue llevada a la conocida como Capilla del Alba, que también cuenta con un hermoso retablo rococó en el que se aprecia la huella de Gambino. Está situada junto al claustro y lejos de la vista de los fieles y visitantes, salvo aquellos que acceden al Museo.

Desde hacía tiempo, el Cabildo ya mantenía semioculta parte de la talla, en concreto, la zona inferior, cubierta siempre con flores para tratar de disimular la escena en la que los musulmanes son abatidos por la espada del discípulo de Cristo. Además de la de Gambino, la Catedral cuenta con otras esculturas que representan a Santiago ecuestre, entre las que destacan la del propio baldaquino de la Capilla Mayor y también la de la fachada del Obradoiro.

En su lugar, en el baldaquino de la nave de la Azabachería ha sido colocada la lápida de la tumba de Teodomiro, obispo de Iria que trasladó la sede a Compostela. Este mausoleo estaba anteriormente situado en uno de los laterales de la nave de Platerías, en un punto poco idóneo para su conservación, según las citadas fuentes. De ahí que se haya decidido trasladarlo a este pequeño espacio cerrado, en la que está protegido del manoseo de la gente, y donde también se ha colocado una imagen metálica del Apóstol peregrino.

Pero los más observadores también habrán notado que a los dos elegantes púlpitos situados en el crucero de la seo, desde donde se dirige el canto o se pronuncian las moniciones actuales, les falta algo: el tornavoz, es decir, la cubierta de madera tallada sobredorada. Desde la Catedral indican que ambas piezas se están restaurando y que no han llegado a tiempo para la reapertura de la basílica. Apuntan las fuentes que la madera de las dos estructuras estaba “muy dañada” y que precisaron de un minucioso proceso de recuperación. La previsión, aseguran, es que se instalen de nuevo sobre los púlpitos una vez rematen los trabajos de los ebanistas.

Otro aspecto que ha llamado la atención en la reinauguración del templo ha sido la eliminación de lámparas de lugares destacados. Este periódico informaba recientemente de la nueva ubicación de dos de los candelabros de plata de Luigi Valadier que anteriormente lucían en la Capilla Mayor: han sido colocados en los oratorios de San Antonio y Santa Catalina; mientras que la tercera permanece almacenada a la espera de una nueva ubicación. Asimismo, se extraña en la nave principal la gran lámpara de cristales fabricada en Alemania en el siglo XIX. Fue donada a la seo por la familia del canónigo Méndez Acuña y ahora está desmontada y almacenada, indican las fuentes, a la espera de una ubicación. En todo caso, se descarta que pueda volver al punto en el que lucía. Y es que la eliminación de todas las lámparas de los interiores (hace años ya se había trasladado a la sacristía la araña que regaló el ministro Montero Ríos) respondería al nuevo plan de iluminación interior de la Catedral.

Por otro lado, las obras que se llevaron a cabo en el cimborrio descubrieron la clave de bóveda original, una pieza de tres toneladas tallada como florón vegetal, mutilada a finales del XIX con una representación del Ojo de la Providencia sin valor artístico alguno, que se ha retirado.

No han sido pocos los visitantes que también han echado en falta los bancos y confesionarios de madera noble que ocupaban las tres naves principales del templo. Han sido sustituidos por un mobiliario sencillo y moderno en madera de tonos claros. Los asientos son mucho más simples y con un acabado muy actual, mientras que los confesionarios, también de diseño moderno, han sido situados por el momento en capillas auxiliares destinadas al sacramento de la penitencia.

05 ene 2021 / 00:00
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