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|| leña al mono, que es de goma ||

¿Qué son y dónde están las tertulias?

ALGUNOS debemos confesar que jamás hemos participado en tertulia alguna dentro de un establecimiento hostelero. Sí hemos ido muchas veces a bares y cafés en compañía de amigos, pero por lo general para hablar de temas banales entre cervezas y capuchinos, y rara vez alguno de esos encuentros duró más de media hora en el mismo local.

Triste ejemplo de tertulia moderna...

-¿Están liquidadas las cañas?

-Sí.

-Pues venga, arreando a otro sitio. Manolo, te toca esta ronda.

-Esperad, compañeiros, que quedan un par de cacahuetes en el fondo del cesto.

Ahora que el Derby ha cerrado sus puertas y mucha gente afirma recordar las reuniones que solían celebrar allí muchos intelectuales de renombre, algunos ceporros no paramos de preguntarnos cómo serían las tertulias de antaño. ¿Quedaban los ilustres a una hora concreta y tenían una mesa reservada? ¿Los temas de conversación iban fluyendo o alguien fijaba de qué tocaba hablar ese día concreto? ¿El camarero no les miraba mal si se pasaban tres horas debatiendo, ante el mismo café, sobre el carlismo, las nuevas corrientes literarias o el arte de vanguardia? ¿Se respetaban los turnos de intervención o cada cual soltaba la lengua a pacer con ánimo acaparador, como suele suceder en los modernos y aburridos debates televisivos?

Estos interrogantes obligan a echar la vista atrás casi dos siglos para preguntarnos de nuevo, como ya hizo el grandísimo Mariano José de Larra en torno al público, ¿qué son las tertulias y dónde se las encuentra? ¿Cuál es su formato y quiénes tienen derecho a alcanzar el reconocimiento de tertuliano? ¿Hay que tener nombre compuesto y apellidarse Valle-Inclán o llega con llamarse Pepe Gómez o similar? ¿Quién repartía y reparte los carnés de intelectual? ¿De verdad el Derby y otros cafés vetustos acogieron tantas citas de calado o se trataban, como ahora, de meras reuniones de conocidos con cierto nivel académico que coincidían a la hora de tomar el vermú o el cruasán?

Por favor, amigo Larra, abandona por unos segundos tu eterno mutismo, y responde a la pregunta planteada: ¿Qué son las tertulias y dónde se las encuentra?

Mientras el romántico cronista sopesa la solicitada resurrección, algunos humildes juntaletras de este aburridísimo inicio del siglo XXI hemos de confesar también que el Casino nos llama más que el Derby. Ambos son clásicos, solemnes y huelen a historia, pero el emblemático establecimiento de la Rúa do Vilar es más grande, tiene un encanto muy especial, los artesonados son una maravilla y a veces los clientes tienen la suerte de escuchar magníficos conciertos de piano en directo. Además, cuidan mucho la tapa que acompaña a la cervecita de turno y el ambiente es siempre es relajado y tranquilo, ideal para agarrar un buen libro.

Hacer un alto allí es, en suma, un placer que los compostelanos debemos agradecer a Ubaldo Rueda y a quienes en su día, hace ya dos décadas, pelearon como jabatos para mantener con vida una entidad que había entrado en barrena. El mérito del exdirector del Instituto Rosalía y de quienes secundaron su iniciativa no solo fue evitar el cierre del histórico establecimiento fundado en 1873, sino también conservarlo tal y como estaba. Una hazaña gracias a la cual el casino sigue siendo hoy un lugar del que disfrutar y presumir en el mundo entero, y no una hamburguesería sin alma o una heladería para turistas poco exigentes. Ojalá el Derby logre también conservar sus esencias. De lo contrario, mereceremos ser condenados al fuego eterno por no saber cuidar nuestro patrimonio material e inmaterial.

Volviendo al viejo café de la Rúa do Vilar resulta preciso destacar que cuenta con el valor añadido de ser un cuartel general artístico de primerísima categoría debido al entusiasmo desplegado, una vez más, por Ubaldo Rueda y un reducido número de románticos empedernidos que aún piensan que la poesía, la literatura en general, es un arma cargada de futuro.

Nos referimos, evidentemente, al Premio de Novela Europea Casino de Santiago, un certamen que involucra todos los años a cientos de personas de todos los ámbitos -esa es una de sus mayores virtudes- a través de la lectura y votación de las obras propuestas. Dicho premio lleva ya catorce ediciones a sus espaldas y ha significado el desembarco en la capital gallega de escritores de gran calado internacional.

¿Qué son las tertulias y dónde se las encuentra? Vayan ustedes a saber, pero con certámenes de este tipo la actividad cultural está al menos garantizada. Algo que suena a milagro en la era del guasap y el insoportable reguetón.

El covid solo ha traído cosas malas al país, por mucho que el Gobierno nos quiera vender el tonto y cansino mensaje de que saldremos reforzados, pero al menos el área sanitaria de Santiago va a experimentar mejoras muy importantes tras hacerse patentes, durante la interminable pandemia, diversas deficiencias.

Por una parte, el área de Urgencias crecerá en casi setecientos metros cuadrados, lo cual evitará en el futuro que los enfermos y sus acompañantes estén como sardinas en lata mientras esperan y son diagnosticados, y por otra, la UCI también ampliará su espacio y contará con cubículos para proporcionar más intimidad a los pacientes.

La intimidad es, desde luego, una de las grandes asignaturas pendientes en el complejo hospitalario de Santiago. Todos sabemos que cuando la salud flojea de forma grave todo lo demás pierde importancia, pero aún así no resulta nada agradable tener que compartir batas que dejan el culo al aire, flemas que ahogan, alaridos de dolor y miserias de todo tipo con otros enfermos y con familiares que no pertenecen al ámbito estrictamente sanitario.

Bienvenidos sean, pues, los cubículos (cuantos más, mejor), las mamparas, las salas de aislamiento y las cortinas correderas. Porque si hay que palmar, se palma, pero no a la vista de quienes no quieres que te vean.

Si hay que palmar, se palma, pero con cierta intimidad

El covid solo ha traído cosas malas al país, por mucho que el Gobierno nos quiera vender el tonto y cansino mensaje de que saldremos reforzados, pero al menos el área sanitaria de Santiago va a experimentar mejoras muy importantes tras hacerse patentes, durante la interminable pandemia, diversas deficiencias.

Por una parte, el área de Urgencias crecerá en casi setecientos metros cuadrados, lo cual evitará en el futuro que los enfermos y sus acompañantes estén como sardinas en lata mientras esperan y son diagnosticados, y por otra, la UCI también ampliará su espacio y contará con cubículos para proporcionar más intimidad a los pacientes.

La intimidad es, desde luego, una de las grandes asignaturas pendientes en el complejo hospitalario de Santiago. Todos sabemos que cuando la salud flojea de forma grave todo lo demás pierde importancia, pero aún así no resulta nada agradable tener que compartir batas que dejan el culo al aire, flemas que ahogan, alaridos de dolor y miserias de todo tipo con otros enfermos y con familiares que no pertenecen al ámbito estrictamente sanitario.

Bienvenidos sean, pues, los cubículos (cuantos más, mejor), las mamparas, las salas de aislamiento y las cortinas correderas. Porque si hay que palmar, se palma, pero no a la vista de quienes no quieres que te vean.

21 jun 2020 / 00:45
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