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Cultura digital

Los adolescentes rompen las reglas de las redes sociales y obligan a las plataformas a reformularse

Los menores de 20 años son más conscientes de su privacidad y prefieren compartir fotos temporales y acotar el contenido a sus amistades

Compañías como Instagram, que teme ser descartada por los más jóvenes, introducen cambios para conectar con esta franja

Un grupo de adolescentes consulta sus móviles.

Un grupo de adolescentes consulta sus móviles. / / Ferran Nadeu

Paula Ortega

Barcelona

Amanda, de 16 años, asegura que hace meses que no comparte ninguna publicación en Instagram. Sin embargo, eso no quiere decir que no utilice la plataforma: lo hace bastante. Chatea con sus amigas desde su perfil y tiene casi tantos grupos como sus padres en WhatsApp. Cuelga historias efímeras, cotillea y por supuesto también "abre" y le "abren" (o sea, flirtea). El caso es que los menores de 20 años están cambiando las reglas del juego de las redes sociales. A Tinder ni se asoman. Twitter y Facebook es donde sus padres y abuelos pasaban el rato durante su infancia. Y ahora ellos utilizan Instagram para todo menos para lo que fue creado (colgar fotos estilosas). El cambio no es menor y lleva de cabeza a la compañía, que teme ser descartada por una generación, los menores de 20 años, que espera una experiencia en redes más flexible y menos cuidada.

'Instagram quiere a la Generación Z. ¿Qué quiere la Generación Z de Instagram?', disparaba este verano 'The New York Times' en un artículo que recogía las palabras del director de la plataforma, Adam Mosseri: "Ya tenemos 15 años y creo que uno de los principales desafíos que enfrentamos es: ¿cómo seguimos siendo relevantes?”. La compañía ha introducido cambios, pero la ansiedad en el cuadro de mandos está ahí.

"Ya tenemos 15 años y creo que uno de los principales desafíos que enfrentamos es: ¿cómo seguimos siendo relevantes?”

— Adam Mosseri. Director de Instagram

De hecho, como saben las compañías de sector y apuntan los analistas, lo que de un tiempo a esta parte está cambiando es el sentido mismo de estar en redes. Las plataformas sociales, que nacieron como escaparates digitales para compartir contenido y acumular visibilidad y 'likes', están enfrentando un giro profundo e inesperado. Los menores de 20 años no buscan tanto ser vistos como sentirse conectados. Prefieren lo efímero, lo íntimo, lo que desaparece y, por tanto, publicar ha dejado de ser una prioridad.

De la 'performance' a la intimidad

"Hemos pasado de una lógica de 'performance pública' —donde el reconocimiento social se construía a través de la visibilidad— a una sociabilidad más fragmentada, efímera y situada, donde prima la gestión estratégica de la intimidad y el deseo de preservar espacios seguros de expresión dentro de la lógica algorítmica", apunta Liliana Arroyo Moliner, investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE. Según la experta, las empresas tecnológicas se ven forzadas a adaptarse a contrarreloj, copiando funciones, integrando tendencias y reconfigurando sus lógicas internas para no quedarse atrás. Este cambio de uso no solo redefine la manera de estar en redes, sino que tensiona el modelo de negocio sobre el que se construyó buena parte del ecosistema digital de la última década.

"A la mayoría de la gente de mi edad no le gusta tener fotos subidas constantemente"

— Esther Yu. 18 años

Entre los 11 y los 14 años, la mayoría de adolescentes crea sus primeros perfiles en redes sociales. La edad de inicio no ha variado demasiado en la última década, pero el uso sí ha dado un giro profundo. Los jóvenes de hoy no se comportan como lo hacían los nacidos apenas unos años antes. Para quienes tienen ahora veintitantos, Instagram fue durante su adolescencia una especie de diario digital: selfis con frases de canciones, filtros, y una necesidad constante de compartir. Para la generación posterior, esa lógica ya no encaja. Esther Yu, de 18 años, dice que usa Instagram desde los 13, pero no sube fotos porque no hay ninguna que le guste lo suficiente. "A la mayoría nos incomoda tener fotos subidas constantemente”. Su amiga Rocío Calleja explica que antes publicaba imágenes, pero ahora solo usa historias y guarda algunas como destacadas.

Mònica Figueras Maz, socióloga y profesora en la UPF, señala que los usuarios son quienes transforman el sentido de las aplicaciones, muchas veces por necesidad identitaria. “Cuando todo el mundo hace lo mismo, pierde el sentido”, explica. También plantea que este cambio hacia una comunicación más íntima y efímera responde a una reacción frente a la sobreexposición: “Los más jóvenes son mucho más conscientes de la privacidad de lo que creemos. Han visto casos de ciberacoso y de abuso de exposición… Tienen su grupo cerrado y publican sobre todo para que desaparezca”.

"Hemos pasado de una lógica de 'performance pública' a una sociabilidad más fragmentada y efímera en la que quiere preservarse la intimidad y la seguridad"

— Liliana Arroyo. Investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE

Aunque haya pocos años de diferencia, el cambio generacional entre los nacidos antes y después de 2006 es notable. Para los veinteañeros, Instagram es aún un diario digital donde se comparten viajes y momentos importantes. “Me gusta que ciertos recuerdos estén allí plasmados. Mis publicaciones son como una carta de presentación de mi vida”, afirma Natalia Reviriego, de 23 años. Para los adolescentes actuales -como apuntaba Amanda al inicio de este artículo-, sin embargo, Instagram es más un espacio para ver historias, cotillear y chatear.

Tendencias generacionales

Según un informe de 2024 de Pew Researh, Instagram es la tercera red social más utilizada entre los adolescentes, después de YouTube y TikTok. En una encuesta realizada esta primavera por el banco de inversión Piper Sandler, casi la mitad de los adolescentes afirmaron que TikTok es su plataforma favorita. Sobra decir que cada plataforma, también en esta franja de edad, tiene sus usos y registros. "Yo uso Instagram para cosas más informales y Whatsapp para la familia y cosas más serias", apunta Elena Reviriego, de 18 años.

"Los usuarios son quienes transforman el sentido de las aplicaciones, muchas veces por necesidad identitaria"

— Mònica Figueras. Socióloga y profesora de Comunicación en la UPF

El caso de Facebook es el más representativo del cambio generacional. Si años atrás era la red social por excelencia, hoy ha quedado relegada entre los más jóvenes. Se percibe como una herramienta útil -para eventos o 'marketplace'- pero no como un espacio propio. Meta, la empresa matriz, parece haberlo asumido y centra sus esfuerzos en Instagram y WhatsApp, donde la generación zeta aún tienen presencia activa. Por su parte, TikTok ha revolucionado el ecosistema con sus vídeos breves y personalizados y su algoritmo que acierta sin necesidad de seguir a nadie. Es una plataforma pensada para consumir, más que para socializar, que marca las tendencias, los sonidos y los memes del momento. Para muchos adolescentes, también un espacio para aprender, descubrir y expresarse.

Renovarse o desaparecer

Instagram, aún la joya de Meta entre adolescentes, ha debido reinventarse con funciones como 'Close Friends' o publicaciones limitadas a ciertos grupos que responden al deseo de los jóvenes de controlar su privacidad. WhatsApp, aunque más ligada a la mensajería, también se ha adaptado con funciones como estados, canales, mensajes temporales o fotos que se autodestruyen (sin duda la función preferida entre los más jóvenes). La estrategia de Meta se basa en absorber tendencias: adoptó las "historias" (publicaciones efímeras) de Snapchat; los 'reels' de TikTok, los mensajes efímeros de Telegram y hasta imitó a BeReal con “Candid Stories”. De hecho, esta semana, ha anunciado dos nuevas funciones inspiradas en otras plataformas: permitirá republicar reels o descubrir contenido nuevo a partir de las localizaciones recientes de los amigos. Aunque algunos cuestionan esta presunta falta de originalidad, en la práctica les ha servido para mantener su base activa.

"En Instagram cotilleo, hablo con las amigas, subo historias efímeras y contacto con chicos que me gustan, pero no cuelgo fotos: eso lo hacía mi hermana mayor"

— Amanda García. 16 años

Según Liliana Arroyo, con estos esfuerzos se busca ser la plataforma integral que sostenga la vida de los jóvenes. "Hay una clara vocación de negocio con el anhelo que Meta ofrezca su 'hogar' digital completo: del entretenimiento a la conexión con quien les importa, pasando por convertirse en su banco, su trabajo y el lugar donde informarse de cómo está el mundo".

No obstante, esta especialista en innovación social digital considera que el futuro digital pasa por un "ecosistema de redes más polifónico, donde coexisten plataformas orientadas al autoarchivo, otras al consumo pasivo, y muchas al contacto cotidiano". De telón de fondo, añade, habrá un aumento de la tensión entre el deseo de control algorítmico por parte de las plataformas y la búsqueda de espacios más autónomos, descentralizados y respetuosos con los ritmos vitales y afectivos de los jóvenes.

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