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Tras el cierre por la pandemia, primero la Sala Númax y As Cancelas, y desde ayer los multicines de la rúa Ramón Piñeiro, recuperaron su actividad // Son hoy en día las únicas ofertas en una ciudad que contó con numerosas salas TEXTO C. Deaño

Vuelven las ‘pelis’ al Ensanche tras reabrir los Compostela

Santiago vuelve a tener activas las tres salas de cine de los últimos años. A As Cancelas y Númax se sumó ayer multicines Compostela, que desde hace días ya reactivó su página web para que los aficionados a ver películas en pantalla grande puedan volver a disfrutar de todo el ritual que supone asistir a la proyección.

Son a día de hoy las únicas tres ofertas con las que cuentan los cinéfilos que no se resignan a formatos electrónicos ni pantallas domésticas, por muy grandes que sean. Un grupo escaso, aunque todavía importante, al que se suman los jóvenes que quieren disfrutar del espectáculo colectivo y, también, de las palomitas.

Pero no hay que echar mucho la vista atrás para encontrar una ciudad en la que proliferaban salas de cine de todo tipo y, dada su condición de ciudad universitaria, de cineclubes, una historia que el Consorcio de Santiago compiló en una de sus recientes publicaciones: O cinema e os cines en Santiago, con las aportaciones de varios destacados especialistas.

Y es que si la asistencia baja, la nostalgia sube, y cada cierre de una sala histórica suele ir acompañado de numerosas lamentaciones de antiguos usuarios que no pueden evitar recordar los buenos tiempos pasados solos, o en compañía de otros en alguna de estas salas, aunque fuera pateando por la calidad de la película, el estado de la copia, o la voracidad de la censura.

De las salas más históricas, las que llegaron vivas a la competencia con la televisión, hoy en día solo quedan los reconvertidos Salón Teatro y Teatro Principal, además de la Sala Capitol, que aunque se dedica a otras actividades, sigue conservando la pantalla y realizando alguna proyección.

También, aunque solo de edificación presente, el Yago, pero desde hace muchos años sin ningún tipo de actividad, y con la entrada cerrada con paneles para evitar entradas y estancias en los soportales de personas sin techo que buscaban un refugio precario.

El último en caer bajo la piqueta fue el cine Avenida, llevándose tras sí los recuerdos de muchas generaciones de residentes entre el Camiño Novo y Volta do Castro, sin olvidar las promociones de estudiantes que en los años setenta y ochenta acudían a él como cine de reestreno, en el que se podían ver más baratas las cintas que ya habían agotado su vida útil en los cines más céntricos, o que ya formaban parte del fondo de armario de alguna distribuidora y se volvían a emitir años después de su estreno, lo que hoy se llamaría cine vintage.

Muchos de ellos, los que no pasaron a manos públicas, como el Salón y el Principal, acabaron cerrando víctimas de la pinza que formaban de un lado la televisión, y del otro las multisalas, pero hasta éstas también tuvieron su proceso de reestructuración. La primera, los Valle-Inclán, que fueron toda una sensación en Compostela, en pleno corazón de la zona estudiantil, y con una oferta de películas que para aquellos tiempos era casi vanguardista.

Pero al igual que los de Área Central, también acabaron apagando sus proyectores y cerrando sus puertas. Afortunadamente, parece que el núcleo duro de los aficionados sigue firme, y las proyecciones públicas continúan en la ciudad, y no solo en los dispositivos electrónicos y en las televisiones panorámicas con home cinema.

Lo que está claro es que si tantas personas tienen nostalgia de los tiempos en los que se acudía a ver las películas en las salas, es que además de lo que se contaba en la pantalla, había un valor añadido, como entre escuchar un CD o asistir a un concierto en directo.

09 sep 2021 / 01:00
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