Un gran tesoro verde entre maleza
En pleno corazón de Santiago, pero desconocida para muchos, la laguna natural de Cornes supone uno de esos remansos de paz que atesora la capital gallega. Sin embargo, este tesoro, emplazado a escasos metros de la Avenida Romero Donallo y anexo al Parque del Paxonal, se encuentra lleno de maleza y muy descuidado.
Este espacio verde cuenta con una gran biodiversidad, ya que en él se pueden encontrar patos salvajes e infinidad de peces, así como flora de toda índole. Además, con una extensión elevada, mantiene siempre agua durante todo el año, incluido el verano, ya que recoge el líquido de dos manantiales emplazados en el núcleo del barrio, uno asociado a una fuente y otro a un lavadero, los cuales discurren valle abajo, hasta que finalizan, a través del subsuelo, en el río Sar.
Para potenciar este entorno, en el 2017 se realizaron trabajos de acondicionamiento, con la eliminación de residuos y especies exóticas invasoras, la plantación de árboles autóctonas, la adecuación de tres senderos y la creación de dos zonas de mirador (especialmente singular es el de paredes de madera, a través de cuyos huecos se tendría una vista de la laguna). Con todo, el paso del tiempo ha hecho mella en este lugar, ya que las silvas y las zarzas se han apoderado de la zona.
“El pequeño mirador de madera ya está tupido y está todo sin trabajar. Es una pena, porque es uno de los pequeños tesoros de esta ciudad y la gente no es consciente de él. Está muy descuidado y hasta cierto punto es peligroso”, comenta Alberto Fernández, un compostelano que acostumbra a pasear por esta área.
A mayores, también se habían aprovechado las grandes piezas de un antiguo colector que apareciera allí para instalar unos bancos en ellos, pero estos, en vez de emplearse para disfrutar del espacio verde, son más conocidos por sus pintadas y la presencia de jóvenes que deciden evadirse del frenesí del centro.
Ahora, con la construcción de varios edificios en su proximidad, como el del Mirador de Pontepedriña, la zona ha ganado visibilidad, suponiendo una gran oportunidad para conectarla con el núcleo urbano, objetivo principal cuando se llevaron a cabo las labores de cuidado hace cuatro años.
“Con lo bien que se ha hecho en la Ciudad de la Cultura, siendo una laguna artificial, teniendo esta natural y tan céntrica, es una pena que no se le saque más partido. La de la Ciudad de la Cultura la gente la aprovecha mucho y, en cambio, esta no la disfruta nadie”, lamenta el vecino.
Un acondicionamiento al estilo del realizado en el complejo arquitectónico del Monte Gaiás permitiría, sin duda, poner en valor un nuevo pulmón verde de Compostela, ciudad que destaca por la excelencia de su naturaleza y de sus parques. Además de por su proximidad al Ensanche, estos trabajos también servirían para potenciarla como complemento del Parque del Paxonal y de la gran senda peatonal que une el Multiusos con el Banquete de Conxo.
Historia. Como recoge la página institucional de Parques e Xardíns de Santiago, este espacio surgió a partir de las obras de construcción para el ferrocarril. Apuntan, desde la mencionada web, la probabilidad de que su aparición fuese derivada a raíz de los trabajos de desdoblamiento de la vía convencional. Estos, realizados en 1943, rompieron la conexión entre la parte baja del valle de Cornes y el río Sar, aunque el paso del agua se mantenía. Con todo, una vez finalizadas las labores, no se recuperó la situación inicial, por lo que no se restableció la conexión superficial y directa entre este terreno húmedo y el curso fluvial. Así, la presencia de un substrato de estructura limosa, poco permeable, y la ausencia de un desagüe directo, llevó al estancamiento del agua y la formación de la laguna.