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Los Reyes Magos recibieron a los niños de Compostela durante todo el día de ayer en la iglesia de San Domingos de Bonaval, con cita previa y por franjas horarias // No hubo desfile por las rúas

Sin cabalgata pero con la misma ilusión

Muchos de los que lean estas líneas se habrán despertado con la ilusión de abrir un paquete de regalo, algo que para los niños se multiplica por mil. Pero antes del ansiado Día de Reyes toca acudir a las tradicionales cabalgatas que, año tras año, recorren los diferentes puntos de la geografía. Esta vez, como ha ocurrido con tantas cosas en los últimos meses, ha sido diferente. Melchor, Gaspar y Baltasar se vistieron de gala pero lo hicieron con un complemento añadido: la mascarilla. En esta ocasión no fueron recibidos por la multitud en la estación de tren ni se subieron a sus carrozas para lanzar caramelos por el empedrado compostelano.

Sin embargo, pese a que muchos sigan añorando el desfile, algunos dicen que ayer el día tuvo un componente más especial que el de otras ocasiones. Fueron pocos los que pudieron acercarse a la iglesia de San Domingos de Bonaval, lugar privilegiado donde se encuentra el Panteón dos Galegos Ilustres, para transmitir de cerca –relativamente– sus deseos a los Reyes Magos. Lo hicieron aquellos cuyos pacientes padres o demás familiares acudieron rápidamente a las taquillas del Teatro Principal para recoger la entrada que les garantizaba poder ser recibidos por sus majestades. La cita previa, con los niños bajo una franja horaria asignada, era este año la única manera de poder disfrutar de la tarde anterior a la noche más mágica del año para ellos.

Desde las doce de la mañana, el paisaje de la Costa de Bonaval, con permiso de las obras del Museo do Pobo Galego, lo protagonizaron las familias que hacían cola para entrar a la iglesia en la que aguardaban los tres Reyes. Cada adulto podía llevar a dos niños que, antes de entrar a la estancia principal, eran recibidos alegremente por unos pajes reales ataviados también con mascarillas. Una vez terminado el pasillo que los separaba de los sillones reales, los pequeños se encontraban con los tres Reyes Magos separados de ellos con pantallas transparentes para evitar cualquier riesgo. Al margen, los Reyes tuvieron que pasar previamente una prueba PCR. Los niños, acostumbrados a las normas que tienen que seguir en el colegio, también llegaban con sus mascarillas y sin salirse del espacio asignado. Una vez colocados, la pandemia quedó a un lado para dar paso a las preguntas de los pequeños y a sus peticiones de regalos. Había quien lo tenía más claro y quien prefería recibir alguna “sorpresa”.

SORPRESA EN EL HOSPITAL. Los Reyes Magos estuvieron hasta las diez de la noche en este punto del casco histórico, pero antes de trasladarse allí acudieron por sorpresa al Hospital Universitario de Santiago. Allí, son muchos los niños y adolescentes ingresados que no pueden disfrutar del Día de Reyes en el exterior acompañados de su familia. Y que, además, tienen menos visitas de las habituales por la pandemia. Pero los Reyes, con todas las medidas necesarias, no faltaron a la cita.

06 ene 2021 / 00:00
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