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Visita al Monasterio de San Martín Pinario

    una larga visita al Monasterio de San Martín Pinario, en su legado cultural heredado de los monjes benedictinos y que nos permite recorrer aspectos de las épocas renacentistas, barrocas y neoclásicas, en su conjunto de la espectacularidad arquitectónica, incidiendo de forma especial en la cantidad de retablos. Edificio acorde con la dignidad benedictina a la que acedemos por lo que había sido un viejo granero, restaurado por Yago Seara. Los abades de su tiempo, ya en la Edad Media, propiciaron la construcción del templo que alcanzó mayor gloria bajo las influencias del barroco en plenitud, con detalles añadido en el posterior neoclasicismo, conversando escasos vestigios del Románico. El Seminario de Santiago, conserva la herencia artística, desde su instalación en el siglo XVIII, pero de todo ello nos ponen al día las cotidianas visitas, guiadas por José Otero, en una detallada exposición que cubre realizando un preciso muestrario de las distintos espacios que van desde la propia iglesia, en la parte baja, a la sala de exposiciones o el museo en la planta alta, añadiendo la historia de la escalinata exterior y el secreto al que la posteridad condenan, las humedades perceptibles en los lugares más recónditos.

    Complemento a mayores de estas visitas, nos llegan en el capítulo de actividades musicales, parejas con las estéticas barrocas que las acogen, y que se confían a Loira Díaz, Elena Pintos y Eduardo Rey, quienes colaborar en otras actividades programadas en San Martin Pinario. En la Capilla de la Virgen del Socorro, se decidieron por la “Follia”, de Arcangello Corelli, obra por excelencia, por ese género que se había incorporado a la tradición en el siglo XVI y que destaca particularmente por la serie de sus variaciones, sobre un bajo “ostinato”, idea que se prestará a abundantes imitaciones que recorrerán la historia a lo largo de los sig los. Un buen ejercicio para este trío de solventes intérpretes, que reservarán una segunda pieza, en la Sacristía, eligiendo esta vez un “Ave María” de Giulio Caccini, compositor y cantante y cuyo nombre quedó asociado al nacimiento de la ópera. Cabeza visible de una importante saga, en la que destacó su hija Francesca, vivió una exitosa etapa florentina. La interpretación del trío, fue una transcripción acorde con los medios. En el Coro, joya en madera de nogal y que en su tiempo dispuso de dos órganos que fueron expoliados, sin que se guarde mayor memoria, un final con páginas de “Il cimento dell´ armonía e dell´Invenzione Op. 8”, de Antonio Vivaldi “Il Prette Roso”, la colección de doce conciertos para violín solista, cuerdas y bajo continuo, de la que escuchamos, una primera parte del número 3, y un florón en agradecimiento al respetable por “La Primavera RV.269” de las muy apreciadas “Le Quattro Stagione” (Las Cuatro Estaciones), una felicitación para este trío.

    03 oct 2022 / 01:00
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