Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

Vieja y nueva realidad

Uno ya casi no se entera de lo que sucede. Con tal inusitada efervescencia de constantes y variopintas variantes es imposible asumir tanta novedad mutante. No hay cuerpo ni mente que aguante. No va por sectores ni por esferas. Afecta por igual y globalmente.

Del sunami pasado quedan cicatrices que duelen. Pero, aun así -y a saber hasta cuándo- todo es diferente: una nueva realidad. ¡Nos han cambiado el mundo! dice uno entrado en años. Cierto, al menos en parte. Pero ¿cómo explicarle qué está pasando, si mientras tanto, lo poco dicho era y ya no sigue siendo?

Mientras unos parecen haber alcanzado el don de la ubicuidad, otros están al borde del colapso. Mientras medio mundo se desangra, otro medio va y viene, sin reparar -les falta tiempo- qué destino llevan ni a dónde se mueven siquiera.

Para todos, vivir la vida es lo único que vale la pena. El cómo hacerlo, importa, pero no tanto. De momento, basta echarse a andar, aguardar turno o esperar ayuda de una mano amiga.

A las colas del hambre -que siguen y aumentan, aunque no se repare en ellas- se suman otras colas de gentes en bares o catamaranes, que también desean devorar cada instante como si no hubiera un mañana. Y es que puede que para algunos no lo haya.

Es la nueva realidad, fruto de un cambio que nadie esperaba, pero aquí está ya, con palabras y valores que cuesta asimilar pues se piensa más en lo inmediato que en lo que importa de verdad.

Que somos y estamos crispados es evidente. Entre la incertidumbre, la susceptibilidad, la indignación personal y colectiva, el pasotismo -de ahora y siempre- de no pocos, o el irreversible -casi fenecer- del fluido discurso de quienes ven mermadas sus facultades ante este frenético boom de cambios, lo fundamental queda diluido, tergiversado o tomado como arma arrojadiza para defender una idea recreada según convenga en cada momento.

A los ancianos o mayores, que ya no lo son tanto por edad como por formar parte de un pasado que se ha evaporado, es ofensa -dicen algunos renovados- aplicarles el posesivo “nuestros”, para no caer en paternalismos, proteccionismos o reduccionismos. Habrá contextos y pretextos, pero si no son nuestros ¿de quiénes vienen siendo?

Esa pregunta entre sabia y astuta (e ti, de quen vés sendo?) la hacían antaño para sondear o hacer el árbol genealógico del desconcertante inquilino, sin pasar mucho trabajo.

No hace mucho se ponía también bajo sospecha a quien emprendía carrera u oficio que no se considerase de provecho. Si pasado el tiempo triunfaba, aun se cuestionaba: Cómo vai ser bo músico si seu pai é mariñeiro?

Eso también parece finiquitado. De casi todo se entiende sin dar palo al agua. La cultura del esfuerzo, del aprendizaje paso a paso, resulta extraña y opuesta a este nuevo modo de entender la vida. Pero ¿qué más da? Ya no es lo mío, dicen, es lo suyo, lo vuestro, caduco e incompatible con lo que ya no es lo nuestro.

Decir lo nuestro ahora resulta culto y refinado para referirse al medio ambiente, a logros alcanzados con dudosas artimañas, a misiones espaciales, o para remarcar diferencias tan mutables como interesadas.

Tal defensa de esa nueva visión de lo nuestro conduce a barreras y fronteras, fricciones y muros tan perniciosos como peligrosos. ¿Consecuencias? Miren pronto, que mañana quizás sea tarde.

Entonces, lo importante, lo nuestro ¿ya no cabe en esta nueva realidad?...

Franco Battiato, fallecido en mayo, cantaba en español e italiano en su primer gran éxito de 1981: Busco un centro de gravedad permanente. Que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente. Yo necesito... un centro di gravità permanente.

Y en su tema La Cura (1996) añadía otra idea redentora: Supererò le correnti gravitazionali, lo spazio e la luce per non farti invecchiare. Ti salverò da ogni malinconia, perché sei un essere speciale, ed io avrò cura di te...

Son letrillas, pero ese centro de gravedad permanente y ese ser especial, lo diga Battiato o el amigo de siempre, existen, son reales. Basta poco esfuerzo para hallarlos.

Lo deseable es tener un punto de referencia, descubrir lo sustancial y atender a todo ser humano, que ni es raro, ni contrincante ni adyacente, sino único y diferente, digno de ser respetado y respetable siempre.

La mutante nueva realidad se irá imponiendo, pero ojalá no excluya lo que es comprensible y perenne verdad y mantenga firmes los valores inmu-

tables, precisamente salvaguardados por esos mayores “nuestros”, seres especiales, pese a que sumen más mesadas que el resto de la media.

06 sep 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.