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ENTREVISTA
DIEGO PEÑA GIL, profesor de Química Orgánica de la USC. Investigador ERC en el CiQUS.

“Urge desarrollar una carrera investigadora sensata y que sea atractiva para los jóvenes”

Natural de Santiago (1974), cursó sus estudios de licenciatura en Química y doctorado en la USC en el campo de las reacciones de cicloadición de arinos catalizadas por complejos de metales de transición, con Premio Extraordinario. Realizó estancias predoctorales en las universidades de Harvard, Múnich y en la Autónoma de Madrid; y postdotoral en la Groningen University, Holanda. En 2004 se reincorporó a la USC como investigador Ramón y Cajal, obteniendo plaza de profesor titular en el año 2008. En 2007 obtuvo el Premio de Investigadores Jóvenes de la RSEQ. Actualmente impulsa en Santiago un ambicioso proyecto de investigación, denominado MolDAM.

Desarrolla en Santiago uno de los exclusivos proyectos del Consejo Europeo de Investigación. Háblenos de su iniciativa.

Nuestro proyecto se denomina MolDAM (Dispositivos moleculares individuales por manipulación atómica). El objetivo es construir moléculas individuales átomo a átomo, estudiarlas en acción y conseguir dominarlas. Por ejemplo, romper o formar selectivamente los enlaces entre sus átomos y estudiar su comportamiento cuando las sometemos a diferentes estímulos externos. Esto es extremadamente difícil porque las moléculas tienen el tamaño de la millonésima parte de un milímetro, pero conseguirlo tendría una gran relevancia, ya que átomos y moléculas forman todo lo que nos rodea, incluidos nosotros mismos.

¿Qué tipo de Grant y en qué convocatoria se lo ha aprobado el Consejo Europeo de Investigación?

En nuestro caso se trata de una Synergy Grant (SyG), hemos conseguido la financiación en la convocatoria del 2019, resuelta recientemente. Las SyG están orientadas a proyectos donde varios grupos de diferentes disciplinas colaboraran para alcanzar objetivos muy ambiciosos, que no se podrían lograr trabajando de forma individual. En nuestro caso somos tres investigadores principales: Leo Gross, de IBM Research Zurich (Suiza); Jascha Repp, de la Universidad de Regensburg (Alemania), y yo en el CiQUS de la Universidad de Santiago de Compostela. Leo y Jascha son físicos de superficie, especialistas en microscopia atómica, mientras que yo soy químico orgánico.

¿Cuál es su propósito?

Pretendemos fusionar estas dos disciplinas para desarrollar la química de las moléculas individuales. Sabemos que es factible porque llevamos diez años colaborando en este campo, con resultados muy relevantes. Pero por separado no podríamos hacerlo, sólo trabajando como un equipo interdisciplinar tenemos opciones.

¿Qué financiación ha obtenido y cómo se distribuye?

Hemos obtenido una financiación de 9 millones de euros para un trabajo que se desarrollará durante seis años. Concretamente, nuestro grupo de investigación en Santiago recibirá 2,8 millones.

¿Cuánto empleo podrá generar en Santiago?

De forma directa, además de un puesto de gestión, supondrá la contratación de 12 investigadores cualificados, la mitad investigadores predoctorales; la otra mitad postdoctorales, doctores en química. Investigar en el marco de un proyecto del ERC es una gran oportunidad y muy prestigioso, por lo que cabe esperar la captación de personal altamente cualificado. Será además una oportunidad para los investigadores que quieran desarrollar su carrera científica en Galicia.

¿Qué beneficios podría aportar su proyecto?

El beneficio garantizado será el avance en el conocimiento y la formación de nuevos investigadores. Pero concretando más nuestras previsiones, esperamos tener impacto en las ciencias moleculares. Por ejemplo, en el desarrollo de nuevas reacciones químicas, que podrían tener aplicación en la síntesis eficiente de fármacos. Hoy más que nunca entendemos lo importante que es ser rápido y eficiente en la preparación de un producto farmacéutico. Pero también creemos que podremos avanzar en el desarrollo de dispositivos para convertir la luz en energía eléctrica, e incluso tener impacto en el campo de la computación cuántica. En resumen, en todo aquello donde alguna molécula juegue un papel importante.

Pero debo recordar que se trata de investigación básica, por tanto es difícil predecir las aplicaciones concretas al final del camino. Normalmente, las aplicaciones que uno se imagina al principio no son las que terminan funcionando. La historia de la ciencia está plagada de ejemplos donde esto se entiende mejor. Cuando Einstein desarrolló la teoría de la relatividad ni él ni nadie se imaginó las aplicaciones prácticas. Hoy en día sin esta teoría no tendríamos la precisión del GPS ni la geolocalización. Así es la relación entre investigación básica y aplicada. La primera genera avance en el conocimiento del que se nutre la segunda. Sin investigación básica no hay aplicaciones. Pero los resultados se ven a largo plazo.

¿Cree que la sociedad es consciente del importantísimo trabajo que realizan los investigadores?

Creo que la sociedad es cada día más consciente de la importancia de la investigación. En tiempos de pandemia incluso más. Lo que ocurre es que comenzamos desde muy abajo: España no tiene una sólida tradición científica como sí la tiene el centro y norte de Europa. Para mejorar este aspecto necesitamos la implicación de muchos actores. Por supuesto de los científicos divulgando su investigación y acercándola a la sociedad. Pero también con el trabajo de periodistas, maestros, empresarios, etc... todos podemos jugar un papel importante. Y en esto, el papel de los políticos y de los dirigentes es especialmente relevante. Más allá de los discursos a favor de la investigación, son necesarias acciones más decididas y ambiciosas en política científica. Comparativamente con nuestros socios europeos, en España se invierte muy poco en ciencia, tanto desde el sector público como desde el privado.

¿Cuál es el impacto social de un proyecto de este tipo y qué reporta a una ciudad como Santiago?

Compostela es una de las ciudades europeas con mayor número de proyectos ERC por número de habitantes. Esto no es sólo un prestigio para la ciudad. Además, por la cantidad de investigadores que atraen esto proyectos, puede ser el germen para la creación de un polo científico y tecnológico en el noroeste de la península. Es un hecho diferencial que en mi opinión deberíamos aprovechar. Pero de nuevo, requiere de acciones rápidas y ambiciosas en política científica.

A nivel profesional, ¿qué le preocupa más en este momento?

Me preocupa que sigamos con una carrera investigadora que es más bien una carrera de obstáculos. Llevamos décadas hablando de esto y hay unanimidad en el diagnóstico. Pero seguimos sin solucionarlo, sólo se ponen parches. Es difícil convencer a un estudiante para que realice una carrera investigadora si ve lo sacrificado que supone dedicarse a la investigación de forma estable en nuestro entorno. De nuevo, posiblemente tiene que ver con nuestra falta de tradición científica y con políticas científicas poco ambiciosas. Un ejemplo actual: algunos de los grupos de investigación más conocidos en España en el desarrollo de la vacuna contra el COVID tienen como investigadores principales a científicos jubilados o a investigadores eventuales. Mal síntoma.

¿Qué propone?

Una cuestión es que la carrera científica sea larga y exigente, y otra que un investigador bien cualificado se plante con 40 años con contratos temporales y mal remunerados. La vocación no lo soporta todo. Urge desarrollar una carrera investigadora sensata, bien planificada y que no cambie con el gobierno de turno. Una carrera basada en el mérito y con evaluaciones periódicas, pero que a la vez sea digna y bien retribuida. En definitiva, una carrera que sea atractiva para los jóvenes.

18 ene 2021 / 00:00
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