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ENTREVISTA
Andrés Suárez, cantante y compositor gallego

“Echo de menos más verdad y menos postureo en la música”

“Yo canto a lo vivido, a lo pasado: a la historia de una amistad o del amor de una noche en el baño de una discoteca; al final tengo mucha suerte: me pagan por rememorar fuerte lo vivido y compartirlo”

◘– ¿De dónde parte tu pasión por la música? ¿Cuál es ese momento que recuerdas que supuso para ti un antes y un después?

Desde que tengo uso de razón mi abuelo cantaba, mi madre cantaba, toda mi familia... Hay una tradición fortísima por parte de madre a la música y, por parte de padre, al mar, por lo que intento equilibrar ambos mundos. Recuerdo música por todos lados. Yo nunca dudé. Soy un ‘tío’ muy afortunado, porque creo que la gente que duda sufre, la gente que no sabe lo que quiere hacer o que se pasa años perdido. Sin embargo yo lo tenía claro: era música o nada. Fui a muerte a por ello y aquí estoy.

– ¿Cuál dirías que es el componente más importante de tus canciones?

No sé si hago buenas o malas canciones, o pésimas o regulares, pero tienen verdad. Hablan de alzhéimer, de amor, de desamor, de sobredosis de cocaína de un amigo que murió en Ferrol Vello... Y yo echo de menos eso: el quitarse el postureo, los morritos de Instagram que no llevan a ningún lado.

– ¿Eso te demanda el público?

La gente quiere verdad, quiere ir a un concierto y llorar o emocionarse, o reír, o darse la mano con alguien y decirle ‘te amo’. Y eso lo hacen las canciones que contienen verdad. Persigo que las escuches y me digas que te emocionan. Las canciones de Víctor Manuel, de Rosendo, de Serrat que yo escucho son canciones que tienen una verdad que te destroza. Utilizo la verdad como elemento compositivo.

– ¿Para transmitir verdad es necesario haberlo vivido previamente?

Yo canto a lo pasado, a lo vivido. A mí me dan mucha envidia sana los compañeros que son guionistas, que se sientan ante un folio y son capaces de escribir e invertarse una historia. Es que no sé cómo lo hacen, me parece alucinante, de verdad. Yo escribo a lo que conozco: a una historia de amistad, a un tema social, a un desahucio, a un amor físico en el cuarto de baño de una fiesta... Ese es mi trabajo al final: me pagan por rememorizar fuerte.

– ¿Te consideras afortunado en ese sentido?

Yo soy la persona más afortunada del planeta Tierra y lo digo totalmente en serio. Mis canciones consisten en querer mucho, pero también en viajar, es decir, yo no dejo de viajar. Esto es lo más importante y hermoso que le puede pasar a alguien. Yo escribo sobre la ría de Vigo, o Cedeira, o sobre mis viajes a Londres o a Cuba, y no dejo de viajar. Obligatoriamente, en este trabajo, tienes que viajar. Y ya decía Sabina: “Encima de no cobrarme, me pagáis”. Me parece un privilegio y maravilloso, por eso me apena mucho la criminalización que está sufriendo por parte de los de arriba la cultura, porque la cultura es segura y lo estamos demostrando.

– ¿Entonces no ves la música un trabajo como tal?

Absolutamente, a mí se me cae la cara de vergüenza si te digo que estoy trabajando ahora mismo. Evidentemente, es mi trabajo hacer una entrevista o hacer promoción, claro que sí, pero es que yo conozco a gente que o no tiene trabajo o trabaja en algo que odia con toda su alma, pero tiene que llevar dinero a casa y tiene hijos, tiene familia, y donde lo tratan mal, es menospreciado, ninguneado, ningún fruto, cosecha... Es durísimo.

– ¿Qué dirías que es lo más duro de tu trabajo?

Yo me dedico a hacer canciones, lo más hermoso del mundo. Claro que es un trabajo y lleva horas, y tiene cosas muy horribles, como todos los trabajos, paso siete u ocho meses en giras potentes sin ver a mis padres, sin saber lo que es casa ni familia, entonces claro que tiene que tener algo malo, por supuesto que sí, los mundos de ‘yupi’ no existen, pero me parece lo menos malo que yo conozco.

– ¿Cómo definirías tu voz?

Yo creo que mi voz es fruto de un cuento que escribió mi padre y mi madre cantó.

– ¿Qué se va a encontrar la gente en tu nuevo disco ‘Andrés Suárez’?

Hablábamos antes de la verdad y eso es lo que se va a encontrar. Hay una canción que trata sobre mi mejor amigo que en octavo de EGB muere por sobredosis de cocaína, hablo de Nina, un amor que no olvidaré jamás, en Madrid en una sola noche, de despiértame, la descripción del peor amor posible, de personas tóxicas, 10 fragmentos de mi vida que pueden ser la tuya perfectamente. Ningún artista es más sensible que nadie, yo detesto eso, cuando te dicen: es que el artista... ¡váyase usted al carajo! No es más sensible que un carpintero o panadero, pero su suerte es plasmar la sensibilidad en papel. Y todo lo que he vivido y pasado te puede pasar a ti.

– ¿Dirías que se trata de tu mejor disco hasta la fecha?

Evidentemente, tengo que defendértelo como mi mejor disco, porque es el último, en el que empeñé más horas, más trabajos, más silencios, más sufrimientos... Yo no puedo decirte que mi mejor disco fue el segundo o que ya ha pasado, porque lo mejor está por llegar. Tengo nostalgia de futuro no de pasado, ya estoy trabajando en mi mejor disco, que será el siguiente, y quién escuche este disco me va a escuchar a mí, con mis virtudes y defectos.

– ¿Cuál es la clave de tu éxito?

El éxito reside en que tú hayas hecho todo lo que puedas y puedas dormir tranquilo por las noches, creo. Yo a este disco le dediqué un año de mi vida, y te lo digo sin exagerar, porque hice cinco conciertos y pobre de mí, pensaba que íbamos a hacer una gira fortísima este 2020 y fuera de casa. Pero, sin duda alguna, creo que es un muy buen disco porque yo ya no puedo dar más, estudié todo lo que podía para el examen y ahora la nota la van a poner ustedes. O sea, cambié versos, productores, cambiamos arreglos, músicos, guitarras... Y eso para mí es el éxito: dormir tranquilos por las noches. Sobre todo yo, que soy muy intenso.

– ¿Con qué te quedas: los ‘pubs’ de Santiago o los grandes conciertos?

¡Yo me quedo con todo! A mí la movida esta, el romanticismo del pasado, yo también lo tengo, hecho de menos los conciertos del Libertad con 10 personas o el Fonte Sequelo de José y Carmen donde éramos cuatro hace 20 años. Pero a mí la gente que se queda anclada en el pasado me da mucha pena. Porque, joder, ¡cómo mola el Wizin Center lleno cantando con Serrat! Me encanta la gente que se alegra por estos éxitos y no la que dice: yo ya no voy, porque me encantaban los bares vacíos. Vale, y a mí me encanta pagar la factura de la luz. Por supuesto que lo echo de menos, pero éramos cinco y hacíamos viajes a trote, pero joder, levantarte por la mañana y que te hagan entrevistas y tengas trabajo también me parece muy bonito.

– ¿Cuáles de tus canciones recomendarías para iniciarse?

Yo me vendo muy mal, me vende muy bien mi madre, pero yo me vendo mal. Dicen que la música es mujer y yo estoy de acuerdo, por lo que tengo muchas hijas, cada canción es una hija y las quiero a todas por igual, no puedes querer a una más que a otra. Como carta de presentación yo te hablaría de Rosa y Manuel, que habla sobre mis abuelos, que todavía me hace llorar sobre los escenarios, la historia de un alzhéimer, y por desgracia este maldito bicho del alzhéimer nos afecta a todos cerca y lejos, así que si alguien va a escucharme por primera vez, mejor que se emocione con esta canción.

– ¿Cómo fue volver a los escenarios tras el confinamiento?

Yo lo tomo como un regalo de vida, porque no íbamos a trabajar este año. Yo no soporto al ‘GMT’ (’Gente Mala en Twitter’), gente que se queja todo el día de que todo está mal y que ahora hay poca gente.

24 sep 2020 / 00:00
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