...Cuando jugabas al fútbol en la Residencia y no tenías que barrer antes los cristales del botellón

Durante años la frase se escuchó miles de veces en el viejo campo de cemento de la Residencia: "¡Hay equipo!" Era el único requisito: que se juntasen cinco o seis jugadores y se anotasen de esta sutil forma. Era curioso que, salvo algunos lógicos incidentes ("el nuestro lo dijo antes") normalmente no había problema alguno. Y así se pasaba la tarde en el cemento: jugando (ganaba el primero que marcaba dos goles) o, cuando no te tocaba, hablando de deporte o de lo que fuera en las gradas del campo, que era a la vez un centro social y democrático: nadie era excluido. Lalo, el mítico profesor, llevó durante lustros aquel balón naranja con rombos, deshinchado y que tanto daño hacía. Los minutos, las horas, pasaban rápido. Hoy causa tristeza ver el campo: en sus gradas ahora hay jóvenes haciendo botellón. Apenas rastro del fútbol.