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De la osamenta y sus amiguitos (II): Vitamina D

    EL OBJETO DE ESTE ARTÍCULO ES SÓLO ORIENTATIVO. CONSULTA CON TU MÉDICO

    Y/O ESPECIALISTA CUALQUIER CAMBIO EN TU DIETA O ENTRENAMIENTO

    lo malo de la vitamina D procedente de los alimentos, es que se halla muy poquito desperdigada entre las cosas del buen yantar. Así, las fuentes más ricas en calciferol (vitamina D inactiva) son los pescados de agua fría tales como el salmón, atún o caballa, pero sobre todo el pez espada el cual aporta -en la cantidad presente en un lomito pequeño- más del 100% de la cantidad diaria recomendada. Asimismo, y dado que la vitamina D es liposoluble y viaja con las grasas, los correspondientes aceites de los pescados azules son auténticos concentrados vitamínicos.

    Otras buenas fuentes vitamínicas son el hígado de vaca (que es el multivitamínico de los paleolíticos), el queso, la mantequilla y -ojo- la yema de huevo. La yema de huevo aporta, además, la vitamina D ya preformada (la prohormona) llamada calcidiol, la cual es mucho más activa que su precursora (hasta 5 veces más) y que está a tan solo un pasito de convertirse en toda una señora hormona y, por lo tanto, en desplegar todas sus salutíferas acciones.

    Por otra parte,, los vegetales no contienen ni rastro de vitamina D, lo que puede representar un problema para los vegetarianos estrictos (veganos) que no reciben la cantidad suficiente de rayos ultravioleta. Tan solo las setas que han recibido cierta cantidad de luz UVB contienen vitamina D pero en forma de ergosterol, que es -digámoslo así- la versión flojita del calciferol animal. Las setas shitake, así como los champiñones comestibles que han sido expuestos a rayos ultravioleta -BLIIIZZZ!- son buenas fuentes de ergosterol, pero las más preciadas son las setas niponas maitake, donde una sencilla ración aporta más del doble de las recomendaciones diarias aconsejadas.

    En la naturaleza, la vitamina A y la vitamina D van siempre unidas, prácticamente sin excepción. Por eso los complementos dietéticos deben presentarse también al unísono, para que las sinergias vitamínicas puedan obrarse sin descompensaciones. A diferencia de la vitamina A (retinol), la sobredosis de vitamina D no suele provocar problemas serios, cosa que sí pasa con la primera; no en vano, se han reportado varios casos de muertes accidentales de exploradores en las regiones árticas, al comerse el hígado de osos polares el cual almacena ingentes cantidades de vitamina A en el parénquima hepático, lo que lo convierte a dicha pitanza en algo potencialmente tóxico para el consumo humano... AAURGG!!!

    De todos modos, hay que tener presentes 3 cosas muy importantes de cara a mantener estables los niveles de calciferol en el cuerpo: 1/ la vitamina D sintetizada por fotólisis -PAK!, a partir de la piel- perdura el doble de tiempo en la sangre que la vitamina ingerida con la dieta; 2/ además de calciferol, la síntesis cutánea por los rayos cósmicos implica también la aparición de varios fotoproductos que son de vital importancia para la salud humana, uno de ellos el sulfato de colesterol (un tipo de colesterol hidrosoluble del que se pertrechan los glóbulos rojos y que sólo se fabrica a nivel de la piel); y 3/ si una cápsula vitamínica aporta unas 1.000 unidades internacionales de vitamina D, la síntesis cutánea tras haber pasado una tarde en la playita... ¡¡¡permite sintetizar entre 10.000 y 25.000 UI!!! Esto se consigue cuando nos ponemos ligeramente rosados –pero sin llegar a quemarnos-, lo que técnicamente se conoce como “dosis erimatosa mínima”.

    La vitamina D se sintetiza cuando la luz ultravioleta incide sobre los vasos sanguíneos que irrigan la piel, los cuales se ponen a fabricar el compuesto básico o “armazón” llamado calciferol. Pero el calciferol es biológicamente inerte, y debe experimentar dos cambios bioquímicos para poder activarse: primero en el hígado, donde se convierte en calcidiol; y luego en los riñones, donde pasará a llamarse calcitriol u hormona-D. Éste último, el calcitriol, es el que lleva a cabo todas las funciones de la vitamina D en el cuerpo humano: de crucial importancia en la fabricación y mantenimiento de la osamenta así como en la eficiencia del sistema inmunitario; de facto, la vitamina D junto con la vitamina A, C y B-6, conforman la cuadriga vitamínica indispensable del sistema inmune.

    Lástima que las agresivas campañas -y erróneas en su planteamiento- de la todopoderosa industria de los cosméticos nos hayan llenado la cabeza de pajaritos y embadurnado el cuerpo de factores de protección. Lástima que tomemos cada vez menos el sol al estar confinados todo el santo día entre cuatro paredes. Y lástima que suframos una pandemia de hipovitaminosis D furibunda, a escala mundial, con todos sus peligros metabólicos asociados: inflamatorios, inmunodepresivos y osteoporóticos.

    Centrobenestarsantiago.com

    18 oct 2020 / 00:00
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