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ENTREVISTA
Esther Samper. Médica, doctora en Medicina Regenerativa y comunicadora

“Cuando un médico practica pseudoterapias, los colegios no mueven un dedo para evitarlo”

En tu artículo titulado Los colegios de médicos siguen protegiendo a sus pseudoterapeutas colegiados reflejas una realidad nada esperanzadora. ¿Por qué crees que esto sucede?

Aunque el código ético de los médicos deja muy claro que no son éticas las prácticas sin evidencia científica, los colegios de médicos, históricamente, han tenido una tolerancia a las pseudoterapias. En mi opinión, la principal razón es que prima el corporativismo y la defensa de los intereses de los miembros de los colegios, sobre la salud y los derechos de los pacientes. La absoluta mayoría de los colegios no tiene una postura contundente contra las pseudoterapias porque no hay interés en perjudicar a varios de los médicos que las aplican y se quieren evitar conflictos. Por eso sí que son contundentes a la hora de castigar a los practicantes de pseudoterapias cuando no son médicos. Sí hay tolerancia cero para el intrusismo.

Entiendo que si en una junta directiva hay un pseudoterapeuta, lo que existe son intereses muy sospechosos. ¿Dirías que hay corrupción?

Más que corrupción, creo que lo que mejor define esta situación es la aceptación de la vulneración del código deontológico como si fuera algo normal y aceptable cuando se trata de pseudoterapias. Eso, o que se mire hacia otro lado. Como en muchos colegios esto se considera normal, los pseudoterapeutas tienen las mismas opciones que el resto de miembros para formar parte de ellos y dirigirlos. Ahora que la tolerancia social a estas prácticas es mucho menor, hay cierta hipocresía. Se critica de boquilla, pero es muy raro que los colegios de médicos muevan un dedo para evitar que los médicos las apliquen.

Entonces, para qué existe el código deontológico.

Este código es un conjunto de reglas éticas que deben guiar la conducta de los médicos. En él se incluyen asuntos muy diversos como el secreto médico, el respeto de los derechos de los pacientes, la investigación en medicina... Incumplirlo puede suponer sanciones que van desde lo económico hasta la prohibición para ejercer la medicina. Sin embargo, para que un código se cumpla no solo debe estar por escrito, también tiene que haber alguien detrás responsable de vigilar y velar por su cumplimiento. Los colegios de médicos están, en teoría, encargados de ello. Por eso, si no se mueven es difícil que este código se cumpla. Por otro lado, el hecho de que la ley en España esté hecha para amparar a los charlatanes (es muy difícil que la Justicia los condene) tampoco ayuda nada en absoluto.

Lo que está claro es que las personas que acuden a estos supuestos especialistas es porque están desesperadas... y seguramente piensan que no pierden nada (salvo dinero, claro)...

Esto es así en algunos casos, pero cuando son los propios médicos los que practican pseudoterapias, junto con otras acciones médicas que sí tienen respaldo científico, pueden hacer creer fácilmente a sus pacientes que todo lo que hacen cuenta con evidencia científica. Entonces no acuden solo personas desesperadas, sino cualquier individuo que no conozca bien en qué consisten las pseudoterapias. Eso lo vemos todos los días en las farmacias. Casi todas las farmacias venden “medicamentos” homeopáticos y bastantes farmacéuticos recomiendan la homeopatía a sus clientes, que no suelen ser personas desesperadas. Aquí recurren a la homeopatía porque confían en el consejo del farmacéutico. Ese es uno de los mayores peligros de infiltrar prácticas llenas de charlatanería entre aquellas con evidencia científica: que mucha gente no las distingue y llegan a ellas pensando que tienen todas las garantías.

Ante todo, son médicos. Y eso no se puede discutir. Seguramente se agarren a eso...

Sí, es la excusa habitual, y se utilizaba antes mucho más. Pero es un argumento tan profundamente equivocado como extremadamente corporativista. La homeopatía, la hidroterapia de colón, el reiki.... Todas ellas son prácticas que no tienen respaldo científico, que suponen un engaño para los pacientes y una vulneración de los principios de la medicina, independientemente de que las practique un médico prestigioso o la vecina del quinto.

También tengo que decirte que hay auténticos genios que utilizan otro tipo de terapias, con las que experimentan..., y por desviarse de lo convencional son ‘apartados’ del prestigio médico. Al cabo del tiempo, se acaba demostrando que sus estudios estaban bien fundamentados y se publican en prestigiosas revistas científicas...

La experimentación en medicina está muy regulada porque se han realizado verdaderas atrocidades en el pasado. Si cualquier médico quiere aplicar una terapia no convencional que no cuenta con respaldo científico, debe hacer ensayos clínicos antes para demostrar que es segura y eficaz. Nadie lo impide, pero hay que tener los recursos para hacerlos. Si los resultados de los estudios son positivos, aunque haya médicos que inicialmente sean críticos con ello, con el tiempo la medicina termina incorporando los nuevos tratamientos. Al igual que ocurre en ciencia, la medicina se autocorrige. En el caso de las pseudoterapias, se han realizado numerosos estudios sobre ellas y se ha visto que no tienen efectos positivos más allá del placebo.

Por otro lado, un médico que actualmente aplique tratamientos experimentales, fuera de ensayos clínicos o del ámbito de un uso compasivo y sin la supervisión de un comité ético, no es un genio. Es un irresponsable y un criminal, y así lo contempla el Código Penal.

Doctora, ¿se están haciendo las cosas bien en la gestión de la pandemia?

No soy epidemióloga, así que mi conocimiento sobre este asunto es limitado, pero está claro que hay muchas cosas que se podrían mejorar de la gestión. Dentro del campo en el que tengo más experiencia, la comunicación sanitaria, creo que ha habido tanto aciertos como errores. Entre los errores, creo que ha faltado, y continúa faltando, transparencia a la hora de comunicar las decisiones. Para mí el ejemplo más llamativo ocurrió cuando, en cuestión de semanas, las mascarillas pasaron de ser inútiles a imprescindibles y Sanidad reconoció que las desaconsejaron en su día porque no había suficientes. Se me ocurren pocas acciones más desafortunadas que esta para perder la confianza de la población, que es un valor esencial para que se cumplan las medidas con el fin de controlar los contagios.

Doctora, permíteme que te diga que no confío en los datos que nos transmiten. Sigo pensando que a los ciudadanos se nos oculta información. ¿No deberían decirse las cosas tal y como son para no confundir ni alarmar a la gente?

Creo que no hay una intención verdadera de ocultar datos en la mayoría de los casos, sino grandes dificultades a la hora de conocer la realidad de la pandemia. No es nada sencillo saber cuántas personas mueren, enferman o se contagian por el coronavirus cuando tienes escasez de pruebas diagnósticas, una Atención Primaria desbordada, un sistema de Salud Pública raquítico y, además, las pruebas distan de ser 100 % fiables.

Siempre he sido partidaria de la transparencia, de hablar claro y de explicar los asuntos de la forma más didáctica posible y con la mayor empatía. La presidenta de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha mostrado al mundo la importancia de ello en plena pandemia. Ha realizado una labor magistral no solo a la hora de gestionar la pandemia, sino también a la hora de comunicarse de forma amable, cercana y clara con los ciudadanos. A mí me encantaría ver una labor de ese nivel en España.

Tú acudiste a un programa de televisión con mascarilla (eras la única)... y ahora me viene a la mente el vicepresidente Pablo Iglesias, que no la llevaba cuando su pareja había dado positivo (sí, ya sé que en ese momento no era obligatoria), y ni siquiera hizo cuarentena... ¿Si el Gobierno no da ejemplo... es como los médicos?

La confianza de la población en las autoridades políticas y sanitarias es clave para fomentar la responsabilidad y frenar los contagios. Es una labor colectiva. Hemos visto malos ejemplos entre los miembros de todos los partidos políticos. Si las personas ven que ellos no cumplen con su parte, su confianza obviamente se resiente y es mucho más difícil que vayan a cumplir las normas. En algunos países, como Reino Unido, República Checa, Alemania o Nueva Zelanda, varios políticos han dimitido por saltarse cuarentenas o restricciones. Desafortunadamente, el nivel de exigencia de los políticos en España no es tan alto.

En la religión no hay pensamiento crítico

Por el artículo que comentábamos al principio, el Círculo Escéptico te ha concedido el Premio José Carlos Pérez Cobo de periodismo y pensamiento crítico. ¿Quiénes crees que están más carentes de pensamiento crítico hoy?

“Yo creo que no es algo que podamos asociar, en general, a un colectivo concreto. La falta de pensamiento crítico es algo bastante generalizado y extendido porque desarrollarlo no es fácil y no se suele fomentar. Ahora bien, sí hay un ámbito donde este brilla por su ausencia por su misma esencia: la religión. Aceptar dogmas, credos y fes requiere no cuestionar ni plantearse afirmaciones, por muy fantasiosas, sobrenaturales y contradictorias que resulten. Que un creyente piense que su religión es la verdadera, y el resto de religiones pasadas, presentes y futuras son falsas, supone una gran falta de pensamiento crítico”.

Pienso que los medios, sobre todo la televisión, en lugar de fomentarlo hace lo contrario. Parece que conviene que formemos parte del rebaño, ¿no crees?

“Creo que no es algo voluntario, simplemente los medios tienen un nivel de pensamiento crítico similar al resto de la sociedad. Además, en el caso de la televisión, se busca mucho más el entretenimiento, que es lo que demanda la audiencia. El pensamiento crítico no suele resultar atractivo, porque lo que buena parte de la audiencia busca es evadirse y no cuestionarse cosas”.

09 dic 2020 / 00:01
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