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“Antes vivíamos en un ciberfetichismo, ahora cuestionamos la realidad”

Seremos es un viaje de autodescubrimiento, pero no es un viaje que recorras en solitario. Te acompañan las voces de Pablo Alborán, Clara Alvarado, EDE, Litus y Jimena Ruiz Echazú. ¿Qué te aportan?

Este es el disco con más colaboraciones que he hecho y no es casual, dadas las circunstancias. Nace de la necesidad de establecer vínculos después de todo lo que nos ha tocado vivir, con tantos abrazos pendientes... Era como una necesidad vital la de rodearse de buenos amigos para interpretar algunas de estas canciones.

A mí las voces me surgen y cuando las planteo tienen que ver con la canción en sí misma. En el caso de Pablo Alborán, la estaba escribiendo y pensaba que su voz le iba a dar luz e imprimir verdad. Tiene un talento casi sobrenatural para interpretar. Además, me gustaba que fuésemos dos hombres los que hiciéramos el reconocimiento de la deuda que tenemos con las personas en la que recae la tarea (mal repartida) de los cuidados: las mujeres. Eso sí, ‘La primera que despierta’ no pretende ser una romantización del sacrificio.

En el caso de Litus y Clara, tengo como una vocación frustrada, que es la de escribir un musical...

Un inciso: Esto se lo dijiste a Sara Carbonero en su programa, y me sorprendió porque parece que contrasta con tu imagen tímida, sensible, distante...

A lo mejor por eso hablo de esa fantasía, porque no se ha correspondido tanto con mi forma de entender la música hasta ahora, aunque a mis puestas en escena trato de imprimirles un carácter teatral.

Pero bueno, me apetecía mucho que fuera una canción coral. Entonces acudí a Litus y a Clara, que ambos han trabajado en el teatro musical y, bueno, fue una experiencia muy bonita.

En el caso de EDE, me pareció interesante dar un espacio a un talento emergente con una voz como la suya, que podía equilibrar una canción en la que parodio un poco la figura del cantautor, que no para de hablar, como se puede ver, y a la que ella le dice: “Cállate de una vez y baila”.

La que canto con Jimena habla sobre la lucha de las mujeres a nivel mundial por despenalizar el aborto, sobre todo en Argentina. ‘Cuando llegaron ellas’ es un canto a todas las que con pañuelos verdes consiguieron que se aprobase. Me apetecía cantarla con ella porque era también cantarle a la lucha por los derechos de nuestra hija, de alguna manera, con esa mirada puesta en el futuro. Jimena se dedica sobre todo a la canción infantil y me parecía que en esa melodía, casi de folclore, su voz iba a darle luz. Pero sobre todo responde a la necesidad de sentirse acompañado.

Y de respirar un poco más de verdad en la vida y no tanta apariencia.

Sí, y no tanta impostura. La música siempre ha tenido un carácter terapéutico, te ayuda a sobrellevar la adversidad porque pretende ser un espacio de encuentro para darte a entender que no estás solo.

Una de las cosas más terribles que ha tenido este tiempo es la pérdida de control de nuestras vidas, nuestra incapacidad para hacer planes. Y aquí sobrevuela el empeño de levantar la mirada. Por eso el título del disco, Seremos, se formula en ese tiempo verbal (en futuro) y en primera persona del plural porque tiene que ver con la búsqueda de un relato colectivo en un tiempo difícil en el que es más necesario que nunca mirar hacia adelante.

Reivindicas la tristeza, pero también dices que lo mejor siempre está por venir.

Sí, sí. Reivindico el duelo como un tránsito, como un paisaje que uno camina para llegar a la luz. No reivindico la tristeza como un estado permanente, sino como un estado transitorio del alma que te ayuda a despedirte, a afrontar la pérdida, a reconstruirte, a mirar tus propias contradicciones, a revisarte. Si no lo hacemos, seguimos averiados. Eludir la tristeza en muchos aspectos nos infantiliza porque somos incapaces de apreciar el matiz y de hacer esa reflexión en profundidad que exige una situación así. Reivindico más bien el derecho a estar triste, a estar un día jodido, porque algo que nos enseñan desde pequeños es que no debe ser así, que no se llora y no se expresan las emociones. Además, hay una cierta tiranía con respecto a la sonrisa que al final nos convierte en el Joker, un personaje que está lleno de frustraciones, pero que se obligado a sonreír, asumiendo esa careta como lo inevitable.

Cuentas que escribiste estas canciones “con la certeza de que este temporal dejará una enseñanza que nos hará mejores”. Admiro tu optimismo, a mí me cuesta pensar eso. Veo muchísimo egoísmo a mi alrededor.

Yo creo que lo vemos es miedo, que saca lo peor de nosotros en muchos aspectos, pero también lo mejor. Hemos visto egoísmo, pero también cómo los vecinos eran capaces de organizarse, de abrir sus puertas y de ayudar al de al lado. Lo que pasa es que el miedo a nivel colectivo da lugar a la crispación, a la paranoia...

Lo que trato de decir es que el trauma está muy reciente y aún no hemos salido de él. Y la mirada pesimista tiene que ver con que no tenemos un horizonte claro de futuro, no hay un día D en que todo esto acabe. Debemos revisar esa vieja normalidad y caer en la cuenta de que no es aplicable y no era tan bonita como creíamos. Y esta pandemia también ha puesto de manifiesto nuestras debilidades, nuestras frustraciones y, sobre todo, los déficits del modelo. Las desigualdades se han hecho más visibles y más exacerbadas. Y aunque yo creo que hay un cambio de tendencia, no se va a ver de la noche a la mañana. No somos invulnerables. Y fíjate, tenemos los mismos elementos para decidir que seremos mejores, pero parece que elegimos ser peores, porque es como si hubiésemos sido educados en la decepción, pero veremos qué pasa.

En ‘Fahrenheit 451’ haces una crítica a ritmo de cumbia... ¿Vivimos en una mentira cuando se usan mal las redes sociales? Incluso dices: “Es un buen negocio repartir rencor”.

Es un buen negocio porque las redes han demostrado que en cuanto les han llamado la atención respecto a las fake news y al odio se han mostrado muy reacias a la hora de controlarlas porque son conscientes de que la rabia provoca una pulsión nos lleva a la acción, a que el flujo de datos sea mayor, y eso interesa, porque nos hacernos rehenes de esa indignación. Y sí, en la canción quería hacer como un paralelismo con aquella distopía de Ray Bradbury, un paralelismo en un tiempo que nos ha demostrado que no hacía falta quemar los libros para crear esto de la posverdad, un relato distorsionado de la realidad. La canción denuncia ese ruido permanente e incendiario que está demasiado en nuestras pantallas y del que estamos aprendiendo muchas cosas. Antes había como un ciberfetichismo, que hacía que todo lo que nos daba Internet lo asumíamos como cierto. Por primera vez en mucho tiempo cuestionamos esa realidad, aunque hay gente que necesita seguir alimentando esa mentira.

¿Crees que un joven cantautor lo tiene hoy más difícil, sobre todo debido al bum de la música para masas?

Pues sí, porque no suena en las radios. Así lo han decidido. Pero hay elementos que te podrían hacer pensar que no. Gente como María Rozalén, con una voz propia, con un universo poético propio, con un compromiso muy claro, y ahí está ella, diciendo lo que piensa y con una aceptación de público brutal. En su caso hay un talento que lo desborda todo, incluso las dificultades con las que se pueda encontrar; pero sí, demuestra que hay un espacio en el corazón de la gente para este tipo de propuestas. Dicho esto, sí lo tendría difícil pero quizá encontraría su público, porque existe.

30 abr 2021 / 01:00
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