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José Domínguez Pérez // Administrador de la Funeraria Apóstol

Santiago, a la altura de las mejores ciudades en servicios funerarios

José Domínguez Pérez se inició en el sector de empresas de pompas fúnebres a una edad temprana. Con tan solo catorce años fue contratado por una compañía de seguros que tenía como objeto social el servicio que realizan las funerarias. En aquél tiempo, cuenta el propietario de la Funeraria Apóstol, “no había profesionales dedicados a esta tarea, por eso, asesorado por un gran amigo que fue mi segundo padre, don Manuel, le fuimos dando vueltas hasta que decidí que tenía que abrir mi propia empresa para poder llevar a cabo todas las ideas que tenía en mi cabeza y así transformar el sector funerario en mi ciudad.

Los dos eran conscientes de que ya había grandes empresarios de Santiago con los que era difícil competir, pero las adversidades y problemas no fueron impedimento para que, a los 26 años, Domínguez decidiese arriesgar todo y con la ayuda de sus padres, “me facilitaron un pequeño local en la calle de Santa Isabel y fueron implicándose mis hermanos, luego mi mujer, mis hijos y como se suele decir, gracias a Dios fuimos creciendo”. Lo sorprendente es que nuestro protagonista se adelantó décadas a su tiempo ya que a los 27 años su idea ya era el tanatorio, cuando nadie por aquel entonces se lo imaginaba.

Todo surgió por un viaje que hizo a Andalucía llevando un cadáver y al ver el tanatorio San Fernando de Sevilla, se dijo “esto en Santiago triunfaría”. Continúa su relato y cuenta que “no había dinero, no había nada y menos terreno porque esta ciudad siempre fue una franja limitada; de hecho mi actividad como tanatorio empezó en el año 91, pero me tuve que ir antes a Bertamiráns (Ames). En ese momento en Compostela no era viable, todo eran problemas. Mi competencia se fue para Teo, en Montouto (centro que a día de hoy forma parte de mi empresa), mientras la que se convirtió en capital de Galicia carecía de tanatorio”.

Marcando tendencia. El dueño del complejo fúnebre se siente orgulloso al decir “nosotros fuimos innovando, sustituyendo en su momento las tradicionales mesas de firmas de los domicilios con un paño negro por modelos más modernos. Hace unos años todo era muy impactante, muy fuerte... también el color de los coches era negro, por lo que aposté por el gris en los míos y hoy son blancos”. Tanto ha cambiado la manera de despedir a nuestros seres queridos, que en caso de que un familiar fallezca y no se pueda asistir de forma presencial a su despedida, desde la funeraria Apóstol se puede contratar el servicio de emisión online en directo para sentirse más cerca de los suyos, aunque les separen miles de kilómetros. Ya hay experiencias de conexiones en red con países del otro lado del Atlántico, sobre todo latinoamericanos.

Evolución del tanatorio. Hace no mucho la tradición en Galicia era la de velar a los difuntos en sus domicilios. Los denominados “velatorios” eran una sucesión de visitas de familiares y amigos para rezar ante el cadáver, con el féretro abierto y el rostro y manos de la persona muerta a la vista de todos. Sin embargo, salvo raras excepciones, esa costumbre ancestral ha cambiado. José Domínguez lo cuenta de este modo: “El tiempo hizo que velar en las casas se modificara por las reuniones en los tanatorios. Al principio, en los años noventa, nadie lo quería, solo el uno por ciento usaba nuestros servicios. En nuestros días, el 99% lo ven como lo más normal del mundo”. Y esto tiene una explicación “hace años llevar a tu padre o a tu abuelo a un tanatorio era como si le estuvieses echando de su propia casa, ahora es al revés; pasamos tres o cuatro años que entraba uno que otro fallecido, ahora es todo lo contrario, incluso hay que esperar a que quede alguna sala libre para velar a los cadáveres. Nosotros estamos cubiertos porque hay muchas salas disponibles entre nuestros cinco tanatorios”

Incineración. Antiguamente no había incineraciones, eran rituales que parecían más de otras latitudes, como India, por ejemplo, y se asociaba a países más pobres. Para hacerlo en el año 1975 había que ir a Madrid. Pero la realidad es que en estos tiempos es otra cosa, porque, afirma nuestro interlocutor, “llevamos siete meses y casi 300 incineraciones, esto se encuentra en constante cambio. La gente ve que este procedimiento es más higiénico y que además resuelve muchos problemas”. Destaca que el primer tanatorio de la comarca y casi de Galicia fue el suyo, el de Bertamiráns, en los años noventa, y reconoce que su idea siempre fue instalarse en Santiago, hasta que por fin lo consiguió. Con emoción contenida recuerda los esfuerzos ímprobos que tuvo que superar hasta conseguirlo “aquello era mi ilusión, ahora ya me da igual, quedarme o marchar”.

TANATOPRACTORES. Contamos con personal que tienen cualificación profesional certificada por la Xunta de Galicia. Estas personas se encargan de acondicionar los cuerpos para que las familias tengan una despedida lo más natural posible.

SALA ECUMÉNICA. Para dar cabida a todas las sensibilidades, el papel que corresponde al sacerdote para despedir al fallecido (responsos y oraciones antes de abandonar la sala, y funeral por su eterno descanso en la capilla) podría verse complementado por la nueva figura de un maestro de ceremonias.

Modernas instalaciones. Las diferentes ubicaciones creadas por José Domínguez y su equipo de 21 trabajadores en plantilla tienen forma de media luna, porque “tenemos cubierta la zona de Negreira, Bertamiráns, Teo y Santiago, que es la sede principal”. La más reciente, inaugurada no hace mucho tiempo, se encuentra situada muy cerca del cementerio compostelano de Boisaca, a escasos metros de la puerta de acceso principal. Cuenta con todo tipo de servicios y comodidades con el objetivo de hacer lo más llevadero posible a las familias y amigos un momento tan difícil como la pérdida de un ser querido.

El tanatorio tiene espaciosas zonas comunes, una sala de exposiciones donde se muestran los ataúdes y un espacio destinado a la floristería. Además de las plazas reservadas para las familias en el interior, en el exterior cuenta con una amplia zona de aparcamiento que comparte con el cercano cementerio. El complejo Funerario Apóstol está equipado con un horno incinerador, de manera que ofrece cremación de cadáveres y presenta un columbario exterior, compuesto por un total de 57 nichos para cenizas, que la reconocida empresa ofertará en régimen de alquiler. Ha sido una inversión cuantiosa, el edificio tiene un diseño acorde con la función y dignifica los últimos momentos en la vida de seres queridos. No es frecuente hablar ni escribir sobre iniciativas relacionadas con la muerte (palabra tabú para muchos), pero de lo que no cabe duda es que, más tarde o temprano, todos hemos de pasar por este tipo de centros. Y cuantas más comodidades y servicios presten, mucho mejor. Es el caso de Funeraria Apóstol.

06 ago 2022 / 22:07
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