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Algo está fallando: los nacidos a partir de 1975 son más tontos

Es cierto que la mejora de la calidad de vida ha traído una evolución en el desempeño cognitivo// Pero algunos expertos ven que la curva ha empezado a bajar, como una nueva suerte de desescalada

Llevamos varios años oyendo que los nacidos después de 1975 somos más tontos. Aspectos ambientales o cambios en la enseñanza parece que tienen mucho que ver, señalan algunos expertos.

Por eso EL CORREO GALLEGO se puso en contacto con los profesores de la USC Antonio Rial y Jesús Rodríguez, a quienes les hemos preguntado si consideran que las nuevas generaciones son realmente menos inteligentes.

Rial apunta que “es cierto que la mejora a nivel de alimentación, de las condiciones higiénico-sanitarios, de salud en general y de calidad de vida asociada al llamado Estado de bienestar (del que buena parte de la población venimos disfrutando en las últimas décadas), han traído de la mano una mejora en el desempeño cognitivo y, según los expertos, en la capacidad intelectual de hombres y mujeres”.

Seguramente “las nuevas generaciones no son solo más altas, sino también más inteligentes, algo de lo que debemos no solamente congratularnos, sino intentar preservar. Sin embargo, estos mismos expertos llaman la atención sobre el hecho de que la curva ha empezado a bajar, como una nueva suerte de desescalada y, de alguna manera, nos estemos haciendo más tontos. Posiblemente llevan razón.”

Otro interrogante, se plantea Rial, es: qué entendemos por inteligencia y si la mejor manera de medirla son los test y, como resultado, una puntuación y un CI. “No pretendo sentar cátedra, pero la cosa merece unos minutos de reflexión”.

Comencemos por consultar el Diccionario de la RAE. “Según esta, las acepciones o significados más comunes del término son: (1) la capacidad de entender o comprender, (2) la capacidad de resolver problemas, (3) el conocimiento, comprensión o acto de entender y (4) la habilidad, destreza o experiencia”.

Con esto, “pues, qué quieren que les diga. Atendiendo a estas acepciones y en mi condición de profesor universitario desde el año 1998, no parecen ir desencaminados los últimos estudios y, efectivamente, tal vez estemos yendo para atrás como los cangrejos”, afirma.

Espíritu crítico. “Cegados por el rendimiento académico y la especialización, quizás nos estemos olvidando de fomentar en los jóvenes el espíritu crítico, la necesidad de cuestionar y de entender, de desarrollar estrategias de afrontamiento y de resolución de problemas, destrezas y habilidades para la vida y, en definitiva, la capacidad de adaptarse y desenvolverse eficazmente en un medio en cambio permanente”.

¿Qué es la inteligencia sino? Y no hablemos ya de la tan mencionada “inteligencia emocional”, toda una paradoja en esta sociedad caracterizada por el aumento de las tasas de acoso escolar y ciberacoso, de depresión infanto-juvenil e ideación suicida y donde, según el propio Ministerio de Sanidad, la cuarta y quinta droga más consumida por los adolescentes (después del alcohol, el tabaco y el cannabis) son los hipnosedantes (tranquilizantes o ansiolíticos) con y sin receta médica. Algo no va bien en la educación actual. Algo no estamos haciendo bien.

Además, parece que esto guarda relación con el uso de las TIC.

Para Jesús Rodríguez “ten que ver fundamentalmente cunha apropiación pouco axeitada das TIC e de como se pode entender o seu papel na práctica educativa. As TIC obviamente son esixentes en canto a recurso didáctico polas súas enormes posibilidades, pero tamén polos grandes riscos que poden supor se non se aprende a usalas axeitadamente E é certo que un mal uso pode contribuír a que o alumnado deixe de desenvolver determinadas actividades clave como pode ser: a lectura, a priorización das TIC como recurso exclusivo para o xogo en detrimento doutras actividades, etc”.

Sin embargo, advierte de que nos debemos olvidar “que os educadores levamos dende hai anos insistindo en piares básicos aos que se lles prestou atención relativa e quizais daqueles fangos veñen este lodos... É dicir, e a modo de exemplo: para poder aproveitar o potencial das TIC, necesitamos que o profesorado estea formado en cuestións pedagóxicas e didácticas e non só en cuestións tecnolóxicas (que tamén son importantes), necesitamos dispor de bos plans TICs nos centros educativos que teñan como un dos aspectos fundamentais a formación en competencias dixitais, que sexa unha formación compartida e de todos os axentes, non chega só con que formemos ao alumnado ou ao profesorado, por exemplo. A formación das familias é clave neste proceso”.

“O que poñen de relevo continuamente as investigacións recentes realizadas”, asegura Rodríguez, “é que levamos un atraso importante na formación pedagóxica e educativa neste ámbito, aínda que claro está tamén convén recoñecer esforzos notables nos últimos anos en diferentes sectores do ensino”.

Asimismo, destaca que las TIC han de tener “un papel fundamental na educación nos próximos anos, pero tamén hai que entender que debe ser unha ferramenta máis e na complementariedade e no emprego de diversidade de recursos en diferentes formatos estará a clave para atender a diversidade de situacións educativas do ensino en Galicia”.

Nada sustituye a un buen maestro. Antonio Rial es de los que piensan que sí tiene que ver con el uso generalizado (y descontrolado) de las TIC, pero sobre todo con la manera de entender y de practicar la educación desde la familia hasta los centros educativos.

“Es absurdo dudar de las bondades de la tecnología, como sería absurdo cuestionar los beneficios para la humanidad que ha traído la rueda, la imprenta o la electricidad. Es un logro que la mayoría de los centros escolares gallegos tengan conexión a Internet y que hoy en día las maestras y maestros podamos contar con abundantes recursos digitales de apoyo a la docencia, con una capacidad de facilitar el aprendizaje realmente extraordinaria. Pero ojo, nada sustituye a esa buena maestra o buen maestro. La impronta que dejan es imborrable”.

Así que “debemos apostar por fomentar en las nuevas generaciones unas buenas competencias digitales, para que puedan aprovechar las potencialidades de las TIC para el aprendizaje y para su desarrollo personal y profesional, pero siempre bien asentadas sobre competencias humanas y sobre la educación en valores, que tienen que ser los cimientos y el soporte imprescindible. Lejos de ser incompatibles, se necesitan mutuamente, más que nunca... y esto es de lo que se olvidan a menudo nuestros dirigentes, como también nos olvidamos los padres cuando la tableta que ponemos en manos de nuestros bebés, se terminan convirtiendo en su niñera y, a poco que nos descuidemos, en la mano que mece la cuna”.

Algo no va bien en la educación actual, informa Rial. “Algo no estamos haciendo bien, en algún punto nos estamos perdiendo. Convendría comenzar por tener claro de qué estamos hablando, la manera de entender la educación y sus funciones, qué tipo de educación queremos, qué objetivos perseguimos con ella. En ese sentido, lo veo todo demasiado confuso y un poco como “reinos de Taifas”, donde cada centro, cada comunidad autónoma, propone su propio proyecto educativo e intenta llevarlo a cabo. Falta consenso, estrategia y un proyecto común y compartido: el famoso Pacto de Estado por la Educación, alejado de ideologías y de banderas. Pero son algunas cosas más las que fallan.

Falta de una planificación, estrategia y proyecto común, consensuado y estable. Los frutos pueden tardar décadas en recogerse, pero cuando las cosas se hacen bien y con constancia, llegan. No puede importar si el rédito electoral se lo lleva uno u otro partido.

Un segundo elemento que a mí me llama la atención es la consideración social, el estatus que la educación tiene, tanto desde el punto de vista de la profesión de maestro, como del modelo de éxito que la sociedad propone a nuestras hijas e hijos. ¿A un adolescente le compensa realmente estudiar, formarse, quitar buenas notas e intentar destacar en el colegio? ¿No será más rentable intentar ganar dinero como gamer profesional y forrarse con el Fornite, con las apuestas deportivas, como youtuber o influencer... o apuntarse a Gran Hermano, o a Supervivientes, o a Mujeres, Hombres y Viceversa...? Y qué decir de la cultura del esfuerzo, en una sociedad en la que si algo tarda no compensa y todo lo queremos para ya.

Otro error, a mi modo de ver, es que hemos dejado de exigir. Cuando un indicador de calidad del sistema educativo es el índice de aprobados creo que algo no va bien. Dicen los expertos (educadores, entrenadores...) que todos tenemos nuestra área de desarrollo potencial y es el esfuerzo, el trabajo diario y la capacidad de superación lo que hace que mejoremos nuestras “marcas”. Vivimos en una sociedad y en un mercado competitivo. Debemos interiorizarlo e intentar dar la mejor de uno mismo desde el minuto uno.

Especialización prematura. Siguiendo con la crítica constructiva, “creo que en un intento de mejorar la inserción laboral hemos caído en una especialización prematura, en detrimento de una formación humanística e integral de base (incluyendo toda la ESO), llevándose por delante la filosofía, la mitad de la historia, la cultura, el arte y en breve seguramente también la educación física. ¿Ha merecido la pena? ¿Tenemos individuos mejor formados, más preparados y más inteligentes? Depende de para qué.

Un quinto elemento de mejora es la necesidad de entender la educación desde la comunidad. El proyecto educativo tiene que ser común, con todas y todos trabajando en la misma dirección. Hacen falta foros de encuentro, trabajo comunitario y compromiso institucional. En ese sentido debo romper una lanza en favor de la política de la Consellería de Educación, con la puesta en marcha de las Escolas de Nais e Pais. En definitiva, “la Educación, con mayúsculas, que formamos todos, debe ayudarnos a criar niñas y niños sanos, razonablemente felices y buenas personas. Convendría no olvidarlo”, concluye.

29 oct 2020 / 00:00
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