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ESPAÑA EN LLAMAS

El infierno de Fasgar, el incendio de León que cumple un mes activo: "Nos hemos acostumbrado a respirar humo"

El valle de Omaña (León), donde residían este verano unas 300 personas, tuvo que ser desalojado hasta en dos ocasiones y sigue pendiente de las llamas: "Ahora tenemos focos aislados"

Efectivos trabajan en el incendio Fasgar, visto desde Tremor de Arriba.

Efectivos trabajan en el incendio Fasgar, visto desde Tremor de Arriba. / Fernando Otero - Europa Press

Madrid

"Convivimos con el fuego. Ya nos hemos acostumbrado al olor a quemado, a respirar humo, a verlo todo negro". Las palabras de Rosi Fernández, dueña de un bar-albergue en Fasgar (León), suenan a lamento y resignación. El valle donde se ubica su pueblo, el de Omaña, el más fresco de toda España -las temperaturas en verano no solían superar los 25-30 grados-, sigue viviendo un infierno desde que un rayo desatara un incendio que ya ha cumplido un mes activo. Es así el incendio forestal más largo de los registrados en este verano aciago en el que más de 400.000 hectáreas han sido devoradas por el fuego.

Las llamas, que desataron su furia con lenguas de fuego que arrasaron cientos de hectáreas en los días con más viento, son ahora focos aislados, pero siguen sin extinguirse. De hecho, ayer en la zona de La Guariza, se prendió otro foco. "Por lo que dicen los bomberos, el monte está muy enraizado; la raíz abajo sigue quemada, a medio apagar, y hay tanto combustible que se vuelve a prender", explica Rosi, que durante este mes ha estado haciendo y llevando los bocadillos a las brigadas forestales y voluntarios que han luchado contra el fuego.

Durante el último mes se ha tenido que evacuar varias poblaciones del valle -Fasgar, Vegapujín, Posada de Omaña, Torrecillo, Barrio de la Puente y Lombillo de los Barrios- hasta en dos ocasiones y en otra se confinaron. Unas 300 personas han vivido el agosto con más incertidumbre de sus vidas.

Una reserva de la biosfera arrasada

El valle, uno de los parajes más bellón de León, declarado Reserva de la Biosfera, con sus abedules, pinares y el característico pierno, ha quedado "arrasado", cuenta Rosi. "Es cierto que antes era un volcán de llamas, ahora salen pequeños focos, ya casi no les das importancia".

"Estamos físicamente destrozados; psicológicamente no lo vamos a poder superar", afirmaba hace unos días a EL PERIÓDICO la alcaldesa de Murias de Paredes, María del Carmen Mallo, de la que dependen los pueblos afectados y que salió en varias televisiones en plena oleada de incendios para pedir un gran pacto de estado para evitar que estas "tragedias" se repitan y que "los políticos se pongan de acuerdo".

El temor de los vecinos, más que que se dé por extinguido el incendio, es ahora el futuro. "Es lo que da miedo. A ver si lo dan por extinguido y podemos solicitar ayuda y recuperar algo de lo que queda. Yo estuve tres semanas con el bar cerrado. A ver si llegan las ayudas para empezar a restaurar, entre otras cosas el Camino olvidado [una conocida ruta de senderismo]. Los ganaderos se han quedado sin pastos y el pueblo arrendará lo poco que haya a la baja, se quedará sin ingresos".

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