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Diez historias, diez voces

Volver a contar, que acaba de presentarnos Anagrama (agosto, 2022), preludia la apertura del curso literario en el terreno de la narrativa breve en castellano. Lo hace en la pluralidad de sus diez voces, con el claro predominio de las de la mujer y del origen hispanoamericano de casi todas, ciertamente de trayectorias dispares. Se trata, según se nos explica en su Introducción, de un proyecto que es iniciativa conjunta del Hay Festival y del Centro Santo Domingo del Museo Británico – británicos ambos – en su empeño de calibrar cómo encara la escritura “los objetos custodiados en los museos de Historia y Antropología” y a la vez enfocar desde puntos de vista nuevos “el legado del coleccionismo”; lo uno y lo otro como lecturas personales de un grupo de escritores actuales en su tentativa, además, de “visibilizar las interpretaciones de la Historia, la Cultura y los procesos sociales y educativos pertenecientes a “Una región diversa, con grandes diferencias pero con lenguas y vínculos históricos comunes”.

En definitiva, y este es el factor diferencial, que implica la reflexión sobre temas y motivos americanos, precolombinos, de naturaleza identitaria: religiosos, memorialísticos, históricos, mágicos, sociales, objeturales, etc. En fin, nada que ver con las habituales antologías de relatos o historias en clave de ficción literaria y utilidad didáctico – escolar. Entendemos así que este proyecto resulta experimental y de ámbitos de especialidad restringida, minoritarios, muy engarzados en la reiterada diversidad o de género hoy en primer plano de revisión y debate, con importante protagonismo del lenguaje y (orillando la ficción literaria) su génesis y funciones en comunidades locales indígenas con sus mitos y símbolos, con la desastrosa Noche Capitalista (siglos XIX,XX, XXI) y sus desastres climáticos. De todo lo cual nos habla la mixe mexicana Yásnaya E.A.Gil en la pieza epistolar que inaugura estas páginas secretas y recónditas de “Carta a una joven historiadora mixe”.

De la más conocida argentina Gabriela Cabezón Cámara, el texto “La comunidad Wichi” se alinea con el anteriormente citado y rastrea en objetos, (la comida, la mujer, la lengua, el transporte, la vestimenta y fauna y flora)... pero también el abandono y la pobreza de esta comuna, fronteriza entre Bolivia y Argentina. Los objetos (más de 500) de la comunidad alfarera precolombina moche son centro del “Fragmento de un diario de viaje por la costa norte de Perú” que nos ofrece Juan Cárdenas en su análisis; objetos guardados en el museo Británico en valiosa colección artística que Cárdenas analiza y valora en su sentido y estética. El exitoso (aunque minoritario) costarricense que es Carlos Fonseca, que acaba de publicar Austral (Anagrama, 2022) y es buen conocedor de las colecciones obtenidas por el Museo Británico, vuelve a ellos, (las etnográficas) en la etapa colonial descrita en “Patrimonio”, el texto literariamente más interesante y brillante, relativo a la Guyana de mediados del siglo XIX, a su vegetación y situación colonial británica en la referida época.

El poder colonial y científico de aquel imperio que aún hoy perdura, figura como retrato de intercambios, viajes, tierras en este singular libro que recorre civilizaciones, descubrimientos y testimonios de comunidades sobrevivientes, lejanas en tiempos y lugares, donde los británicos dejaron valiosas huellas que se cobijan en museos –sueltas o en colecciones– y que la antropología y disciplinas afines interpretan y actualizan en estos curiosos textos que guardan no pocos misterios y sorpresas y revelaciones que nuestro espacio nos obliga a cortar aquí.

16 sep 2022 / 01:00
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