Unas Majestades de la Edad Media

Como marca la tradición, mañana será uno de los días más especiales del año para los pequeños de Santiago con la presencia de los Reyes Magos de Oriente en la capital gallega. Este año, como consecuencia de la pandemia, su histórico recorrido por las calles de la ciudad se sustituye por una recepción estática en la iglesia de San Domingos de Bonaval, un templo situado en la Porta do Camiño, ubicación esta fundamental en la historia compostelana de los seres mágicos.

En base a un trabajo del canónigo y gran investigador jacobeo a cabalo entre el siglo XIX y principios del XX, Antonio López Ferreiro, sacado a la luz por Xosé M. Sánchez Sánchez, técnico medievalista de la catedral y profesor de Historia Medieval en la Universidad de Vigo en la publicación Galicia Histórica. Hoja de historia y documentos compostelanos, el origen de este evento festivo en Compostela se remonta al siglo XV, con el llamado Auto de Reyes que arrancaba, precisamente, en la citada entrada al casco histórico.

En dicho festejo, según apunta el historiador que escribió la colosal obra de once tomos Historia de la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia de Santiago de Compostela, el papel de las figuras de Melchor, Gaspar y Baltasar eran desempañadas por dos canónigos y un alto cargo del Cabildo catedralicio, “designados no sabemos, si por turno, si por suerte”, quienes eran acompañados por un gran séquito, al más puro estilo actual (covid-19 aparte), por unas calles abarrotadas para disfrutar del transcurrir de la cabalgata.

De este modo, ataviados con gran lujo, emprendían su particular peregrinación hasta la Catedral. En dicho trayecto, en la plazuela del Paraíso o de los Cambios sentaban sus tiendas de viaje, uno de los momentos más aguardados por todos, previo a la entrada al templo. Ya en la Basílica, las Majestades se subían a un tablado que para este objeto se había levantado, y allí tenía lugar la representación; concluida la cual, se daba un banquete a todos los canónigos”, apunta el texto. Se trataba, por lo tanto, de una exhibición litúrgica y teatral, muy habitual en aquella época.

Esta celebración tan especial era aguardada por todos, como ahora, no sólo por la cabalgata, sino también por una práctica especial de carácter ya bajomedieval llamada el argadelo, un mecanismo o tramoya que se usaba para bajar y subir la estrella que señaló a los Reyes Magos dónde se encontraba el pesebre.

“La ciudad, los mayores y, especialmente los niños y niñas no solo contemplarían el circular de la cabalgata desde la Porta do Camiño hasta su llegada a la actual plaza de Acibechería. La entrada en la Catedral habría de ser esperada, sobre el espectáculo de una Estrella que cruzase el templo en fabulosa puesta en escena”, redactó el gran impulsor de las peregrinaciones y de los Años Santo Xacobeo, al haber encabezado las excavaciones en las que se encontraron, el 28 de enero de 1878, los restos atribuidos al Apóstol Santiago y a sus discípulos Teodoro y Anastasio.