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Álvaro Enrigue: De imperios y conquistas

En este 2022, que ya declina, casi de forma simultánea y en el ámbito de la narrativa de ficción, han coincidido varias novedades de autores mexicanos, lo que es, indudablemente, fruto de una activa y creativa situación de aquella literatura en la que la corriente feminista promueve con eficacia el apoyo y, por tanto, la visualización de nuevas y jóvenes escritoras. Con ello, distintas miradas a temas ya tratados, pero todavía vigentes: el crimen y la violencia, la indagación reveladora en la existencia de la mujer y el análisis de durísimas tensiones (sociales, raciales, económicas, de convivencia y relaciones humanas), tanto individuales como colectivas. Todo lo cual se manifiesta en ejercicios de prosa con frecuencia de notable altura estética, que enriquecen el lenguaje y estilo.

De tales novedades, destacamos La estación del pantano (Periférica), de Yuri Herrera, que se estrenó con singular éxito en Trabajos del reino y su cortejo de narcocorridos; los cuentos, seis en total, de Una grieta en la noche, (Páginas de Espuma), de Laura Baeza, trabajados intensamente por la escritora en una prosa sólidamente engarzada y con historias donde asoma, entre el miedo y el misterio, el componente fantástico; Sandunga, (Drácena), de un casi desconocido, Mateo Miguel y, por tanto, reciente apuesta de la editorial madrileña, con una historia impactante y un desgarrado protagonista. Añadamos la secular (y aún muy viva) materia histórica de la conquista del México precolombino con sus muchas y dispares versiones que espolea el señor presidente de aquel país, todavía hoy, con frecuencia digna de mejor causa y un simplismo en verdad patético. Nos referimos a Tu sueño imperios han sido (Anagrama) de Álvaro Enrigue, título inspirado en un verso de Calderón y que en realidad enfrenta dos imperios: España (Carlos I) y el mexicano de Moctezuma con sus palacios en Tenoxtitlán, adonde acude en visita una pequeña delegación comandada por Hernán Cortés, a quien Malinali (la Malinche) sirve de traductora.

La historia de esta novela de materia histórica (valga la redundancia) que se enraiza en motivos inusuales de orden político, corte sano y tribal, discurre con ciertas reiteraciones, idiomáticas en particular, (léxicas sobretodo) y la acción resulta de escasa movilidad, carente de elementos bélicos. La parte dominante es la indígena, escindida en varias tribus enfrentadas (mayas, mexicas, tlascaltecas, colhuas, etc) y un emperador ya en declive que trata de unirlas y de complacer a los viajeros visitantes. Los personajes de ambas partes son el eje de una trama de escasa solidez y el novelista va creando, en tono menor, una atmósfera de intrigas palaciegas, de rivalidades familiares, de miedos y sospechas. La novela, en su conjunto, privilegia la visión del tambaleante imperio de Moctezuma y el novelista se esfuerza en humanizar el ámbito indígena del que el cruce de diferentes lenguas precolombinas genera una sobreabundancia de topónimos y antropónimos y, junto a ello la denuncia de prácticas de ceremoniales sangrientos y hasta manifestaciones de canibalismo.

El tono expresivo busca el choque contrastivo, en el que lo ceremonial se ve salpicado de términos y frases populares ajenos a la época (siglo XVI), lo que aporta un componente lúdico y burlesco. Es fundamental el papel de la escenografía, que potencia el descriptivismo de la prosa y, en fin, el esfuerzo del escritor, en ofrecer una mirada nueva y desmitificadora sobre una realidad más viva y compleja en una dimensión más cercana y directa con la que sorprende (aunque no seduce) al lector.

09 dic 2022 / 01:00
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